Memoria del paraíso

Encontró en sus ojos la misma obstinación por crecer, la misma hambre de vivir. En su guarida, los mismos libros subrayados, las mismas inquietudes. En sus palabras, la misma rebeldía insobornable.

Tuvieron noches de luna y cervezas, de largas conversaciones. Rieron, rieron, rieron. Acarició su pelo, besó sus labios, juntaron sus cuerpos. Y a menudo se les hizo de día con los ojos abiertos.

Soñó en silencio con compartir la isla utópica que ella iba inventando, los inciertos caminos, el riesgo de la aventura y el calor amigo de su hoguera india.

Pero sólo estaba permitido vivir el momento, prohibido asomarse al mañana. Era fácil olvidar esta norma no escrita, tanto como difícil imaginar un futuro sin ella.

Y ella fue quien lo expulsó, mientras apartaba su mirada. Jamás pensó escuchar esa orden de su boca, pero no le sorprendieron los motivos que no dijo. Hacía ya tiempo que en aquel paraíso no quedaba sitio para él.

Había mordido la manzana, claro, pero ésa no era la causa. Si lo fuera, no importarían entonces la herida ni el destierro: por nada ni nadie hubiera renunciado a aquel intenso y jugoso bocado de vida.

(Fotografía del autor: Muchacha en el Café de los Poetas. Buenos Aires, marzo 2010).

Libre te quiero

Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.
-Agustín García Calvo-

Porque no nos hicimos promesas, prometo ahora que nunca te trataré como territorio conquistado.

Sabré siempre que eres , que no eres mía.

Cada despertar, la vida empieza de nuevo, sin deudas heredadas.

Cada día, intentaré seducirte, intentaré merecerte, intentaré que encontremos motivos para caminar juntos.

Respetaré tus espacios propios y procuraré buscar, contigo, espacios compartidos. Donde nos una el deseo y la complicidad.

Los sentimientos tienen que nacer de la libertad, no de la obligación. No sentimos porque esté escrito en un papel o garantizado con un anillo. Sentimos porque, al abrir los ojos, sabemos que seguimos queriendo querernos. También hoy.

(Ilustración: Mochila verde, de Francisco Mallo).

Vamos a soñar más fuerte