Jacinto Herrero (I). El profesor

Los días se hacen cortos
pero el recuerdo es largo (…).
Decidme, amigos:
si ahora estoy olvidado,
¿me olvidaréis así después de muerto? 

La corona del año: Diciembre. 
 De El monte de la loba.

Imaginen un foro de antiguos alumnos de un colegio. Un foro no oficial, una iniciativa particular en Facebook. Imaginen que allí se pregunta “quién fue para ti el mejor profesor” y que cada cual se expresa con absoluta libertad. Y se habla de los buenos y también de los malos, del profesor que ahora nos damos cuenta de que no tenía mucha idea, del que se comportaba como un cabrón, del pobre que era alcohólico o de alguna profesora que, cuando éramos adolescentes, nos ponía brutotes… Y piensen que, en ese contexto no ya de sinceridad, sino incluso de crudeza, se escriben sobre alguien cosas como éstas: 

- Manuel: A mí el que más me gustó fue el Epi. ¡¡Qué crack!! Gran profesor y un puntazo como persona.  
- M. Cruz: Sin duda, D. Jacinto Herrero. Me dio literatura. Aún le recuerdo leyendo poemas de Baudelaire y de Rubén Darío y conservo varias de sus figuras de papiroflexia. Sus historias de cura en Nicaragua... Me encantaba escucharle.  
- José María: De los mejores eran (…)  y el Padre Jacinto... En general, todos los de letras. 
- Javier: Jacinto Herrero. Vivía la literatura y lo transmitía (aunque de vez en cuando se le iba la cabeza imitando a Miguel Bosé).  
- Luis: Sin duda y con mucha diferencia el mejor profesor de ese "santo" lugar fue el Epi, Jacinto Herrero... Un gran entusiasta de la literatura y una mejor persona... Reconozco que, en mi caso, fue el primero que me hizo sentarme delante de un libro y aprender a disfrutarlos... Y hasta ahora así sigo. 
- José: (…) ¿Y qué decir del Epi? ¡El mejor sin parangón! ¡Después de abandonar el Dioce fue cura de mi pueblo! Iba cada domingo con el AX... Haciendo papiroflexia... ¡Qué tío más majo!  
- José M.: Sin duda, el Epi, D. Jacinto... Peculiar personaje, pero que enseñaba de todo (que no fueran números, física o química)... La de quesitos que habré ganado jugando al Trivial por todo lo que enseñaba de culturilla general... 
- Fernando: Sin duda alguna el mejor para mi fue don Jacinto Herrero. Era un lujo tenerle de profesor, era un profesor de Universidad dando clase en un Colegio. Después de más de 17 años, aún hoy se sigue acordando de mí y charlamos.  
- Jorge: Recuerdo con cariño a muchos, pero el que me inspiró fue sin duda el Padre Jacinto, el Epi. ¿Sabéis si aún vive?  
- Héctor: Pues posiblemente el mejor de todos, y de las mejores personas que han pasado por el Dioce, sea el P. Jacinto Herrero (el Epi). ¿Quién no recuerda sus clases leyendo, declamando y hasta interpretando libros como La Celestina o El Quijote…? En la actualidad vive en Avila, creo que en el Seminario, y hace un tiempo le hicieron Hijo Adoptivo de Ávila (nació en Langa). 

Creo que es significativo, ¿no? 

Jacinto Herrero (sí, los alumnos le llamábamos a sus espaldas el Epi porque la forma de su cara nos recordaba al personaje de Barrio Sésamo), fue mi profesor de literatura cuando era adolescente. 

Un día, una persona muy especial, muy culta, muy inteligente, alguien a quien yo apreciaba mucho, me dijo que acababa de leer con auténtico deleite un poemario de Jacinto Herrero Esteban y me preguntó si era mi profesor. Cuando le dije que sí, volvió a interesarse: “¿Y vosotros sois conscientes de lo que podéis aprender con él, de lo mucho que os puede ofrecer este hombre?”. 

No sé exactamente qué le contesté. Pero no, no éramos conscientes en aquel momento. 

Tiempo después, cuando yo tenía veintidós años, escribí en una modesta revista cultural de mi pueblo, en el testimonio personal que incluimos en una sección dedicada a poetas abulenses: 

“Decididamente, sólo con el paso del tiempo y a veces la lejanía del espacio, es cuando calibramos la auténtica dimensión de las gentes y los hechos que han formado, de alguna forma, parte de nuestra vida. 

En los primeros años ochenta fui alumno de Jacinto Herrero Esteban en Ávila. En parte porque a ciertas edades no somos aún capaces de discernir muchas cosas, y en parte porque somos miembros de una generación que es fruto de estos tiempos de inhibición y víctima de un sistema de enseñanza absurdo, la verdad es que nunca llegamos a comprender a Jacinto. Le veíamos como un profesor raro, atípico, que se salía de los esquemas a los que nos habían acostumbrado y que se empeñaba tercamente en ‘hacernos la vida imposible’ queriéndonos mostrar que la literatura podía ser para nosotros algo más, mucho más, que un mero obstáculo de esos que vamos saltando, con mentalidad de trámite, hasta alcanzar el único objetivo de obtener un aprobado y un título al final.  

Ahora, años después, puedo jurar que no me acuerdo en absoluto de las partes de la célula, ni de cómo rayos se hacía una derivada matemática, ni de la cuarta declinación de latín y ni siquiera he recogido aún mi título de bachiller. A decir verdad, tampoco recuerdo en qué año se suicidó Larra o qué libro va con cuál en las trilogías novelísticas de Baroja. Afortunadamente, todo eso se consulta en cinco minutos con la bibliografía adecuada. Pero lo que es imposible aprender en una enciclopedia y lo que sí queda de entonces es un cierto espíritu que recuerdo de aquellas clases: el practicar la crítica social sana, el huir de la superficialidad, el profundizar en la obra escrita, el relacionar autores, ideas, constantes literarias, el querer ir más allá de los moldes estrechos de la cultura oficial del poder o de la cultura oficiosa tipo ‘Círculo de Lectores’, el superar provincianismos que empobrecen y limitan, el conocer sin sectarismos los hombres y las obras, buscar y buscar… Un espíritu al que uno, en sus muchas limitaciones, no siempre responde, pero que está ahí, perdura en mí años después.  

Por eso recuerdo con afecto y agradecimiento a quien (además de ser un gran poeta al que no se valora suficientemente) fue mi profesor. Y, de vez en cuando, es inevitable que, mientras leo sus propios libros, aparezca, caminando entre esos versos, su figura, recitando poemas en voz baja o explicando, con mirada perdida y mientras hace una pajarita de papel, magistrales y a menudo incomprendidas lecciones de literatura”. 

Cuando le remití aquella revista, me envió una cariñosa carta de agradecimiento. 

El pasado 19 de diciembre, años más tarde, sin venir a cuento por nada en particular, me acordé de pronto de Jacinto Herrero, de mi viejo profesor de literatura. Me pregunté qué sería de él. Y me propuse que tenía que escribir algo en este blog... Apenas unos instantes más tarde, un tweet de un antiguo compañero de clase de Bachillerato me informaba de su fallecimiento. Cada vez creo menos en las casualidades. 

Durante décadas, Jacinto intentó alentar en sus alumnos fundamentalmente dos cosas. Una, el interés y el amor por la literatura. Otra, aprender a pensar por nosotros mismos. 

Dos enseñanzas absolutamente impagables.
… No se muera
esta paz de la tarde que traspasa
mi vida a mi recuerdo. Ya la masa
dará su pan. Ya habrá otra sementera.
Pero hoy quiero por gusto estar borracho
de luz y en luz antigua recobrado
a la sin sombra gracia de muchacho.
No voy a envejecer. No quiero. Pido
un verano sin fin iluminado
por un pájaro en lumbre convertido
Soneto a Langa.
De Ávila la casa.
(Fotografía: Javier Lumbreras, Diario de Ávila, 7 de octubre de 1987).
Las citas son, obviamente, de poemas de Jacinto Herrero Esteban.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Carlos que bonito!!.
Me llenas de sensibilidad, con tu forma de escribir.

No cambies nunca...

Beso

Carlos J. Galán dijo...

Leo ahora en los comentarios de la noticia en Diario de Ávila más testimonios. Éstos sí son públicos, no están hechos, como los que yo he recogido, en la privacidad de un foro. Pero son en la misma línea:

- Luis: "Vivo en Alcorcón y me ha llegado la triste noticia de la muerte del padre Jacinto. Me dio literatura en el 'Dioce'. Todavía recuerdo con emoción cuando preguntó que qué era un 'aquilón' y al contestarle que era un viento, y que lo sabía porque había leído a Espronceda se llevó una grandísima alegría. Yo era un mediocre estudiante y ninguno de los 'listos' lo sabía. Descanse en paz."

- Ex alumno: "Adios, querido profesor. Me recuerdo a mí mismo ensimismado en mi mundo de adolescente atemorizado, y como telón de fondo de mi limitada cosmología, una voz apenas audible, pero cálida y llena de humanidad, una voz de persona noble y buena, una voz, diríase, avergonzada de ser escuchada a sí misma, pero entrañable y que no olvidaré jamás.

- José Antonio: "Poponé, poné, poné; cantas las poponé... Todos recordamos con cariño esta poesía que el P. Jacinto nos escribió en la pizarra y recitó, en la clase de 2º de Bachillerato del Diocesano un lejano día de finales de los 60. Cuántas veces fue repetida. El P. Jacinto era un sabio, que 'vivía' la literatura. Nos enseñó a apreciarla y sufría cuando observaba desinterés en sus 'discípulos'. Dejó una huella imborrable en los que tuvimos la suerte de ser sus alumnos.
Descanse en paz, P. Jacinto.
Poponé, poné, poné...".

- Juan Carlos: "Vaya generación de profesores, aquellos del Dioce de los años 70. Epi -y seguro que donde está sonríe cuando oiga su mote- se preocupaba por nosotros, pero de verdad. Nos decía aquello de 'ya están ustedes burreando'. La educación, el saber, la elegancia (y la habilidad, si no que le pregunten a sus muñequitos de papiroflexia) y, sobre todo, la bondad. Ése era, y para todos nosotros seguirá siendo, Jacinto Herrero. Una buena persona que estará donde le corresponde. Gracias, Jacinto."

- Jesús: "Descanse en paz Don Jacinto, hondo poeta y buena persona."

- Loreto: "Para mi fue un gran profesor(durante 7 anos le tuve en el Dioce) y un excelente parroco , en el pueblo de Pajares de Adaja, donde ejerció varios anos de párroco, se le apreciaba, yo pude gozar de su amistad. Descanse en PAZ."

- Gonzalo: "Estimado H.D.S. no podrías haberlo definido mejor. Fue un placer tenerle como profesor y es curioso como, pasados los años, el recuerdo que me queda de él es entrañable. Desde la distancia y allí donde esté, darle las gracias por hacerme amar la literatura."

- Otro ex alumno: "Una persona buena de verdad, y uno de los intelectuales de mayor talla que ha dado la provincia de Ávila en los últimos años. Y uno de mis mejores profesores, superando a los de la universidad. Descanse En Paz."

- Carmen: "Mi más sentido pésame a su familia, especialmente a su hermano Angel y Mª Luisa. Ha muerto un ser libre, con gran espíritu crítico, lleno de sensibilidad, bondad y humidad. Castellano hasta la médula y amigo de sus amigos. Descanse en paz."

Carlos J. Galán dijo...

Y de los muchísimos comentarios que hay en la noticia en Ávila Digital, dejo aquí estos y los del siguiente bloque, que trazan un buen retrato de la labor docente de Jacinto Herrero:

- Grande: “Gran poeta y gran profesor. De los mejores del Dioce (se te quedaba pequeño) (…)”.

- El Vengador Malva: “Sin duda su obra se revalorizara con el tiempo, pues es de enorme calidad. Lástima que en vida no tuviera el éxito y la fama que se merecía. Descanse en paz.”

- Carlos: “Descanse en paz. Gran profesor, nunca tuve otro igual. Una Universidad debería haber sido su sitio. Grandes clases para alumnos que no supimos en su momento apreciar la sabiduría que emanaba de cada palabra. Epi, serás grande allá donde estés.”

- Félix: "Sé humilde, Ávila pobre; llora y cesa / de perseguir tu gloria que no muere... / Fugitiva del tiempo, toca el suelo"… Apenas se le oía en el aula, pero escuchaba con atención sus palabras sobre el Arcipreste, la Celestina, Rojas o escritores más tardíos (Juan Ramón, Sánchez Ferlosio, Delibes…). De esas palabras, los frutos. De su quehacer, mi placeres literarios.”

- Maestro: “Se va un maestro con mayúsculas para muchos de los abulenses que se dedican o quieren dedicarse a la Literatura y ha sido, junto con Jiménez Lozano, el mejor escritor de Ávila, aunque poco reconocido.”

- Víctor: “La muerte de Epi, me trae recuerdos excelentes de clases estupendas que no siempre supimos aprovechar. ¡Cómo olvidar su maravillosa interpretación de La Celestina o del Lazarillo de Tormes! Qué bien nos leíste El Quijote paseando por el aula mientras, tontos de nosotros, te poníamos obstáculos por los pasillos, o nos desabrochábamos las camisas para ver cómo terminabas enormemente cabreado ante la estupidez adolescente. Gracias por tu dedicación y bonhomía. Sin duda, el profesor que mejores recuerdos dejó en mi vida. Adiós maestro. Sigue haciendo maravillosas pajaritas por siempre.”

- José Manuel: “Querido padre Jacinto -la Jirafa te llamábamos en los años 70-, me quedo con tus suaves y apasionadas lecturas que intentaban traspasar nuestros insensibles oídos (…). Que el buen Dios te tenga en su gloria. Te queremos.”

- Héctor: “Epi, D.E.P. Uno de los mejores profesores que he tenido en mi vida, de esos que con los años aprendes a valorar. Poeta poco dado a los medios y tal vez por eso para centenares de abulenses del Dioce se va ‘el Epi’. Peculiar, callado, muy culto y sobre todo un gran profesor y una gran persona. Para muchos se nos va algo intrínseco a nuestros recuerdos de adolescencia. Nunca olvidaré cuando declamaba poesía, o cuando nos leía poniendo voz a cada personaje La Celestina o El Quijote. Cuando llorando nos contaba las muertes de judíos inocentes por los nazis. La realidad o leyenda de que Cela le quitó el sillón en la RAE. Cuando nos animaba a escribir. Un cura culto y bueno. Sus dibujos en la pizarra y su papiroflexia. Hoy el Dioce pierde a su gran profesor. Hoy las pajaritas de papel están tristes...”.

- Andalusí: “El Ayuntamiento no debe perder ni un día para dedicarle un espacio en la ciudad. Una calle o una plaza con su nombre, y mejor si estuviera en el centro de la ciudad. Yo cambiaría el nombre de la Plaza de Italia, que está al lado del Colegio Diocesano, por el de Jacinto Herrero. Sería un buen homenaje por parte de la ciudad.”

Carlos J. Galán dijo...

- Esther: “Se nos va un entrañable profesor. Cómo olvidar esas tardes en las que nos leía poemas despacio, bajito... Quizá él no imaginó nunca que su muerte provocara en sus alumnos tal tsunami de recuerdos. Gracias por su paciencia infinita, gracias por abrir nuestros ojos al mundo de la literatura. Descanse en paz.”

- Enrique: “En la vida hay personas que te marcan, Uno de los ejemplos es el de Jacinto Herrero. Gracias a él muchos supimos valorar la literatura, el placer de la lectura, el pensar de forma crítica. Sus clases eran excelentes. La lectura de La Busca, un ejemplo de cómo desentrañar el sentido de una novela. Nunca olvidaré sus enseñanzas y su buen hacer. Michas gracias por tantas cosas Jacinto Herrero. En Ávila la casa, tu casa.”

- Juan Carlos: “¡Ya están ustedes burreando! nos diría el bueno de Jacinto, Epi para los alumnos. Cuanto cariño, cuanta bondad y cuanto bien hacer como profesor. Han pasado 30 años pero hay personas que nunca se olvidan. Gracias, Jacinto.”

- Javier: “Sin duda el mejor profesor del Dioce de todos los tiempos y una persona culta de verdad. Descanse en paz.”

- Juanma: “Nunca nadie tuvo tanta pasión por leernos literatura clásica. La de veces que nos leyó la Chanson de Roldan. Qué grande. Un lujo haberlo tenido de profesor.”
- Troilo: “(…) Un hombre al que la vida se le quedó pequeña como el aula y los alumnos que tuvo (…)”.
- J.C.: “Querido padre Jacinto gracias por el amor a la lectura que nos inculcaste y gracias por ese saber estar y esa profesionalidad con la que impartías las clases aunque a veces no te apoyáramos mucho, solamente tengo dos palabras que decirte: muchísimas gracias.”

- Otro alumno que siempre le recordará: “Me uno a la admiración del mejor profesor del Dioce en sus 60 años de historia y a la petición de una calle o avenida Profesor Jacinto Herrero. Qué sabiduría ignorada por las locuras adolescentes. Si hoy sé algo de literatura, si leo libros y si pienso que no todo es siempre como parece, es en gran parte por el P. Jacinto, aunque siempre le recordaremos como el Epi, susurrando versos y poniendo voz a La Celestina. P. Jacinto, perdone lo mal que se lo hicimos pasar y gracias por sus enseñanzas.”

- Un alumno de los años 75-77: “Don Jacinto fue el profesor que más me marcó y el que impulsó en mí el gusto por la lectura y por la literatura. Gracias, don Jacinto. Descanse en paz.“

- Homenaje: “Se acabaran las tardes, pero la tarde queda. La clara y perenne que hay en mi fantasía. Y que, cuando ya todas traspongan la vereda, ha de hallar -no sé ni dónde ni cómo- el alma mía.“

Anónimo dijo...

Primo, eres un crack. Lo que más me duele es lo que dices sobre no ser conscientes de lo que tienes hasta que pasan 20 años y te das cuenta de los magnificos MAESTROS que tuvimos en el Dioce.

Anónimo dijo...

Carlos, te diría tantas cosas, en este espacio pequeño, qué llenaría alguna que otra hoja, pero como no puede ser, y tampoco disponemos de una tarde para charlar, te dejo aqui:

Las enseñanzas impagables, que tan poca gente valora, por eso precisamente, porque son impagables..., y que en algún momento de la vida nos damos cuenta..., nunca es tarde, porque las podemos utilizar.

Me quedaría con muchas cosas del texto, pero si tengo algo que destacar, escojo: aprender a pensar por nosotros mismos, eso tan "DIFÍCIL" y que tanto cuesta en no pocas ocasiones.

Pero con esfuerzo, convencimiento, aprendizaje y muchas dosis de empeño, lo lograremos. No me cabe la menor duda.


Ah, y no creas nunca en las casualidades...

Un beso con abrazo, Carlos. Te deseo un 2012, con cosas, que llenen tú vida de felicidad!!.

Lamparas dijo...

Buen artículo. Gracias.