Colegio de Abogados de Madrid: los últimos coletazos de un Régimen (y V)

"Aferrao a mi butaca
como una lapa,
a mí nadie me despega
de este sillón..."
-Sillón de mis entretelas. Luis Eduardo Aute y Jesús Munárriz-

Antonio Hernández Gil, tras treinta años en la junta de gobierno del Colegio, cinco de ellos como decano, se niega a aceptar el resultado de las urnas y abandonar su cargo, alegando supuestas irregularidades en la votación que perdió abrumadoramente. 

Pero, ¿cuándo empezaron realmente tales reclamaciones? Sólo una vez que se fue conociendo cuál sería el resultado. 

El escrutinio comenzó con normalidad y sin que nadie dudara de que debía llevarse a cabo ni cuestionara la votación en sí hasta ese momento. Ya avanzado el mismo, una vez que Hernández Gil y los demás comprueban que la candidatura de Sonia Gumpert le supera con creces en apoyos, es cuando de pronto comienzan a reaccionar y a concertar acciones entre todos los perdedores, capitaneados por un decano que se resiste a ser saliente

Formulan entonces una reclamación conjunta, en la que piden que se suspenda la proclamación de los resultados. Un régimen que se había resistido al cambio, jugando sucio durante la campaña, pretende, además, que se anule nada menos que la voluntad democráticamente expresada por los colegiados en las urnas. 

Esa noche, mientras muchos abogados y abogadas de a pie de Madrid esperamos en las inmediaciones del Palacio de Congresos que se anuncie la victoria de la primera mujer decana en los cuatro siglos de historia del Colegio, Hernández Gil y sus secuaces maniobran en los despachos para conseguir que la comisión electoral suspenda la proclamación de resultados. Y provisionalmente lo logran, en un acuerdo adoptado de madrugada. 

Resultó poco edificante ver a Montse Suárez, despreciada e invisibilizada durante la campaña por Hernández Gil y Cremades, hacer causa común con ellos. Como sorprendió ver a Peláez alineado con quien le dejó desamparado, desde esa indiferencia hacia nuestra profesión que ha caracterizado su mandato. O comprobar cómo ALA, asociación de la que se podrá disentir pero que lleva años de trabajo continuado en el colegio en defensa de sus ideas, se unía con quien representa la visión más rancia y cerrada del Colegio para evitar que se consumara una alternativa que no sean ellos: “contra Hernández Gil vivíamos mejor”, podría ser el lema. 

La coalición de perdedores consigue, además, que se difunda una pésima imagen de los abogados de Madrid, cuando se divulga que llamaron a la policía. Incluso hablan intencionadamente de pucherazo o de fraude cuando ni tan siquiera ninguna de las supuestas irregularidades se refiere a un falseamiento del resultado de la votación. Es gravísimo el daño causado a la reputación de los abogados de Madrid por quien ha sido el peor decano de su historia, en un todo vale con tal de no soltar el cargo. 

El resultado no puede ser más elocuente del deseo de cambio del colectivo: 6.426 votos para Sonia Gumpert frente a 3.293 para Antonio Hernández-Gil y 2.769 para Javier Cremades. 
La candidata ganadora, la decana elegida por la abogacía madrileña, Sonia Gumpert, ofrece al día siguiente una rueda de prensa y es contundente en la defensa de la voluntad de cambio que ha resultado de las urnas: "Nuestra candidatura va a luchar para que prevalezcan todos y cada uno de los votos que han sido emitidos en un proceso electoral limpio y democrático". Frente a ella, el viejo régimen personificado por Hernández Gil, con el resto de candidatos como comparsa, que se resiste a aceptar el resultado democrático y quiera perpetuarse en el cargo contra la voluntad de los propios colegiados.

Cuando comencé a escribir esta serie todavía estábamos en plena incertidumbre. Hoy ya sabemos que este primer intento de silenciar a los abogados y abogadas de Madrid ha durado poco tiempo, porque era insostenible. 

Una vez presentadas las acusaciones, unas falsas y otras simplemente ridículas, la comisión electoral las desistima argumentadamente y ha proclamado a la nueva Junta de Gobierno. 

Ahora bien, si creen que, tras esa resolución, Hernández-Gil ha aceptado ya el resultado democrático elegantamente y ha empezado a preparar un traspaso democrático de poderes desde la sensatez, están equivocados. 

Continuará la vía penal -creo que por poco tiempo- y seguirá la vía contencioso-administrativa -lamentablemente, con una tramitación mucho más prolongada-. 

Vistos los argumentos fácticos y jurídicos que se esgrimen, estoy absolutamente convencido de que la justicia avalará la voluntad de la abogacía madrileña expresada democráticamente. Pero tendremos que esperar todavía un largo tiempo, en el que el viejo régimen que hemos padecido no se dará por vencido y seguirá jugando sucio.

Mientras, los abogados de a pie miramos con esperanza un mandato que comenzará pronto. No le resultará fácil a Sonia Gumpert afrontar todas las campañas de infundios que, sin duda, se avecinan, ni desmontar el entramado de intereses en que han convertido el Colegio. Pero ojalá acierte, por el bien de todos. 

Sería aleccionador demostrar, aunque sea en nuestro pequeño ámbito, que los poderes fácticos no siempre ganan, que a veces puede hacerse realidad una alternativa. Sin duda, nuestro Colegio lo necesita de forma apremiante.