Encuentro en un vagón de tren


Colocó a su lado la enorme maleta. Mientras el tren partía, hizo gestos de despedida a alguien al otro lado de la ventana.

- Siempre me acompaña. Tengas la edad que tengas, para tu padre sigues siendo una niña. –Explicó, como justificándose ante el desconocido que estaba enfrente y que levantó sorprendido la cabeza del libro.
- Bueno, no puedes quejarte, eso es que te cuidan bien…
- Sí, estás unos días en casa de tus padres y todo son mimos, pero también todo son controles. Lo salva justamente eso, que sólo son unos días, porque tengo la certeza de que en realidad no podría convivir con ellos de continuo.

A la vez que buscaba algo dentro de su maleta, extendió la mano hacia su improvisado compañero de viaje con un marcapáginas:

- Toma, para que sepas dónde has dejado de leer cuando he entrado yo interrumpiéndote- dijo sonriendo.
- Ah, gracias.- Lo observó y era publicidad de un pub-. No lo conozco.
- Es de mi hermana. A ti te gustaría.
- Veo que esto de la intuición femenina cada vez va desarrollándose más y más. Me has conocido hace veinte segundos, apenas he dicho dos frases... ¿y ya sabes que me gustaría ese local?
Ella rió.
- Bueno, me da esa impresión. Por ejemplo, te veo leyendo esa novela y entonces no me pega que te gusten locales con música 'chundachundachunda' a todo volumen. Ése es un sitio tranquilo, con aire bohemio. Yo voy a veces allí a tomarme un café y leer.
- A ver -dijo poniéndola a prueba-, ¿y tú por qué crees que a mí me va a gustar un sitio 'con aire bohemio'? ¿No me ves como un tío convencional, vestido con traje y corbata?
- Llevas un maletín ahí. Eso quiere decir que vienes de trabajar y que el traje es sólo una especie de uniforme de trabajo, no es lo que te gustaría llevar puesto ni va con tu personalidad... No sé, se nota.
- Vaya con la intuición, creo que no pregunto más... Ya no tengo otra opción que ir alguna vez al pub de tu hermana. Le diré que eres buena propagandista.

Cuando se planteó buscar casa, ella no había encontrado en su ciudad una que pudiera pagar sin agobios. Decidió cambiar de aires, buscó en muchos lugares distantes y acabó comprando un piso en una ciudad con mar, donde vivía desde hacía varios años.

- Es curioso, más de interior no puedo ser, pero me ha atrapado el mar. Ya cuento las mismas cosas que todos los que han nacido en ciudades de costa: que cuando lo necesito voy paseando hasta el mar, que me quedo sentada contemplándolo largo rato y me relajo, y que hoy ya no sabría vivir mucho tiempo alejada de él.

Mientras hablaba, se peleaba con un móvil que no funcionaba.

- Si tienes que llamar, te dejo el mío.
- ¿Sí? No sabes cómo te lo agradezco. Hay una amiga pendiente de recogerme y tengo que decirle a qué hora llego… Anda, si tienes este modelo..., qué bueno salió, ¿verdad?
- Sí, ya sé que es más viejo que la tos, que no puedes hacer fotos, ni escuchar música, ni te indica qué dirección debes tomar..., no sirve para nada más que para teléfono. Pero pruebo otros modelos y al final acabo volviendo a éste, que funciona mejor.
- Sí, yo también tuve uno igual y me fue muy bien. Y mira el que tengo ahora: tan bonito, tan supermoderno… y tan inútil, porque no me funciona. ¿Quieres un bombón?
- Pues sí.
- Me gusta a mí la gente así.
- La gente ¿cómo?
- La gente que no se corta.
- Buenooooo, ahí tu intuición lo ha 'clavao' otra vez. Yo no soy nada tímido, no me corto por nada, por nada… -dijo con tono irónico, mientras ella se reía.

Por la ventana se colaban los destellos del atardecer. Charlaron durante largo tiempo de libros, de sus trabajos, de viajes y de la vida. El trayecto se le hizo esta vez mucho más corto que de costumbre.

- Yo te pensaba decir que si me quedaba dormida me despertases, pero creo que ya estamos llegando.

Sonrió a un pequeño marroquí que iba en brazos de su madre en los asientos de al lado.

- Tengo un hermano saharaui, ¿sabes?
- ¿Sí? ¿De los de los campamentos de refugiados de Tinduf?
- Exacto. Vino a casa de acogida durante un par de veranos y era huérfano. Al final, mis padres se plantearon que podían adoptarlo y que se quedase en España a estudiar y a vivir. Así que me convertí en su hermana mayor. Me quiere mucho.

La chica que de pronto había iluminado con su desparpajo aquel viaje que él preveía rutinario tenía nombre de canción de Serrat, treinta y tantos años, melena negra, unos preciosos ojos oscuros y un falso piercing en la nariz.

- Ahora me queda una buena espera hasta que salga mi próximo tren.
- Yo me voy a bajar también aquí- dijo él.
- Pero ¿tú no me habías dicho que te bajabas en la siguiente?
- Sí, pero he pensado que en realidad también me viene bien ésta…

Ella le miró sonriendo con complicidad, mientras la megafonía comenzaba a soltar su cantinela:

- Próxima estación…

(Ilustración: Tren de madrugada, del pintor argentino
Diego Manuel).

Dragó y Diario de la noche

Se estrenó con una entrevista histórica: la primera que concedía José Antonio Ortega Lara tras salir del zulo donde los terroristas le tuvieron enterrado en vida durante 532 días. Terminó, quince meses después, con su gato Soseki en brazos, desprendiéndose del teléfono móvil y deseándonos a todos “salud, alegría, humor, amor e infinitos orgasmos”. En medio, un peculiar informativo con su personalísimo sello.

Diario de la Noche no era apto para quienes gustan de los telediarios pasteurizados, con locutores (en vez de periodistas) recitando con voz modulada las noticias y cronometrando los tiempos que dedican a uno u otro partido. Era un informativo de autor, donde implícitamente se reconoce que la objetividad absoluta no existe pero que sí puede existir la honrada subjetividad. Un informativo donde el periodista no es neutral ni lo pretende, pero sí que es independiente. Donde el periodista tiene sus ideas y criterios y no los oculta, pero lo fundamental es que no habla al dictado del que paga y manda, sino que dice lo que le place en cada momento y critica tanto a Rajoy como a Zapatero si ha lugar, o elogia a uno u otro si le dan motivos. Un espacio abierto a la pluralidad: para confirmarlo, sólo hay que repasar la extensa relación de personas entrevistadas, esos invitados que recibían un libro como regalo y que siempre tenían la última palabra, nombres de toda ideología, procedencia, dedicación y condición.

No respondía al tópico formato vigente hoy en nuestro país, que se abre con titulares, que expone media docena de noticias nacionales (fundamentalmente, política y sucesos), que dedica un tercio del tiempo al fútbol y que incluye invariablemente un bloque de reportajes ligeros de contenido más o menos social y cultural. Diario de la Noche tenía opinión, análisis, información con mayúsculas (en la que estaban vetados el morbo de los sucesos y los cotilleos de la crónica rosa), reportajes de interés y entrevistas en profundidad.

Para quienes quieran ver telediarios más convencionales, más previsibles, sin gatos deambulando por el plató, sin orejas de burro, sin anécdotas, sin risas, sin peticiones de perdón, sin elogios, sin críticas, sin debate, sin poesía, sin libros, sin Extraños en la Noche, sin cielo de Madrid, sin chicha ni limoná… hay una amplísima oferta.

Sólo La 2 Noticias, presentado en esta etapa por Mara Torres, plantea hoy un informativo con cierto toque alternativo y con otro formato distinto al que se repite en todas las cadenas. Y, que yo recuerde, sólo Carrascal en su día y Gabilondo actualmente, se habían atrevido a hacer incursiones en el informativo de autor, al estilo americano, tomando algunos elementos del mismo, pero ninguno había ido tan lejos como lo ha hecho Dragó.

A pesar de su fuerte personalidad no sólo no ha anulado a quienes estaban junto a él, sino que todos los colaboradores han brillado a su lado y da la impresión, por ejemplo, de que una magnífica periodista –especialmente en el terreno económico- como lo es mi paisana abulense Ana Samboal ha crecido profesionalmente aún más en estos meses.

Y una cosa más: a diferencia de tantos y tantos programas donde se maltrata el idioma, en este informativo generalmente mimaban la palabra como herramienta de trabajo y hablaban castellano con corrección. Ahí es nada.

Durante la etapa en la que Dragó ha tenido en sus manos las riendas, Diario de la Noche trascendió, con mucho, del ámbito autonómico. Fue carne de Youtube y de todos los zappings televisivos, creó opinión y generó debate en la calle. Como su director, el programa recibió críticas y elogios, pero no dejó a nadie indiferente.

Cuando el 28 de diciembre de 2006 leí que Dragó aceptaba hacerse cargo de este informativo nocturno, pensé que era una inocentada de la edición digital de El Mundo, hasta que comprobé que salía en otros medios. Decía entonces Fernando que la aventura tenía mucho de reto y que él, toro bravo, había embestido a la muleta que le tendían. Yo le insistía en que iba a perder la libertad de movimientos, que iba a pagar el precio de estar atado a Madrid y a un programa diario…, pero él tenía claro que era algo temporal. Creo que, después de escribir Muertes Paralelas, tenía que alimentar el gusanillo familiar heredado de aquel periodista de raza del que fue hijo póstumo, aquel joven director de agencia que, al conocer el levantamiento militar del 36, se marchó al ojo del huracán y nunca regresó.

Como a Dragó le gusta decir, ha actuado ahora cual guerrero: esto era ya plaza conquistada y había que buscar nuevos campos donde batallar. Por lo pronto, entre sus proyectos, varios viajes, nuevos libros y un futuro programa de televisión, un magazine con formato más abierto que seguro será –como todos los programas que ha hecho- un espacio lleno de inteligencia y de libertad.

Atrás quedan esos quince meses en que los que demostró que huyendo de la telemierda también se puede incrementar la audiencia. Y que es posible dar las noticias con un toque de humanidad, de cordialidad, con una sonrisa.

Buen viaje, Fernando. Suerte y un abrazo.

Aquí Nico, aquí unos amigos


Desde hace unos días tengo un compañero de piso. No colabora mucho en las tareas domésticas y es un tanto revoltoso y travieso, pero se le perdona porque son cosas de la edad: sólo tiene seis meses. Te sigue por la casa a todas partes donde vayas, siempre curioseando, y es muy cariñoso. Ahora mismo se acaba de subir de un salto encima de mí y está tumbado en mis piernas, aunque de vez en cuando se asoma por encima del teclado a ver qué diablos estoy haciendo.

Llegó a casa como fruto de un auténtico pressing emocional. Pero ahora ya no le dejaría marcharse sin oponer seria resistencia.

Todo comenzó cuando a la puerta de la agencia de viajes de Mario (el enlace lo pongo por si están pensando en alguna escapada, pues hay que hacer un poquito de propaganda a los amigos) llegó maullando un pequeño gato negro de apenas unos meses. Primer error: en lugar de dejarle que se marchase, Mario le abrió la puerta. Y estos animalillos no sólo se meten en tu oficina, sino que se meten en tu vida para siempre.

Estaba claro que Nico –que así le bautizaron- había estado en alguna casa, no era un gato callejero, porque, además de querer entrar, su primera reacción una vez dentro fue acurrucarse encima de una silla.

Los días siguientes, se empezó a subir encima de Mario mientras trabajaba y a ronronear. Así que mi amigo supo enseguida que no tenía escapatoria, que el gato le había atrapado: si estaba extraviado y alguien lo reclamaba, estupendo; pero si había sido abandonado y nadie lo buscaba, ya no sería capaz de volver a dejarlo en la calle.

Mario y Clara se encargaron de llevarlo al veterinario, desparasitarlo, vacunarlo, curarle la otitis que tuvo después… hasta que el animal, al principio tristón, fue recuperando su vitalidad.

Los días pasaban y había que tomar alguna decisión, porque en un centro de trabajo no se puede tener animales e incluso algún empleado ya empezó a tener síntomas alérgicos. Y ellos en casa tienen dos grandes perros y, conocida la actitud que tienen con los gatos callejeros, Nico hubiera durado allí más o menos dos minutos.

El primer correo fue para decirme que tenían un gato de regalo para mí. Les contesté con una notita en la que les explicaba amablemente que ni de coña quería un gato ahora, que me encantan pero que yo no llevo una vida apropiada para tener un animal en casa, que paso muchos días fuera, que si tal y que si cual. Mario me contestó diciéndome que lo del gato no era opcional, que cuándo me lo traía, pero pasé de él.

Me dijo que me mandarían alguna foto, pero yo les contestaba que no quería ver ni la foto, porque me conozco de sobra. Finalmente, volviendo un día del pueblo con ellos, pararon y dijeron que íbamos un momentito a ver cómo estaba el gato, así que por fin conocí a Nico. Aquí está Mario revisándole el oído, mientras su hija Cristina y yo seguíamos atentamente la operación:

Empezaron a buscarle un hogar entre los conocidos, pero sin éxito. Yo les dije que lo más que podía hacer era publicarlo en el blog por si alguien se animaba a adoptarlo. Pero entonces entró en acción Clara, que no quería que fuese a cualquier casa, sino con alguien de confianza, categoría en la que por lo visto me incluye a mí.

Durante semanas de asedio, fueron desmontando mis resistencias. Los muy mamones me enviaban fotos de Nico diciendo “¿me adoptas?”. Le pidieron a mi hermana –que vive relativamente cerca- que si algún día yo tenía que marcharme se ocupara de echarle de comer ocasionalmente. Me pasaban mensajes recordándome lo bueno y cariñoso que era…

Mario me contó que si le llevaban a una asociación lo primero que hacen es meterlo en una jaula y luego a esperar a ver si surge un adoptante. Que ellos ya no tenían más remedio que sacarlo del lugar de trabajo para no tener problemas. Se ofreció a hacer de padrino de la criatura y colaborar en todo lo que yo no pudiera hacer. Y terminó por fin apelando a nuestra amistad… En fin, todos los elementos infalibles de un auténtico chantaje emocional al que no puede uno sustraerse.

Así que el domingo por la noche Mario apareció con el gato y con todo el kit completo incluido: cartilla de vacunación, manta, collar, comida de varios tipos, recipientes para comida, arena, caja y paleta para la arena, transportín, felpudo rascador… Creo que si yo lo hubiera negociado mejor, hasta me habrían incluido en el lote algún viajecito de regalo. Bueno, puedo decir que el gato traía hasta libro de instrucciones (de esos a los que me refería en una entrada anterior), porque de parte de Clara venía un folleto con recomendaciones sobre gatos adoptados…

Éste es el pequeño Nico cuando estaba triste y enfermillo, los primeros días tras aparecer en el lugar de trabajo de mis amigos:


Y éste es ahora Nico, que como se ve ha tomado enseguida posesión de su nuevo hogar:


No es la primera vez que tengo gato. De pequeños tuvimos varios en el pueblo. Mi favorito fue Adán, que alguien encontró también perdido, creo que en el campo, nos lo llevó a casa siendo muy pequeño y murió de viejillo. Luego ya con veintitantos años tuve otro gato, Set, y mientras yo estaba de viaje alguien le dejó salir a la calle y lo atropelló un coche. Y, finalmente, cuando viví en pareja tuvimos en casa un encanto de gata, Suski, a la que también salvamos de un destino más bien oscuro. Por cierto, Set, Suski y Nico, los tres han sido de color negrillo, pero no es deliberado: debe de ser que las supersticiones se imponen y la gente no quiere un gato negro.

Ellos se lo pierden. A mí éste me va a dar buena suerte.

Como bienvenida a Nico, dejo aquí un par de canciones. La primera es la de Nina Simone, My baby just cares for me con su simpático videoclip gatuno:
La segunda es El gato que está triste y azul (creo que conocida en Iberoamérica como El gato en la oscuridad) que popularizó Roberto Carlos. Es una versión del italiano Gatto nell blu y la traducción que hicieron al castellano es una cosa de lo más incoherente, pero aun así la canción resulta bonita:
(Fotografías del autor y de Clara Montero).

Adiós a Félix Tabasco

Reproducido en la revista Avila Digital, abril 2008.

"¡El alma inanimada de las cosas!
la madera de puertas y ventanas,
el hálito invisible del ayer...
Tú nos pintas las cosas más hermosas, 
aquellas que tuvimos más cercanas,
 la vieja casa que nos vio nacer."

(Luis Hernández del Pozo, La Pintura de Félix Tabasco)

Cuando llegué a estudiar a Madrid, me gustaba recibir cada año la invitación para acudir a la exposición de pintura de Félix Tabasco. Siempre sentía que era como encontrar de pronto un trocito de mi pueblo en una galería de arte de esta ciudad.

Tabasco había nacido en 1942 en El Hoyo de Pinares (Ávila) y su trayectoria personal era la historia de una superación. En circunstancias normales, hubiera terminado trabajando en el campo como su padre, pero Félix huyó de ese destino, se marchó del pueblo y comenzó a buscarse la vida trabajando en Madrid, en Bilbao, en Alicante… Simultáneamente, fue alimentando de forma autodidacta lo que iba sintiendo como su vocación: la pintura.

Félix traía ya en su retina el recuerdo de las palomas en las ventanas, del tiempo dormido entre aperos polvorientos y viejos portones. Y progresivamente fue incorporando a su bagaje la técnica que precisaba para llegar a ser lo que realmente ansiaba, pintor.

Tras unos comienzos difíciles en el arte, con sus primeras ventas y sus primeras exposiciones, Tabasco va evolucionando y, finalmente, encontrará en el realismo su forma expresiva. Ahí comienza su etapa de madurez artística, en la que, a finales de los ochenta y durante la década de los noventa, cosechó sus mayores éxitos, entre ellos la Primera Medalla de Pintura del Salón de Otoño de Madrid (en 1991 y en 1998).

Además de exponer con frecuencia en salas de arte de Madrid y de otros puntos de España, en varios veranos ofreció muestras antológicas en su localidad natal, que en 1996 le rindió homenaje dando su nombre a una calle.

Allí, en el cementerio de El Hoyo de Pinares, fue enterrado hace unas semanas. Me avisaron telefónicamente y me marché enseguida a nuestro pueblo para acompañar a su familia y amigos en la despedida a Félix.

Nos deja una obra artística de la que podemos seguir disfrutando. Pero nos deja también el grato recuerdo de su humanidad, de su afabilidad de trato, de su sensibilidad.

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Más información:
Bibliografía:
  • Félix Tabasco. J. Llop (Gal Art. Barcelona, 1994).
  • Félix Tabasco, Apuntes para una biografía incompleta. Miguel Gutiérrez García (Edición del autor. Madrid, 2003).
(Fotografía del pintor extraida del libro de J. Llop. Reproducciones de sus óleos: Bodegón con ramas de ciruelas, Fachada castellana, Tiempo de recuerdos II y Ventana con jaula y palomas).