El domingo 1 de junio firmo en la Feria del Libro de Madrid



Mañana domingo 1 de junio vuelvo a la Feria del Libro de Madrid, en el Parque de El Retiro.
 
En esta ocasión, firmaré La empresa ante la Inspección de Trabajo y el resto de mis libros de divulgación jurídica.
 
Estaré de 12 a 14 horas en la caseta 266, de FC Editorial.
 
Si les apetece pasar a saludarme, me encantará verles por allí.

El día que cobraron vida los cromos de mi infancia

De niño yo estuve en Bruselas sin salir de mi pueblo. Aquella mañana, después de la final de la Copa de Europa, mi padre me contó lo que había pasado en el partido, reviviéndolo con todo detalle. 

El Atleti se enfrentaba al Bayern de Munich. El árbitro había pitado falta a favor del Atlético al borde del área. La tiró Luis y, en cuanto superó la barrera, alzó los brazos celebrándolo porque sabía que iba a entrar.

En el bar de mi familia, el Pinarsol, todo el mundo cantó aquel tanto, que parecía destinado a convertir al Atlético de Madrid en campeón continental. Alguien se acercó a la máquina de discos, echó una moneda, y puso el himno. Todo era una fiesta. “Qué alegres son los colores de tus rayas rojiblancas…”. No se vayan a creer que había varios himnos de equipos de fútbol. Se podía elegir entre Fórmula V y Los Diablos, entre Mocedades y Los Chichos, o entre Bob Dylan y los Rolling…, pero estaba disponible un único himno deportivo: el del Atleti, un single de vinilo que aún conservamos.

A aquel encuentro le sobró medio minuto, ese último suspiro en el que los alemanes consiguieron un empate inverosímil que enmudeció cientos de miles de gargantas de rojiblancos en el estadio y ante el televisor. 

Cuarenta años después, la Peña Los 50, a la que tengo el honor de pertenecer, decidió que los protagonistas de aquella final bien merecían un homenaje. “¿Por qué –dijo Luis Aragonés cuando le expusieron la idea hace ya tiempo-, si somos viejos y además perdimos?”. Porque habían ganado una liga la temporada anterior. Porque consiguieron llegar hasta ahí, a la final de la Copa de Europa. Porque luego ganarían la Copa Intercontinental. Porque hicieron soñar a una afición. Porque, como decía el presidente de la peña, Bernardo Salazar, es mentira que sólo se haga historia cuando se gana. 

Entonces ni siquiera podíamos sospechar que ese acto se iba a celebrar en vísperas de que el Atleti vaya a disputar, cuatro décadas después, otra final del mismo torneo.

Muchos de esos jugadores hacía años que no se veían. En Madrid se han vuelto a juntar, han recordado, se han reído, se han emocionado, se han sentido arropados y queridos. Ha sido un reencuentro hermoso, unos días mágicos con un emotivo acto central en un Cine Proyecciones abarrotado. 

Reina, Melo, Capón… Si escucho aquellas alineaciones, cada uno de sus nombres lo recuerdo con la voz de mi padre. Poder compartir mesa, cerveza y conversación con los ídolos de mi infancia ha sido un privilegio. 

Cuando coleccionaba cromos, cuando los cambiaba con los amigos del colegio, cuando jugaba al balón en las calles del pueblo soñando con ser como el Ratón, aquel pequeñajo nunca imaginó que, cuatro décadas después, se lo podría contar al propio Rubén Ayala, que sonreiría complacido. 

Decía un diario deportivo que entre mis compañeros de Los 50 hay figuras de la comunicación, del deporte, de la cultura… Pero no saben lo más grande: hay expertos en hacer realidad los sueños.

Con la ilusión y la sonrisa de niño que aún no se me ha borrado, sólo tengo una palabra: gracias.

Consume y calla: desmontando la trampa del asterisco

En este blog –aviso- se practica desde siempre una especie de sano "nepotismo": la de promocionar las creaciones de las personas a las que quiero. Pero eso no impide que lo que digo sobre esas creaciones sea verdad.  

Ana Isabel Gutiérrez Salegui, psicóloga experta en trastornos de la conducta alimentaria -y en muchas más cosas-, ha publicado recientemente Consume y calla, cuya lectura acabo de terminar.

No me sorprende que hayan sido las televisiones públicas, menos condicionadas por empresas anunciantes, quienes hasta ahora han prestado más atención a este libro. Porque su autora ha dejado al descubierto las vergüenzas de unas industrias –la de los alimentos funcionales y la de los cosméticos “milagrosos”- que primero nos crean una falsa necesidad y a continuación nos venden –a menudo con malas artes- el supuesto remedio.

No resulta fácil conjugar rigor y amenidad. Existen sesudos estudios científicos que nunca se convertirán en obras divulgativas ni llegarán al gran público. Y, en el otro extremo, acecha el riesgo de caer en el sensacionalismo y despachar estas cuestiones con rechazable ligereza. En su libro, Ana nos ilustra con datos y valoraciones respaldadas por dos centenares de fuentes solventes y, sin embargo, deja que salga de vez en cuando su lado más irónico y gamberro, en un trabajo que informa y educa, pero en modo alguno aburre. 

Consume y calla, de Foca Ediciones (el sello en el que Akal agrupa sus títulos más valientes o más heterodoxos), nos habla de lo que el refranero llamaría “la ley y la trampa”. Denuncia los estereotipos artificiales que se nos acaban imponiendo para incitarnos a consumir los modernos Bálsamos de Fierabrás. Pone la lupa sobre unos suplementos alimenticios que, cuando no son superfluos, los podemos hallar, en mayor medida y con menor precio, en la alimentación natural. Desmonta los trucos publicitarios, tejidos con medias verdades, con letra pequeña, con referencias a encuestas y estudios sesgados, con insinuaciones que sustituyen a afirmaciones vedadas… y siempre con los irresistibles señuelos de la belleza y la salud.

Yo he aprendido muchas cosas en sus páginas: desde curiosidades históricas -como que en la Edad Media existían ya incipientes normas que hoy llamaríamos “de protección al consumidor”, según revela Juan Eslava Galán- hasta que las empresas que me tientan continuamente con alimentos hipercalóricos son a menudo las mismas –qué mamonas- que después me ofrecen productos dietéticos que me prometen adelgazar en un abrir y cerrar de ojos. He asistido, página a página, al desenmascaramiento de la picaresca que existe disfrazada bajo palabras como lactobacilus, omega, isoflavonas, light, sin gluten, sin alcohol, eco, bio o natural. Y, para finalizar el libro, el ranking de los diez mejores asteriscos es impagable.

Para quienes no gusten de los eufemismos y disfruten con la brillantez, Consume y calla es un libro más que recomendable. Da mucho juego para reflexionar. Y para debatir.
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Éste es un reportaje sobre el libro en el informativo de "mi" Mara Torres:
 


Éstas otras entrevistas en La tarde en 24 horas, Para todos La 2 y La aventura del saber:

 

 

Y algunas reseñas y entrevistas en prensa escrita: 

- National Geographic, 07.04.14
Tiempo, 09.04.14 
- El País, 11.04.14
- El Confidencial, 11.04.14
- La Información, 11.04.14   
- Deia, 04.05.14