El principito se sentó en una piedra y elevó los ojos al cielo.
- Yo me pregunto –dijo- si las estrellas están encendidas
para que cada cual pueda un día encontrar la suya.
Mira mi planeta; está precisamente encima de nosotros…
Pero ¡qué lejos está!
Antoine de Saint-Exupery- El principito
Se llama
María Magdalena Hernán Obispo, tiene 36 años, es Licenciada en Física… y ha descubierto un planeta.
Maleni, que se dedica a la investigación astrofísica y está realizando su doctorado en la Complutense, andaba un día enfrascada en sus cosas, o sea, analizando la velocidad radial de una estrella o algo por el estilo, cuando ¡zas! encontró por casualidad un nuevo planeta. Lo grande –me parece a mí- es que se dio cuenta del hallazgo. ¿Ven? Los despistados no serviríamos para astrónomos.
Escribía también el narrador de
El principito que, además de los planetas que nos suenan a todos –los de nuestro sistema solar-, existen otros muchos y que
“cuando un astrónomo descubre uno de estos planetas, le da por nombre un número”. Y veo que no se equivocaba, porque al planeta que encontró Maleni le han llamado el
BD-20 1790 b. Ya les vale…
Tiene 35 millones de años. Aunque nos parezca una edad matusalénica, por lo visto, en materia de planetas, esto supone ser muy joven. De hecho, se trata del exoplaneta (o sea, el planeta extrasolar) más joven que se ha localizado hasta ahora en torno a una estrella. Considera Maleni que el hallazgo supone
“el eslabón perdido entre una estrella en la que se están formando los planetas y un sistema como el Sol con muchos miles de millones de años”. Parece ser que el descubrimiento permite estudiar un planeta joven en una estrella activa y contribuirá a conocer las fases más tempranas de la formación de los mismos.
Aunque la gente cercana dice que estoy siempre en la luna, en realidad no me llama mucho la atención la astronomía. Así que la
noticia de este descubrimiento del que les estoy hablando, como no podía ser de otra forma, me había pasado desapercibida entre las secciones especializadas de los periódicos. Y confieso que no soy yo muy dado a leer tampoco la
Astronomy and Astrophysics, revista donde parece que se dio a conocer detalladamente el mismo.
Y, entonces, ¿por qué estoy escribiendo sobre esta historia? Pues porque me encontré ayer, en un rinconcito de un periódico, una carta que escribe Gema Fernández, una amiga de Maleni. Más que reprocharle nada a su amiga, Gema venía, de alguna forma, a reivindicar su trocito del planeta:
“Este descubrimiento tiene un poco de todos aquellos que te hemos apoyado, hemos sufrido tu aislamiento, que tu móvil sea un mero aparato que transportas en el bolso, tu cansancio, tus penas y alegrías, tus nervios, tus emociones, tus horas en vela y, sobre todo, te hemos echado de menos”.
Dos ideas me han venido a la cabeza, elementales y poco originales, porque uno es así. La primera es qué poco nos fijamos en la parte más humana, que se esconde detrás del telón de aquello que trasciende públicamente. Y, sin embargo, a mí, que no me había despertado interés el planeta BD-20 1790 b, sí me ha llamado la atención lo que contaba la amiga de Maleni. Pensaba en el tiempo robado al sueño y a las personas cercanas, en las horas de estudio, de investigación, de trabajo, en las decepciones, las ilusiones, la perplejidad, las dudas, la fascinación y la alegría que tiene que suponer lograr un hallazgo como ése y verlo confirmado… Me imaginaba que, como dice Gema, detrás de cada historia de esfuerzo, casi siempre encontramos al lado personas que nos quieren, que nos van apoyando, que comparten nuestros sinsabores y que se alegran sinceramente con nuestros éxitos. Seguramente los amigos de Maleni, su familia, su gente, se merecerán también una porción de este éxito. Añadía Gema que su principal motivo para alegrarse es que
“a una persona buena le pasen cosas buenas”. Cuando pueden decir eso de ti, ¡qué grande! ¿no?... Incluso aunque no hayas descubierto ningún nuevo planeta.
Y lo otro que pensaba al hilo de esa carta es algo que ya me habrán leído en otras ocasiones. Tal vez este descubrimiento sólo ocupará espacio en las secciones de ciencia de los diarios o en las publicaciones especializadas y poca gente reparará en lo noticiable del hecho, pero mucho menos en la historia humana que subyace al mismo. Porque los medios de comunicación –y no es asunto baladí- nos siguen presentando cotidianamente como modelos sociales dignos de atención a personas que se hacen famosas simplemente por enrollarse con otro famoso, a personas que se enriquecen muy rápido… Muy pocas veces se presta atención a modelos humanos de tenacidad y de superación, como seguramente quiero pensar que será el de Maleni, a quien no tengo el gusto de conocer. Y que no vengan con el cuento de que ofrecen lo que demanda la gente, porque no es verdad: a veces la gente pide aquello que conoce, a lo que le acostumbran. Los medios deberían desarrollar un papel didáctico y generar otras inquietudes. Hay ejemplos de que se puede hacer. Y que tampoco se justifiquen diciendo que la astronomía es aburrida, porque estoy absolutamente convencido de que un buen periodista sabría hacer a Maleni una entrevista jugosa, interesante y a la vez desenfadada, divulgativa pero a un tiempo divertida... Ahora bien, que, igual que digo eso, también les advierto de que, en cuanto un solo medio de cierto alcance toque el tema de forma atractiva, todos los demás se lanzarán a la carrera, porque el periodismo español funciona con esa
originalidad generalizada.
Desde luego, a mí me interesa mucho más conocer detalles del descubrimiento de un planeta a cargo de una investigadora española de 36 años, que conocer detalles de la operación de cirugía estética de la madre de la hija de un ex torero. Vamos, como de aquí a Lima. Bueno, mucho más: como la distancia de la Tierra al BD-20 1790 b, aproximadamente.
(Ilustración: recreación del planeta por su descubridora, tomada de elmundo.es).