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Galeano en Madrid

“Pensé que conocía unas cuantas historias buenas para contar a los demás, y descubrí, o confirmé, que escribir era lo mío (…). Aquella noche me di cuenta de que yo era un cazador de palabras. Para eso había nacido”.
Eduardo Galeano sabe utilizar como pocos la magia de la palabra.

Sabe capturar historias. Historias que están en la memoria de la gente o que surgen mirando alrededor, la calle, los campos, los países, las personas. Sabe ponerlas luego negro sobre blanco. Y devolvérnoslas contadas con sus palabras, de forma tal que nos divierten, nos hacen pensar, nos conmueven.

Galeano escapa de cualquier género. Lo que escribe es todo: ensayo, narrativa, poesía… a la vez.

La primera vez que leí sus textos me deslumbró y desde entonces no ha dejado de acompañarme. Con él aprendí que, por más que el horizonte siempre se aleje, la utopía sirve para caminar. Que visto desde arriba el mundo es un mar de fueguitos. Que necesitamos personas que nos enseñen a mirar. Que la imaginación nos salva. Que los nadies sí existen. Que podemos reclamar el derecho al delirio.

Eduardo Galeano vino a Madrid el mes pasado y el 14 de octubre acudí al Auditorio Marcelino Camacho a escucharle. El escritor primero leyó una selección de sus textos y después conversó con el público, contestando algunas de las preguntas previamente recogidas.

Ya me fascina, de entrada, que la rebeldía frente a la injusticia pero desde la poesía y la sensibilidad sea capaz de llenar un local con tan enorme capacidad. Después, es toda una experiencia disfrutar de la voz cálida y la lucidez de este escritor uruguayo que mezcla la lírica y la épica, que aúna la denuncia y la ternura.
Por aquí les dejo el video completo de la presentación, por si a alguien le apetece verlo. Galeano adaptó mucho la selección de textos a lo que él creía que podía encajar en el foro al que había sido invitado, el Ateneo Cultural 1º de mayo de CC.OO. de Madrid. (Posiblemente supondrá que los sindicatos españoles de Méndez y Toxo siguen siendo de verdad sindicatos, como en la época de Redondo y Camacho. O sea, de los que existen en otras partes del mundo para defender a los trabajadores y no para que el presidente del gobierno les diga que nunca olvidará que se hayan quedado callados mientras centenares de miles de personas perdían su empleo y que ellos, además, le aplaudan encantados...). A pesar de todo y muy por encima de esto, siempre merece la pena escuchar a Eduardo Galeano. (Por cierto y como curiosidad, en un barrido que hacen antes del comienzo se me ve entre el público, aunque está muy oscuro. Estoy en el extremo de una fila del lado derecho, con mi amiga Virginia).
(Fotografías del autor).