Que alegraba siempre el corazón

No me hubiera gustado estar en la piel de aquellos padres que tuvieron que explicarnos por qué nuestro Fofó había muerto. Los que tuvieron que enfrentarse a aquellas caritas de pena que miraban el televisor en blanco y negro con incomprensión.

- Quiero decirles a todos los niños –declaraba un Gaby al que por vez primera veíamos vestido de otra forma y con lágrimas de verdad- que Fofó no ha muerto, que el que ha muerto hoy es Alfonso Aragón Bermúdez. 

Yo tenía aún nueve años y colgué en mi habitación el póster de mi payaso favorito, que se nos había ido. 

Pero la vida siguió, las canciones siguieron, las sonrisas siguieron. Porque todos sabíamos que, sin temer jamás al frío o al calor, aquel circo daba siempre su función. 

¿A que algunos de los que me leen no son capaces de diferenciar una lagartija de un lagartijo? Los de nuestra infancia sí. 

- ¿Sois capaces?- preguntaría Gaby 
- Somos más que capaces… –aseguraría Miliki.
- ¿Qué sois? 
- Capataces

Es muy fácil. 

- Mira, Gaby, para saber si la lagartija es niña o niño, tú te la colocas en la mano, con la tripita hacia arriba –explicaba Miliki-. 
- Sí 
- Entonces le rascas en la barriga. Y, si se pone contenta, es lagartija
- ¿Y si se pone contento? 
- Entonces lagartijo 

Nos regalaban música con su saxo, su acordeón, su trompeta…, pero también sacaban melodías de vasos con distinto nivel de agua o de mil y un inventos parecidos. En las aventuras le hacían perrerías de todo tipo al Sr. Chinarro, que se tiene el cielo ganado. Y en la canción que cerraba el programa, nos hicieron imaginar una gallina que era un caso singular y un ratón que soñaba ser un gran campeón jugando al ajedrez. 

Aquél era un circo que, ciertamente, alegraba siempre el corazón. 

“Toda fantasía tiene su final –se despedía Emilio Aragón, Miliki, tras presentar uno de sus discos recopilatorios-. Pero en vuestros corazones podéis conservar siempre un gran poder. El poder de transformar lo que os rodea, de inventar mundos, de hacer que las cosas cobren vida. El maravilloso poder de imaginar”. 

No sé cómo será el mundo de mi sobrina y de los niños que crecen ahora. Pero estoy seguro de que los niños de Miliki, los niños de treinta y de cuarenta años, les transmitirán de alguna forma esa misma magia.

Quiero creer que, cuando alguien les pregunte cómo están, los niños de hoy y los de mañana, a pesar de tantas cosas, se podrán seguir desgañitando: 

- ¡Bieeeeeeeeeen! 

 Más fuerte, que no se oye… ¿cómo están ustedeeeees?

(Ilustración: Juan Carlos Martínez, blog Capitán Lugo)

El mundo que no vivirá

Tenía 86 años y hace unos meses estuvo codo con codo, compartiendo indignación con el resto de jóvenes.

Se nos va Agustín García Calvo, filósofo, poeta. Inclasificable, indómito, hombre libre.


(Ilustración: Retrato de Agustín García Calvo, por Ana M. Franco Guzmán. Video: Amancio Prada y Chicho Sánchez Ferlosio interpretan El mundo que yo no viva, letra original de Agustín García Calvo)