Entrevista en Blogs made in Spain

Blogs made in Spain, una interesante página que ofrece plantillas, herramientas y consejos para blogs, ha inaugurado una sección de entrevistas a bloggers. Y la abre precisamente con una entrevista que me hacen en relación con La nota discordante y con mis bitácoras profesionales. 
 
Es la segunda entrevista sobre este blog, puesto que en octubre de 2007 el diario 20 Minutos también publicó una.

El título de esta reciente entrevista en Blogs made in Spain hace referencia a algo que ya conté aquí cuando iniciaba mis primeros pasos como bloguero, en la primera entrada que publiqué, Escribir es vivir.

Desde aquí, felicito a Blogs made in Spain por la útil labor que viene desarrollando y le agradezco el haberme incluido en esta sección de entrevistas. 

El mismo cuestionario también ha sido respondido ya por otros blogueros españoles, como Ángel Beñarán, Esperanza Temprano y Federico García del Real, y en el futuro está previsto ir añadiendo nuevas entrevistas a la sección. 

Reproduzco la introducción a esa sección y el texto de mi entrevista, aunque les animo a entrar en la publicación original donde están todas: 

ENTREVISTAS A BLOGGERS
 
A lo largo de estos años con Blogsmadeinspain he conocido a centenares de bloggers de distintos países y ciudades. Todos con blogs y cosas muy interesantes que contar, y algunos de ellos con años en este mundo.

En cierta forma siento la obligación de darles voz en mi blog en modo de pequeña entrevista, donde responderán a 10 preguntas relativas a sus inicios, sus blogs, sus experiencias, etc...

El resultado es esta sección con "minientrevistas" personales a bloggers de todo el mundo, con los que he tenido la oportunidad de relacionarme, y en la que iré añadiendo nuevas entrevistas periódicamente.

Las entrevistas son publicadas tal y como fueron escritas por sus protagonistas, sin ninguna modificación. Blogsmadeinspain no se hace responsable de las opiniones vertidas en ellas.

ENTREVISTA A CARLOS JAVIER GALÁN: O ESCRIBE O SE MUERE

¿Abogado-periodista o periodista-abogado? Desde muy joven siente la necesidad de escribir, y desde 2007 lo hace en su blog La nota discordante sobre actualidad, política, cine, libros, lugares, sentimientos… En definitiva, escribe sin ataduras y con total libertad de expresión. Autor de varios libros publicados sobre temas empresariales y laborales. 

¿Desde qué país y ciudad posteas? 

España, Madrid. 

¿Cómo y cuando fueron tus inicios en el mundo de los blogs? 

Empecé en 2007. Llevaba varios años “atrapado” por diversos compromisos que me habían apartado de hacer una de las cosas que sin duda más me gustan en la vida: escribir. Y decidí poner en marcha un blog para escribir sobre cualquier cosa, sencillamente porque me apeteciera, y no por obligaciones profesionales o de otro tipo. 

¿Conservas y actualizas aún el primer blog que creaste? 

Sí, es el mismo blog personal que mantengo, La nota discordante.

¿Cuántos blogs tienes en la actualidad? ¿Cuáles son? 

Como blog personal, sólo el ya citado de La nota discordante. Luego tengo un par de blogs, básicamente informativos, sobre mi actividad profesional, uno como abogado, Alberche Área Jurídica, donde reproduzco noticias del despacho, sentencias de interés, mis artículos jurídicos, etc., y otro como formador empresarial, Alberche Formación, para difundir los cursos que imparto. Ahora estoy comenzando a retomar un viejo fondo documental sobre historia y tradiciones de mi pueblo, El Hoyo de Pinares (Ávila), que tenía en una antigua web, muy abandonado desde hace años y que, gracias a Blogsmadeinspain he podido actualizar a un diseño atractivo y a herramientas que me resulten más operativas. Pero todavía está muy incompleto y, por otro lado, en su planteamiento no es un blog propiamente dicho, aunque utilice una plataforma propia de los mismos por simple comodidad a la hora de publicar. 

¿Consideras alguno de ellos principal y más importante que los demás? 

La nota discordante es realmente mi bitácora por excelencia, la que hago simplemente porque quiero. Los blogs profesionales son, en la sociedad actual, instrumentos de trabajo. 

¿Qué tiempo semanal estimas que le dedicas a tus blogs? 

Es muy variable. Los blogs profesionales procuro tenerlos atendidos y actualizados, los considero una parte más de mi trabajo. El blog personal suele tener una media de una entrada semanal, pero soy muy irregular, depende del tiempo libre y las ganas que tenga. Me propuse a mí mismo desde el principio que tenía que intentar vivirlo como un placer y no como una obligación. 

¿Tienen las temáticas de tus blogs más que ver con tu profesión o con tus hobbies?

La nota discordante tiene que ver con mis aficiones e intereses personales, porque incluyo textos de opinión sobre política, actualidad social y cultura, a veces cuelgo reflexiones personales, o textos literarios, en ocasiones comparto relatos de viajes… Los del despacho Alberche Área Jurídica y Alberche Formación son puramente profesionales. 

¿Qué es lo mejor y peor de bloguear? 

Lo mejor para mí es poder expresarme libremente sin depender de nadie, desarrollar mi afición a escribir, mantener diálogo, descubrir personas interesantes entre otros blogueros y entre lectores… Lo peor es que te expones ante cierta fauna que pulula por internet, pero adoptando ciertas precauciones se puede sobrellevar. 

¿Tienes blogs en varios servicios diferentes? ¿Qué plataforma prefieres? 

Los tengo todos en Blogger. Comencé ahí, no recuerdo muy bien por qué, pues yo entonces apenas sabía nada de este mundillo. Supongo que ví que era el más popular. Luego había gente que me hablaba muy bien de WordPress, pero ya me había familiarizado con esta plataforma y no tenía interés en cambiar. Con el tiempo, Blogger ha ido mejorando mucho, incorporando muchas funcionalidades… Y por otro lado…, bueno, digamos que Google se indexa muy bien a sí mismo... 

¿Has tenido alguna vez problemas por alguno de tus blogs? 

Nunca, nada importante. Todo lo contrario, hasta ahora siempre me ha proporcionado satisfacciones. Ha satisfecho, en parte, mi gusanillo por escribir pero, como además en el blog la comunicación es en doble dirección, ha sido un especie de carta de presentación personal muy valiosa, sobre todo al principio, antes de la generalización de Facebook y las demás redes sociales. He tenido seguidores cuya participación y comentarios me han enriquecido personalmente, el blog me ha proporcionado contactos y relaciones muy interesantes y he llegado a conocer personalmente a gente que realmente vale la pena. Yo le estoy profundamente agradecido a La nota discordante, le tengo mucho cariño, cambió algunas cosas de mi vida. Y respecto a los blogs profesionales, creo que son un instrumento de comunicación con los clientes o potenciales clientes y otra tarjeta de presentación profesional ante quien acude a internet para buscar información o contrastar una referencia. Hoy todas las firmas empresariales y profesionales están en internet sí o sí, quieran o no, y es mejor que elijan, en la medida de lo posible, cómo quieren estar, que cuiden su reputación digital y que hagan uso de las nuevas tecnologías y las redes sociales como un instrumento más de trabajo, que por otro lado a mí me resulta interesante y muy útil.

La feria taurina de El Hoyo de Pinares en la prensa del primer tercio del siglo XX

Publicado en Diario de Ávila, 25 septiembre 2012.

No cabe duda de que la afición taurina tiene arraigo histórico en El Hoyo de Pinares. Ya en 1847, el célebre Diccionario Madoz da cuenta de que el pueblo “tiene 240 casas de mediana construcción distribuidas en varias calles empedradas, y 2 plazas, la una destinada a la venta de los comestibles y la otra a las corridas de novillos”.

En los archivos del Ayuntamiento, se conservan numerosos acuerdos municipales muy ilustrativos en tal sentido. Por ejemplo, en 1903 la Corporación, presidida por el alcalde Luis Marín, acuerda por unanimidad “que se solicite del Señor Gobernador Civil de esta provincia la licencia para la lidia y muerte de dos toretes para la festividad que, desde tiempo inmemorial, se celebra en esta villa el día 29 del actual, a su Patrono San Miguel Arcángel. Para los gastos de los repetidos toretes, así como los de los matadores, mulilla y coste de la plaza, sean abonados del presupuestos municipal de gastos, presentando cuenta justificada de los referidos gastos, como de los cohetes, que no podrán exceder de importe de cuarenta pesetas”.


Si acudimos a la hemeroteca, en la prensa nacional de principios del siglo XX podemos hallar algunas crónicas sobre la Feria de San Miguel en nuestra localidad.

El 3 de octubre de 1914, El País, bajo el título Toros en Provincias, incluye una breve reseña de una novillada, con “toros de Quintas, mansurrones” y la actuación de “Currillo, único espada” que “estuvo colosal toreando y banderilleando; hizo muy vistosas faenas de muleta, dando varios volapiés muy buenos. Fue sacado en hombros, habiendo ganado dos orejas”. Y añade un par de datos curiosos: “Ha sido contratado para la feria próxima. En el pueblo le obsequiaron con un banquete”. Asegura el cronista que la actuación de la cuadrilla también fue “superior, distinguiéndose en banderillas Cabanillos”. La revista El Toreo coincide en sus apreciaciones sobre este mismo festejo.

El municipio cumplió su compromiso y, al año siguiente, volvió Currillo a El Hoyo, compartiendo cartel con Vicente García, ambos con brillante actuación según Heraldo de Madrid del 30 de septiembre de 1915, que da cuenta de que García cortó una oreja y los dos salieron a hombros. El País se extiende más en su crónica y alude a dos festejos: “En las dos corridas de novillos celebradas en Hoyo de Pinares (Ávila), con motivo de la feria de San Miguel, se lidió ganado de Quintas, que resultó bravo y manejable el primer día y manso el segundo. Mellaíto estuvo bien las dos tardes. Currillo, colosal en la primera, en la que, aprovechando las buenas condiciones del ganado, hizo buenas de muleta, agarrando dos estocadas hasta la mano. En la segunda toreó por verónicas y cambió un par de banderillas, por lo que fue ovacionado. Con la muleta estuvo breve y valiente, demostrando las buenas cualidades que este torero tiene para figurar en uno de los primeros puestos entre los novilleros. Se deshizo de sus enemigos de dos estocadas y un pinchazo. Fue ovacionado y paseado en hombros por el pueblo”. Por cierto, este diestro segoviano Vicente García, Mellaíto, completaría, a lo largo de cuatro décadas en activo, una fructífera carrera que terminó en 1945, con un festival taurino de homenaje en el que, para brindarle apoyo económico tras su retirada, participan junto a él nada menos que Domingo Ortega, Victoriano de la Serna y Luis Miguel Dominguín.

LA MUERTE DE BARBERO

1916 sería un año trágico en la historia de nuestra feria taurina: muere en El Hoyo de Pinares el banderillero Serafín Uría Mauriz, Barbero. El diario La Acción narraba de esta forma el desgraciado suceso: “Ávila. En Hoyo de Pinares, de esta provincia, se celebró esta tarde una novillada en la que se actuaba de matador Francisco Martínez (Palmerito). Cuando más entusiasmado estaba el público y más aplaudía a Palmerito y al novillero Serafín Uría (Barbero), dos muchachos que trabajaban de firme, un novillo empitonó a Serafín y le corneó aparatosamente. Pasó Barbero a una casa particular, donde los médicos le reconocieron, sin dar importancia a las contusiones que presentaba. Creyóse que no había que temer por el diestro y que tardaría poco en poder ponerse en camino de Madrid, pero era tan grande la conmoción visceral que había sufrido, que un colapso cardíaco que le acometió le privó de la vida. El infeliz moría pocas horas después de haber sido recogido por caridad en una casa y, mientras agonizaba, en la plaza celebrábase un baile en el que mozos y mozas del pueblo danzaban, bien ajenos a que a pocos pasos de allí se escapaba la vida de un hombre joven que se arriesgó a exponerla temerariamente por conquistarse unas palmas y un puñado de pesetas que ofrecer luego a su madre y cuatro hermanos que mantenía. El infortunado era natural de Madrid y contaba veinticinco años de edad”. También Heraldo de Madrid se hace eco de la terrible noticia: “En Hoyo de Pinares, donde se celebraba una novillada lidiándose toros de Robles, que resultaron difíciles, al dar un capotazo al primer bicho, el banderillero Serafín Uría, Barbero, fue alcanzado, derribado y pisoteado horriblemente. Conducido a la enfermería, se le apreció una fuerte conmoción visceral que determinó un colapso cardíaco. Como la gravedad del diestro aumentaba, se le administraron los Santos Sacramentos a las nueve de la noche. Una hora más tarde el infortunado banderillero dejó de existir, rodeado de los médicos, de sus compañeros Palmerito, Gea y Joselillo, de su amigo Garcés y otras personas. En el pueblo ha producido la muerte del Barbero honda impresión”. Otras publicaciones, como La Correspondencia de España o La Lidia también se ocuparon de la triste noticia.

Serafín Uría, que había nacido en Madrid el 10 de julio de 1890, fue enterrado en el propio cementerio de El Hoyo de Pinares, donde todavía se conserva su sepultura. Cuando yo era niño, algunas jóvenes del pueblo acostumbraban a dejar flores sobre la misma el día de Todos los Santos, para que el banderillero no yaciera en completo olvido.

Es de suponer que la familia no pudiera afrontar los gastos del traslado. De la precaria situación económica en que quedó nos da idea el hecho de que, en octubre de 1916, los toreros que toman parte en una corrida en la Plaza de Toros de Tetuán en Madrid, y otros que estaban de espectadores y se unen de paisano, realizan, después del tercer toro, una cuestación entre el público a favor de la madre y hermanos de su compañero Serafín Uría, Barbero, recolectando 145 pesetas de entonces, gesto del que dan cuenta las revistas La Lidia y Toros y Toreros.

SIGUEN LAS NOVILLADAS

Ya en 1918, el Heraldo de Madrid del 1 de octubre, informa de que se lidiaron en la fiesta de nuestro pueblo “toros de Robles, buenos” y el diestro, Morato, estuvo “superior toreando y matando”.

Un año más tarde, el mismo rotativo vuelve a hacer referencia al festejo taurino anual de esta villa abulense, donde se repite un buen ganado de Robles y vuelve a actuar Morato, “único espada, colosal en todo, ovacionado y sacado en hombros”.

En 1922, La Voz recoge la celebración de la novillada de San Miguel, nuevamente con reses de Robles y compartiendo cartel Luis Mera y Maera II, acertados en faenas y estocadas. Mera, que fallecería en 1940, no llegó a matador y acabó siendo subalterno. José García López, Maera II, sí tomó la alternativa en 1929 en La Coruña, aunque como matador no le acompañó el éxito que había cosechado como novillero.

En 1928, Heraldo de Madrid da cuenta de la actuación de Manuel Rodríguez, Castrelito, en El Hoyo de Pinares, donde salió a hombros este torero gallego.

En 1929, encontramos en La Libertad la reseña de que “en Hoyo de Pinares se celebró la novillada de feria, con ganado de Siro Martín, que cumplió. Justino Mayor, único espada, tuvo un gran éxito”. Creo que se trataba de un diestro de Renera (Guadalajara) que había comenzado anunciándose como Saleri III.

El año en que se había proclamado la II República, 1931, El Imparcial refleja así la feria hoyanca: “Con mucha animación se han celebrado las dos novilladas de feria, en las que se lidiaron cornúpetos de García Resina. El diestro Finito, único espada, triunfó rotundamente ambas tardes, y cada una le fueron concedidas dos orejas entre grandes ovaciones”.

En 1933, La Libertad reseña en su apartado “Otras novilladas”: “En Hoyo de Pinares, ganado de Alonso, bravo. Amadeo Serrano, regular la primera tarde y bien la segunda. Cortó orejas. El banderillero Reverte resultó con una cornada en el cuello, de pronóstico reservado”, si bien, por fortuna, no se repitió la tragedia de años atrás.


Un siglo después de las primeras crónicas periodísticas que hemos citado, la Feria taurina de San Miguel no faltará a su cita anual. Sin perjuicio de la austeridad a la que los tiempos y la situación obligan, El Hoyo de Pinares está procurando mantener e incluso incrementar el prestigio de una modesta pero muy digna feria. Sus festejos ofrecen ocasión, a nombres ya contrastados en novilladas sin picadores, de encontrarse con destacados encastes de la ganadería española, e ir así dando pasos en su difícil empeño de llegar a ser matadores de toros. No por casualidad, la feria hoyanca ha pasado a formar parte del certamen nacional El camino hacia el toreo. Las interesantes Jornadas Taurinas previas y el galardón Piña de Oro al mejor novillero son acertadas iniciativas que contribuyen a dar mayor realce a esta feria local.

(Ilustraciones:
- Novillada en la Plaza de España. Fotografía propiedad de Lucila Galán. Publicada en el libro El Hoyo de Pinares: Imágenes del Ayer, de Carlos Javier Galán
- Portada de la revista La Lidia, 20 noviembre 1916
- Portada del diario Heraldo de Madrid, 1 de octubre de 1916
- Tendidos de la Plaza de España en tarde de toros. Fotografía propiedad de Sebastián Gallego. Publicada en el libro El Hoyo de Pinares: Imágenes del Ayer, de Carlos Javier Galán)

Un médico en El Hoyo de Pinares del siglo XIX

Artículo publicado en el Programa de Fiestas San Miguel 2012 de El Hoyo de Pinares.
D. Máximo García López publicó en 1847 una especie de memorias en dos tomos, bajo el título Diario de un Médico.

Contenían el relato, casi novelado, de su azarosa historia profesional, que hasta entonces se había desarrollado sobre todo en las provincias de Toledo y Ciudad Real, en el convulso marco histórico de la primera guerra carlista. Pero si lo traemos aquí es porque el primer destino del joven licenciado en medicina fue precisamente El Hoyo de Pinares, donde prestó servicios durante dos años, entre 1832 y 1834, una experiencia a la que dedica casi un centenar de páginas de su obra. 

EL HOYO EN 1832

Leyendo su Diario, podemos saber que el nuevo médico titular fue recibido con un banquete en casa del alcalde y su esposa, con la presencia de la corporación municipal y del escribano (lo que hoy llamaríamos secretario). La comida, cabrito asado, era servida por el alguacil del concejo, apodado tío Fuelles.  El recién llegado traza un interesante y curioso retrato de cómo era entonces nuestro pueblo (lo transcribo con ortografía actualizada):

“Hoyo de Pinares es de unos 250 vecinos [un concepto entonces similar a “cabezas de familia”], pertenece a la provincia de Ávila y al Juzgado de Cebreros, del que dista una legua. Tiene una parroquia con la advocación de San Miguel.

Está situado este pueblo propiamente en un hoyo cercado de elevadas sierras, donde se crían muchos pinos de diferentes clases, y sin duda de aquí deriva su nombre.

Su figura es casi la de un triángulo imperfecto: está dividido en tres secciones o pueblecitos por las cortaduras que hacen dos arroyos que descienden de lo alto de las montañas, formando unas cascadas tan sorprendentes, naturales y hermosas que recrean agradablemente cuando las lluvias las hacen correr.

Luego que estos pasan el pueblo, se juntan y, recogiendo las aguas de diferentes puntos, llegan a veces a formar un arroyo respetable que después desemboca en el río Alberche.

Para el tránsito de los vecinos de unos puntos a otros del mismo, tiene construidos tres puentes, dos bastante sólidos, espaciosos y labrados, y otro endeble para el arroyo más pequeño, que frecuentemente tienen que estar reparando. Tiene tres plazas, la principal, recién construida, la antigua que era más bien un corralón para los ganados y carretas, y la plazuela del Sol que está inmediata a la iglesia, al Sur de ella.

En uno de sus extremos hay dos grandes álamos negros, cuyos gruesos y carcomidos troncos manifiestan la antigüedad de su plantación.

A su sombra se guarecen en  tiempo de verano los mozalbetes y curiosos para ver entrar en la iglesia a las serranas, mientras el sacristán tañe las horas enteras las campanas dando tiempo a que el pueblo se reúna a ver la única misa del arciprestazgo que en todo lo más del año suele celebrarse.
Las casas de piedra, con poca luz y ventilación, dan un aspecto tétrico y sombrío a las calles que, como ya se ha dicho, son desiguales, sucias y mal empedradas. Se crían buenos pastos en las praderas señaladas para ellos, pero se esconden entre sus verdes yerbas muchas víboras que a veces hacen mortal su mordedura.

Con estos pastos se alimentan infinidad de ganados, particularmente el cabrío y lanar fino y ordinario, que dan excelentes leches y lanas.


Las aguas, delgadas y frías. Frutas excelentes. Se coge poco trigo, bastante centeno, y la industria principal consiste en el cultivo del lino y en la recolección de piñones, que es de propiedad general, no siéndolo así las maderas, que pertenecen a los propios.

No se consume otra carne que la de cabra. Se coge poca aceituna. Para el alumbrado usan las teas o rajas de pino.

Los ganados vacuno y el de cerda andas sueltos por las calles, circunstancia de motiva la suciedad e inmundicia que ya hemos referido.

Los naturales son sencillos y dóciles, hallándose la propiedad muy distribuida, así es que rara vez se ha visto impetrar la caridad pública a ningún vecino.”
 


El médico se instala en la localidad junto con su esposa y su hija, y toma a su servicio a una mujer del pueblo, la tía Gorriona, quien le irá aconsejando sobre cómo adaptarse a la peculiar idiosincrasia local.

El facultativo sustituye a D. Prudencio, al que, según la Gorriona, un malentendido relacionado con el arreglo de una boda (se negociaba el importe de la dote) le costó sufrir maledicencias y terminar perdiendo injustamente su plaza.

UN MÉDICO RURAL DEL SIGLO XIX

D. Máximo va narrando diversos casos de su ejercicio profesional en la villa. Por ejemplo, cuando tuvo que atender al tío Purgatorio, que había sufrido un síncope por falta de alimentación. O en otra ocasión, cuando es llamado por un chiquillo “descalzo, en mangas de camisa, con unos calzoncillos de paño con mil remiendos y por tirante un pedazo de orillo”, para que atienda a su madre, la tía Torcida, supuestamente por un cólico. Lo que le aquejaba resultó ser realmente… una borrachera.

Uno de los episodios a los que más atención presta el Diario es la agonía de un veterano de guerra, víctima de una grave dolencia pulmonar, y que, con 54 años de edad, narra su desventura al médico que le asiste en sus  últimos días. Pero creo que la historia de este excombatiente hoyanco bien merece que le dediquemos en otra ocasión un artículo específico.

Una tarea ingrata para D. Máximo, y que le ocasionó algún disgusto, era decidir quiénes estaban exentos para el servicio de soldados, pues se movía entre intensas presiones y una preocupante inseguridad jurídica.

El médico tendrá que enfrentarse a enfermedades que en su mayoría eran fruto de la insalubridad en las condiciones de vida. En el verano eran frecuentes las “fiebres intermitentes”, “con intensidad tal que muchos sucumben a impulsos de su malignidad”. “Una atmósfera viciada por la descomposición de los vegetales, en contacto con las aguas de los arroyos (…) ha de desarrollar efectos nocivos y, con ellos, producir fiebres epidémicas”. Igualmente “por aquel tiempo se desarrollaba en algunos pueblos de la provincia, y particularmente en Cebreros, una enfermedad grave de carácter contagioso que hacía infinidad de víctimas”. La enfermedad, que él considera fiebre tifoidea, también atacaba a quienes atendían a los enfermos y nuestro protagonista tendrá que asistir a sus colegas de San Bartolomé de Pinares y de Navalperal, afectados por la dolencia. Finalmente, la epidemia llega a El Hoyo, donde resultan una “infinidad” los “invadidos” por la misma. 

El médico detalla que “no había en el pueblo botica, distaba ésta una legua” (seguramente estaría en Cebreros) y, como es obvio, con la dificultad de desplazamiento propia de la época. “Mientras van y vienen por la medicina, ¿cuántos peligros puede haber corrido el enfermo?”, se preguntaba. Explica también que el sistema de pago en la farmacia era mediante una iguala fija. Esto, en casos de pandemia, le planteaba un problema: si recetaba mucho, era la ruina del farmacéutico; si recetaba poco, era un peligro para los pacientes. Pero tenía que atenerse a su deber moral, como hizo el boticario al “despachar las medicinas que los igualados necesitaren”, aunque cree que este tipo de contratos “debieran estar proscritos”.

Por si fuera poco, el galeno padecía los reiterados impagos del Ayuntamiento y, aunque su ama le aconseja que sea insistente en su reclamación, al médico le incomoda la situación: “Me es tan repugnante andar todos los días molestando, que prefiero vivir en la indigencia a esa humillación servil con que parece que se recrean los concejales”. Critica en su texto el reparto del coste médico que el consistorio hace entre la población: “Lo mismo cargan al infeliz jornalero que al vecino más acomodado”, lo que a sus ojos supone una evidente injusticia.

D. Máximo sufre la precariedad sanitaria de la época: “Para probar hasta dónde llega el abandono de la salud pública en los pueblos y la poca estima que en algunos tienen los instrumentos y cosas necesarias para corregir enfermedades repentinas, como cólicos, apoplejías, etc., baste saber a nuestros lectores que en esta población de más de 250 vecinos no había siquiera una lavativa… y más de cuatro veces, si por fortuna no la hubiera tenido el facultativo, hubieran perecido los enfermos. A petición e instancias mías logré que el Ayuntamiento se hiciera con una y, como ‘jeringa de la Villa’, andaba tan necesario instrumento de una parte a otra todo el día”. 

El médico tenía también que luchar contra la superchería. Así, conocerá un día a la Saludadora, una mujer forastera que aseguraba tener el poder de prevenir la rabia. Se la encontró en la Corredera, con “sus pelos blancos y desgreñados, su cara arrugada y morena y un tumor voluminoso que pendía de la parte anterior de su cuello”. Llevaba un rosario de Jerusalén y ofreció al médico sus servicios. Dijo que ella tenía la marca de una cruz de Caravaca en el paladar y que eso indicaba su capacidad para proteger a los demás de la rabia. Afirmaba poseer “documentos y certificaciones y cuanto usted quiera del prior de los monjes jerónimos del monasterio de Guisando”. Y, delante de él, paró a un joven que pasaba e hizo una demostración de su ritual, lo que provocó que el médico, de vuelta a casa, se lamentara de “la estupidez e ignorancia con que las clases pobres sostienen esas rancias preocupaciones” pensando que son las carencias educativas la fuente de la que “manan tantos absurdos y patrañas, tanta ignorancia y superstición”.

Pronto sabrá también de la ingenua confianza de la gente en un curandero de Las Navas, a través de una mujer que acompaña a su esposo enfermo: “Venimos a que vea usted a mi marido, a quien hoy ha dado una fuerte calentura y un frío tan extraordinario que por poco se muere. La ‘tía Calva’ nos ha dicho que debe ir a Las Navas del Marqués a que le cure ‘el Brujo’ porque, de lo contrario, nunca se pondrá bueno”. Ante la sorpresa del doctor, le explica que es “un hombre que hace milagros con sus letanías y oraciones, pero tan raro que algunas veces, como no le regalen bien, no quiere curarlos”. Y acaba ofreciendo más detalles: “En cierta ocasión fui yo con una vecina, le pidió una liga y un poco de pelo de junto a la oreja izquierda y lo quemó todo, con una mezcla de sebo de lobo y huesos de muerto, hizo un ungüento y empezó a darle tantas frotaciones por todo el vientre que en poco se puso buena”. El médico se indigna: “No pude continuar oyendo tanta estupidez y fanatismo”. Y, tras reprenderla, prescribe un medicamento para el paciente: “Tome usted esta receta, vaya a la botica, que con ella le darán una medicina que no dejará de producir más alivio que las oscuras frases y ridículas ceremonias de un impostor que vive y explota su mina a costa de la credulidad de los ignorantes, abusando de nuestra paciencia y de la tolerancia de las autoridades”. 

LA FIESTA DE SAN SEBASTIÁN

Una curiosidad histórica local que reflejan las páginas del Diario de un Médico es la celebración de la festividad de San Sebastián, a la que fue invitado por la Corporación. Ese año se aprovechó también la solemne ocasión como acción de gracias por el fin de la epidemia de fiebre tifoidea.

En esa fecha hoy se celebra la tradición de la Vaquilla, relacionada con los quintos. Pero el 20 de enero de 1834, el programa festivo incluía una misa solemne con sermón, una procesión y –lo más desconocido para nosotros- una representación de origen medieval que rememoraba las luchas de moros y cristianos.

Cada comparsa era dirigida por un anciano y salían delante de la procesión de San Sebastián, cuya imagen aún se conserva hoy en uno de los retablos del templo parroquial. Una iba con ropajes de moros y bailaba al compás de unos palos. La otra, vestida “a la antigua española”, danzaba al son de dulzaina y tamboril.

La comparsa mora representaba “a veces batallas a campo descubierto y otras, formando con sus cuerpos improvisados castillos, desafiaban con sus palos y acciones el valor de los cristianos. Éstos, que veían el desafío, imitaban otros iguales y, admitiendo el reto de los moros, se introducían entre sus filas y, dando palos y más palos unos y otros sin perder el menor sonido, hacían una visualidad curiosa y entretenida, a la par de agradable y entusiasmadora. Esta escena guerrera duraba mientras la procesión hacia alto en alguno de los puntos señalados al efecto y después, aparentando ser vencidos los moros, marchaban en precipitada fuga a su primitivo puesto. Los españoles, como dueños del campo, expresaban con sus alegres movimientos el triunfo obtenido sobre sus enemigos y por delante de la imagen seguían haciendo sus evoluciones”.

“Nunca había visto a las serranas más aseadas, peripuestas y limpias que en aquel día”, escribe el médico. “Animación, solaz y alegría presentaba aquella villa en tan solemne fiesta. Los males y sustos sufridos con la epidemia se olvidaron, el frío de la estación no impresionaba a sus naturales, sólo regocijo y baile se veía por doquier en sus semblantes”. 

Terminada la procesión, “los danzantes, después de acompañar al señor cura y Ayuntamiento a sus casas, marcharon con los mayordomos del santo a tomar el refrigerio de costumbre”. 

Por la tarde, se celebraban nuevas danzas en la plazuela del Sol, pero ahora ya también con participación femenina.

El tamborilero cantaba una letra que suponemos que hacía referencia a Alfonso VII, que reinó en Castilla y en León en el siglo XII y fue coronado como Imperator totius Hispaniae:

Al Rey D. Alfonso,
al Rey mi Señor
la España le aclama
por Emperador.


Se trata de un monarca muy vinculado a la ciudad de Ávila, a la que otorgó uno de los títulos que aún hoy aparecen en su escudo, por haberle protegido durante su minoría de edad.

Pero el médico no salió de su asombro al escuchar que esta canción de evocación histórica se mezclaba de pronto con otra malévola coplilla, al parecer dedicada a un vecino que se había casado con una chica embarazada: 
Tú te la llevarás,
Periquito, la Bartola
tú te la llevarás
pero no está sola… 


SU MARCHA

El médico no guardará un buen recuerdo de El Hoyo de Pinares. Al exceso de trabajo, las carencias en el ejercicio profesional, los impagos de honorarios municipales y los problemas de salud, se unió la desgraciada muerte de su hija. Toda la familia había enfermado en distintos momentos, pero la pequeña -“nuestra única y apasionada hija que con sus caricias mitigaba los eternos disgustos”- falleció víctima de una “fiebre gástrica fulminante”, lo que fue para sus padres “el último golpe y más sensible para poner a prueba nuestro sufrimiento”.

Cuando el matrimonio sanó de sus dolencias, consiguió otro destino y abandonó nuestro pueblo en junio de 1834. “Después de un viaje penoso, con caballerías cargadas de muebles, que se rompían a cada paso por los áridos y espesos montes de El Hoyo, Cebreros, Cadalso, etc.”, D. Máximo García López llegará, junto con su esposa, a la localidad de Carmena (Toledo), para tomar posesión de su nueva plaza.

(Ilustraciones: dibujo procedente de la obra original; fotografía de un dintel de una vieja casa de El Hoyo de Pinares, de Manuel Tabasco; y cubierta original del libro)