era hermandad de savia y todas juntas
daban sombra feliz, orillas buenas.
"He preferido hablar de cosas imposibles, porque de lo posible se sabe demasiado". (Silvio Rodríguez. Resumen de noticias) |
Hace unos días estaba en la piel de un personaje con el que disfruté. Casi me atrevería a decir que una especie de Indiana Jones de nuestros días. Cual un De la Quadra Salcedo, volaba en helicóptero por encima de unas inmensas cataratas, navegaba junto a ellas dejándose empapar, las contemplaba escuchando el impresionante ruido del agua al caer desde 80 metros de altura… Conversaba con los guaraníes de una aldea para conocer sus trampas de caza, sus hierbas medicinales y su vida actual. Se sentía como una especie de Amundsen cuando, con grampones en los pies, caminaba por encima de un glaciar cuya pared se alza hasta 60 metros de altura sobre el nivel del lago. Pero luego fue también una especie de escritor bohemio que frecuentaba cálidos cafés, en una ciudad con fascinante personalidad. Un ave nocturna que iba a clubs de jazz, sugestivos restaurantes e incluso a curiosear a alguna milonga. Un intrépido reportero al que permitían, cámara en mano, acceder a estancias no visitables de la Casa de Gobierno. Hasta en las villas miseria le acogían con calidez y esperanza, como si fuera un enviado que pudiera hacer algo para denunciar ante los demás la lacerante situación de la pobreza infantil. El personaje debía tener, además, cierto atractivo personal, porque los amigos le agasajaban con afecto entusiasta, y hasta conquistó algún corazón sin siquiera saber bailar tango.
Pero mi gozo en un pozo. Algo debí de hacer mal en esa vida anterior, porque enseguida me he visto reencarnado en un tipo de existencia que a mí -al menos por lo que he visto hoy y por comparación con ésta anterior- me parece anodina. Difícil acostumbrarse.
Al de esta mañana nadie le despertaba dulcemente, sino que fue el frío pitido de un despertador el que hizo que recuperase la consciencia en un minipiso madrileño. Cuando uno se reencarna así, van viniéndole, como si fueran vagos recuerdos, los datos de la vida que ha asumido. Supe de esa forma que este ser vestía traje, aunque, al no tener juicio, no se ponía corbata –algo es algo-. Y que tenía que ir a trabajar a una oficina. Qué gris. He tenido que hacer un esfuerzo para saber en qué estación de metro tenía que bajar, a qué piso debía subir... Y he pasado así a asumir la personalidad de alguien que, tras saludar con familiaridad a los que se supone que son los compañeros, se ha pasado toda la mañana entre papeles.
Mi única esperanza es hacer méritos para que, en mi próxima reencarnación, vuelva a mejor, no como esta vez, que me han degradado, supongo que a causa de tener mal karma.
Y encima aquí hace mucho más frío.
(Ilustración: Karma Guen 2008-07, de Tobstone, de la galería Creative Commons de Flickr).
"Si la libertad significa algo, será, sobre todo, el derecho a decirle a la gente aquello que no quiere oír". (George Orwell. 1984) |