Carmen


Soy un desconsiderado, lo sé. Escribo muy poco y, encima, las escasas personas que se sigan asomando pacientemente a ver si hay algo nuevo se van a encontrar hoy el blog lleno de babas.

Pero ustedes me entenderán. Esta preciosa niña se llama Carmen. Y es mi primera sobrina. ¿Cómo no voy a presumir?

Lo de plantar un árbol está chupao. Casi sin darte cuenta lo haces en la escuela, en algún Día Mundial del Medio Ambiente o similar. Y, si no, ellos todavía están a tiempo. Pueden plantarlo, por ejemplo, en ese huerto que Fernando le regaló a mi hermana Tere y que luego no recuerda haberlo hecho.

Las otras dos cosas son ya palabras mayores. Lo grande es que ellos las han hecho. Y que decidieron hacerlas juntos.

Primero escribieron un libro. Éste de la foto de al lado. Y después lo mejor: tuvieron una hija. La de la foto de arriba.

Para anunciarnos la noticia del embarazo, nos reunieron con excusas medio creíbles y empezaron, como decía Gila, con indirectas: Fernando nos regaló un cupón de la ONCE para el sorteo del Día del Padre. No fue suficiente. Yo ya me estaba partiendo de risa pero mi madre no lo pillaba. Luego, nos entregaron a cada uno copia de la ecografía pequeñita, personalizada en plan cómic (la mía: “hola, tío Charly”). Mi madre decía incrédula “esto qué es”, mientras se ponía las gafas para leer “hola, abuelita”… Hasta que yo no me levanté a darles un beso de felicitación, no reaccionó. Creo que tardó meses en creérselo de verdad… y ahora está absolutamente encantada: no hay nadie en el mundo capaz de discutirle que su nieta, y todo lo que haga su nieta, es excepcional.

Se hizo esperar y nos llegó cabalística la niña. Nació el 2 del 10 de 2.010 a las 22:10 (o 10:10 de la noche, como prefieran). Menos mal que no pesó dos kilos y diez gramos.

Cuando la vi por primera vez, tan pequeñaja y ya aferrándose con sus manos a Tere, pensé en qué pocas certezas y cuánto por definir. A poco que la genética funcionase, tendría bonitos ojos (y así ha sido, a la carta: el color azul de la madre y las pestañas del padre). A poco que la genética funcione, será inteligente. A poco que la educación y el ejemplo funcionen, será buena persona.

Y poco más. La tienes entre tus brazos, apenas recién nacida, y sabes que el resto es un cuaderno en blanco, páginas por escribir: cómo será su carácter, cómo su voz, qué aficiones tendrá, qué profesión elegirá, qué cosas le apasionarán, qué le disgustará… Carmen, la mujer a la que esperan años para enfadarse, reír a carcajadas, esforzarse, tener amigos, luchar, disfrutar, sufrir, enamorarse… El estremecedor prodigio de la vida. Carmen, la niña a la que unos segundos antes ni siquiera conocías y por la que poco después te dejarías matar. El misterio del amor.

A mí no me han entusiasmado nunca los bebés. Mientras la familia conversa sobre a quién se parece, yo siempre me digo: coño, pues al resto de recién nacidos. A mí me gustan realmente los niños desde que comienzan a hablar (“… y hasta que comienzan a pensar”, añadía con maldad un amigo). Así que, respecto a los hijos de las personas cercanas, hago el trato de que me los pueden empezar a dejar a mi cargo cuando sepan decir algo y ya se los devuelvo yo cuando sean adolescentes conflictivos.

Fernando y Tere se partían estos meses de risa, porque el de a-mí-no-me-gustan-los-bebés se podría pasar horas simplemente observando a Carmen.

Me resulta también curiosísimo ver a mi hermana ejerciendo de madre. La conozco “desde siempre”, le saco poco más de un año y, por tanto, desde que tengo uso de razón, antes de ir al cole o antes de tener amigos, ella ya estaba ahí. Y ahora verla en esta faceta es novedosa y entrañable. Me decía un amigo común: “si tu hermana ya nos cuidaba un poco a todos, cómo no va a cuidar a Carmen”. Es impresionante seguir de cerca la relación tan estrecha, emocional y física que se establece entre madre e hija.

Y qué decir del código secreto que se transmiten las mujeres, vaya usted a saber cómo, y que les permite sorprendentemente entender a sus hijos a los diez segundos de haber nacido. “Quiere comer”, “quiere dormir”, “está incómoda así, inclínala un poco”, “ponle el chupete”, “muévele un pie”… interpretando con acierto, ante tu perplejidad, llantos o gestos que a ti te parecen iguales. Y como si supieran por ciencia infusa el resorte que hay que tocar, en un bebé que inevitablemente viene sin manual de instrucciones.

Llevábamos mucho tiempo sin sumar miembros a la familia, sólo restando. Y Carmen nos ha llenado a todos de inmensa alegría.

Hace poco vi la grabación de una interesantísima y recomendable conferencia sobre el coeficiente de optimismo. En un momento determinado salía la cuestión de cuántas personas se ven obligadas, por ejemplo, a posponer por razones profesionales el ser padres o madres. El orador reflexionaba sobre nuestro modelo laboral y social y sobre las cosas que de verdad importan en la vida. Y en esto no tuvo que hacer muchas consideraciones. Bastó una encuesta de urgencia. Pidió que levantasen la mano los que tuvieran algún hijo. Luego les preguntó, uno por uno: “y dígame, ¿qué es para usted lo más importante de su vida? ¿y para usted? ¿y para usted?...”. Hubo unanimidad.

Por enésima vez, enhorabuena a Fernando y Tere.

Que seas muy feliz, Carmen.

12 comentarios:

ESPERANZA dijo...

No deja de ser curioso que hace unas pocas entradas, publicara una carta a una recién nacida en mi blog, ahora me paro en el tuyo a leer la tierna referencia a tu sobrina.

Disfrútala y que la suerte la ilumine tanto o más que esos preciosos ojos azules que la acompañan y como decía Sabina que el fin del mundo la pille bailando.

Felicidades.

Un abrazo,

Anónimo dijo...

Y, si la genética, no falla, se parecerá también a su tío.

Segurísimo, que es maravilloso, tener un hijo, pero segurísimo que es maravilloso cuando realmente se desea. Cuantos niños vienen, sin esta condición o por qué hay que tenerlos, porque los demás lo hacen...

Le quedará a Carmen, vivir todo lo que has dicho, y muchos más. Pero sobre todo que sea feliz y rodeada de mucho amor, porque así las adversidades, serán más llevaderas.

Disfruta mucho Carlos, de tu sobrina, que el tiempo pasa muy rápido. Y enhorabuena a toda la familia.

Abrazos.

Fernando Solera dijo...

Ahora sí que estás hecho un pedazo de tío, Carlos. Que sea enhorabuena. Ya que hablas de la cábala, añadiré que tu sobrina es de signo Libra, por lo tanto en teoría será una chica diplomática y muy buena relaciones públicas. Ya nos irás contando cómo despunta.

Un abrazo, Carlos.

Javier dijo...

En eso de los parecidos te doy toda la razón, yo suelo callarme para no meter la pata.
Una entrada muy tierna y emotiva.

Enhorabuena a los papás y... al tío.

Un abrazo

tere dijo...

Gracias Tio Charly. Esta familia recibe tus palabras con mucha emoción.
Observo a Carmen voltearse en su manta de juegos y oigo como parluchea algo que se parece cada vez más a sílabas, asi que... ¡prepárate! El tiempo de las palabras llega antes de lo que te imaginas! Y si lleva algo de su tío en eso, ni te cuento: de aqui a nada irá leyendo los cartelitos de la calle.
Ah! Te debo una cena por la reivindicación de mi huerto
Un abrazo

FUCHO dijo...

COMO NO PUEDO CONTACTAR CON TERE, DESDE AQUÍ LES MANDO UN BESAZO DE MI PARTE Y DE OLVIDO.ESPERO QUE LO LEAIS.
ES PRECIOSA Y ESPERO QUE SE SIGA PARENCIENDO A LA MADRE Y AL PADRE.

las txikas dijo...

La verdad es que no exageras nada. Nosotras tambien estamos encantadas de participar de todas las monadas y novedades de Carmen que hacen que la vida vuelva a ser divertida y original.
Esperate que enseguida chatea, con lo listííísima que es...las horas muertas de debate estan aseguradas.
Un beso

Finisterre dijo...

Como a ti ya te la di cuando nació; enhorabuena a Tere y a Fernando, que son unos fenómenos.

Tere, seguro que en el color de los ojazos tuvo que ver el meneo que te di en la espalda cuando el Atleti marcó aquel gol, jejeje.

Fernando, muchas gracias por ayudarme en un momento complicado.

Abrazos para los dos, un beso para Carmen y otro abrazo para el tío Galán.

Carlos J. Galán dijo...

Gracias a todos por los cariñosos comentarios y por aguantar mi baboseo, más que justificado... No terminará aquí, seguro ;-)

Anónimo dijo...

No sé como he llegado a este blog.. Sabía de la existencia de esta niña preciosa porque a su abuela Lydia se le cae la baba, pero no he podido felicitar en persona a los papás........ Ahora lo he corroborado con este comentario y sus fotografías.. no se puede poner en duda ninguna de las dos cosas...

Simplemente un abrazo muy fuerte y mi enhorabuena aunque tardía, Fernando y Teresa, y al tío. A ver si conozco a vuestra niña.... Vikki ( La hija de la peluquera... jejeje) Que tengo un novio de dos años muy majetón para Carmen..........jejeje

Carlos J. Galán dijo...

Bienvenida, Viki... (Creo que de mis andanzas habrás oido algo por un viaje a Nueva York...). Ya les he pasado tu mensaje a los felices padres. Saludos.

Anónimo dijo...

Muchas gracias!! Sí, algo oí.. A ver si nos vemos.. Vikki