Sobre el “Paseo de las Leyendas” del Metropolitano


Nos dirigimos a ustedes en representación de la Asociación Peña Rojiblanca Los 50, que tiene entre sus fines sociales, entre otros, “cultivar y recuperar el espíritu, la solera, las tradiciones, la Identidad y la Historia, así como los valores humanos, sociales, culturales y deportivos que son inherentes al Club Atlético de Madrid”, como figura en nuestros Estatutos. 

A través de los medios de comunicación hemos tenido noticia de que se está procediendo a instalar, en el denominado Paseo de las Leyendas, junto al Estadio Wanda Metropolitano, una serie de placas de reconocimiento a los jugadores que vistieron la camiseta del Atlético de Madrid al menos en cien partidos. 

La denominación que se ha dado a este memorial, al hablar de leyendas, parecería apuntar más una valoración cualitativa que cuantitativa y, sin embargo, no ha sido así. Somos conscientes de que, con la aplicación de un criterio puramente objetivo y numérico, se ha pretendido precisamente evitar la subjetividad en la selección. 

Pero el resultado final es difícilmente asumible para el aficionado del Atleti, pues estarán ausentes nombres cuya aportación a nuestra historia deportiva y social es incuestionable, como Panadero Díaz, Leivinha, Dirceu, etc. y, sin embargo, conviviremos con placas de reconocimiento a jugadores cuya relevancia fue escasa o, lo que es peor, a algunos que, con su comportamiento en el momento de su marcha del club o con posterioridad, consiguieron ganarse una justificada antipatía prácticamente unánime de nuestra afición (el caso de Hugo Sánchez es paradigmático en este sentido). 

Por eso les hacemos llegar la propuesta de que se introduzca algún criterio adicional (relacionado con el número de temporadas en el Club, la participación en títulos o éxitos deportivos o incluso la identificación con los valores del club y la sintonía con la afición) que pueda servir de factor de corrección, o bien que se arbitren procedimientos que posibiliten determinadas excepciones al criterio cuantitativo adoptado. 

Por ejemplo, se podría establecer un mecanismo por el que los abonados (con un determinado número de adhesiones), las peñas, o personas o estamentos representativos de nuestra historia (veteranos, senado…) pudieran solicitar formalmente a esa Junta Directiva la inclusión en ese Paseo de las leyendas de determinados nombres que, aun sin haber alcanzado el centenar de encuentros con la rojiblanca, sean merecedores de nuestro recuerdo y gratitud. Y quizá, al contrario, se podría establecer algún procedimiento por el cual la afición pudiera instar, excepcionalmente y con un respaldo cualificado, el veto a determinados jugadores que, habiendo disputado esa cifra de partidos, hayan tenido luego un comportamiento que no les haga acreedores de nuestro reconocimiento. 

Entendemos la dificultad que tiene cualquier elección de este tipo, pero creemos que, introduciendo algún procedimiento participativo en la línea de los que sugerimos, podría obtenerse un resultado que evite ciertas presencias incómodas, pero, sobre todo, que ponga remedio a no pocas ausencias injustas: nombres que gozan de un merecido reconocimiento mayoritario de la afición rojiblanca y que, sin embargo, no tendrá reflejo material en las placas que se están instalando. 

Un cordial saludo.

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