La ventana de la abuela en el siglo XXI

En el pueblo de mi infancia –supongo que en casi todos-, cuando el tiempo lo permitía, la gente sacaba algunas sillas fuera de las casas, buscando el sol suave de primavera o un poco de fresco en las noches de verano.

La silla en la puerta. Para coser, para leer, para charlar, para mirar... Era la forma de no estar entre cuatro paredes cuando no ibas a ir a ningún sitio concreto. La forma de conectar con la vida exterior, de saber qué sucedía en la calle, de ver pasar a alguien y preguntarle por sus cosas o que se detuviera a interesarse por ti…

Mi abuela paterna vivía en la planta superior de un bar y por eso no sacaba la silla a la calle. Pero la tenía siempre junto a su ventana. Cuando no estaba trajinando y tenía tiempo muerto, se sentaba y desde allí observaba quién entraba, quién salía, quién pasaba, qué pasaba.

Una vez mi tío hizo una foto de la fachada del local (el desaparecido Café-Bar Pinarsol de mi familia) y arriba se veía a mi abuela, sentada como casi siempre al lado de la ventana, mirando desde dentro. Pero ella, octogenaria que no se llevaba muy bien con las tecnologías, lo negaba: “Yo no estaba ahí, me habrás puesto tú”, aseguraba ante la sonrisa de mi tío, en los tiempos en que había que revelar los carretes y no existía el Photoshop.

Cuando estoy en casa y no ando trajinando, cuando tengo un ratillo muerto, casi automáticamente tiendo a conectarme a internet. Digo entonces lo que me apetece, lo que se me ocurre, a todos en general o a alguien en particular. Miro qué anda haciendo algún amigo -a veces geográficamente lejano-, qué es de su vida. Me encuentro con algún conocido que me enseña una foto, me señala una noticia curiosa del periódico, me muestra un video o me recomienda una canción. O recojo un saludo o unas palabras de ánimo que alguien me dejó al pasar por allí. Puedo leer, escuchar música o curiosear por casi cualquier rincón del mundo sin moverme de la silla.

Y entonces es cuando pienso que internet es mi forma de asomarme a la vida exterior mientras estoy en casa. Como la ventana de la abuela Adela.

Grandes inventos de la Humanidad: el llamador inalámbrico de camareros

Ya sé que el título grandilocuente evoca (sólo para las generaciones que conocieron el legendario TBO) a los inventos del profesor Franz de Copenhague, pero éste resulta que existe de verdad. A mí me soprende que a nadie se le hubiera ocurrido antes algo tan simple y tan útil, y que seguramente acabará generalizándose. Últimamente ya lo he encontrado en dos restaurantes a los que he ido, pertenecientes a conocidas cadenas.

Se trata del Pulsa y Voy, un artilugio para avisar al camarero, idea similar a los sistemas que ya se utilizaban por ejemplo en los aviones o en los hospitales, pero inalámbrico, para que pueda situarse sobre las mesas sin complicadas instalaciones.

El pulsador inalámbrico ocupa menos que un cenicero y tiene tres botones: uno genérico pensado para que acuda el camarero (se supone que para pedirle algo), otro para reclamar específicamente que te traigan la cuenta y el tercero es el que utilizan para anular la llamada una vez atendida.

Pulsa y Voy es la marca comercial (creo que de la empresa Vellux) que yo he encontrado instalada las dos veces en que he tenido ocasión de usarlo (y la que creo que ha desarrollado mejor estrategia de marketing utilizando los propios medios informativos) pero se comercializan otros productos similares, como los de Tes, Mmcall, Feberca, etc.

Yo siempre bromeaba diciendo que en las Escuelas de Hostelería enseñaban la asignatura de moverse entre las mesas esquivando miradas. Para los que tenemos tan poca voz y tanta timidez que parecemos invisibles este aparatito es un gran invento.

Tal vez perderemos la costumbre de dar voces diciendo “camarero”, el más educado “por favor” o el más castizo “jefe”… Y perderemos ese gesto universal de escribir en el aire para que nos traigan la cuenta... Pero yo creo que no voy a echar de menos tan arraigadas tradiciones hispanas.

Con el pulsador, mi experiencia es que todo fue muy rápido y sin tener que estar a la caza y captura del dependiente del establecimiento a ver si se dignaba mirarnos.

También creo que es un instrumento muy práctico para los propios empleados de hostelería, que así no tienen que estar constantemente pendientes de las mesas, porque si se les necesita ya les avisa su receptor. En realidad, bien utilizado, mejora la productividad en el negocio.

Bueno, pues ya les he hecho publicidad gratuita, pero me parece que se lo merecen. Yo ya me he hecho un entusiasta del Pulsa y voy y espero encontrármelo cada vez con más frecuencia.

Embajador de Euskadi

Basquetour, la Agencia Vasca de Turismo, ha puesto en marcha una nueva web, Euskadi Saboréala / Euskadi Gozaezazu, que pretende ser un punto de encuentro para los amigos del País Vasco, un portal de participación ciudadana en la difusión de los numerosos atractivos de esa Comunidad.

Yo ya he colaborado en la sección de fotografías de la misma con unas imágenes de Labastida y Laguardia, así como en la sección de enlaces con la entrada de este blog que dediqué al viaje a la Rioja alavesa.

Por ello, he recibido ya el simbólico nombramiento como Embajador de Euskadi y, como además fui uno de los primeros inscritos, me han enviado también amablemente un regalo. 

Ya expliqué anteriormente, en Un tiempo nuevo para Euskadi, mi vinculación con esta tierra y mi sincero cariño hacia el País Vasco. Así que estoy encantado de ser uno más en dar a conocer una Comunidad enormemente rica en naturaleza, monumentos, historia, tradiciones, cultura... Y, a pesar de la dictadura del miedo, rica en personas que merecen la pena.

Memoria del paraíso en el programa radiofónico Es Amor

El texto Memoria del paraíso, que había sido publicado originariamente como relato en este blog, resultó elegido el 28 de julio -tras adaptarse su redacción a forma epistolar- como carta ganadora del día en el espacio nocturno Es Amor, que dirige en esRadio Ayanta Barilli y que en verano presenta Eva Guillamón.

En este posdcast podéis escuchar el texto tal y como fue emitido en el programa. (Como podéis comprobar, hay un par de pequeños errores en la locución: donde la presentadora lee "los inciertos amigos" el texto original decía "los inciertos caminos" y donde lee "el desierto" era "el destierro").

Un interesante estudio (...de una Universidad alemana, ¿eh?)

Siento pisarle el terreno al muy recomendable blog de divulgación científica de Bernardo Rivero, pero no puedo resistirme a compartir esta información. Quien me dice a mí, ahora que llega el verano, que no están ustedes afectados por estos mismos síntomas y viviendo en la ignorancia.

Siempre me han llamado la atención estas investigaciones del tipo de “los que tuvieron un radiocassette en su casa de pequeños tienen un 10 % más de posibilidades de desarrollar alopecia de mayores”. Me pregunto quién toma la decisión de estudiar estas cosas… e incluso quién financia esos útiles e imprescindibles trabajos.

Estábamos en Argentina en marzo cuando Carlitos C. oyó que me estaba riendo yo solo delante de la televisión y se acercó con curiosidad.

- Es que es un estudio científico muy interesante. Escucha, escucha…

Y el presentador del informativo argentino explicaba:

- … Entonces cuando el hombre está estresado, le gustan más tipos de mujeres, lo mismo rubias que morochas…

Yo partiéndome de risa y Carlos C. perplejo:

- Pero ¿qué es esto?

- Que de verdad es un estudio científico… Cuidado, que es de una Universidad alemana, o sea un trabajo muy riguroso.

- Ah, si es de una Universidad alemana, no me digas más, gente muy seria… ¿han dicho qué Universidad?

- No, sólo que es alemana… El estudio demuestra que, cuando los hombres tienen estrés, se sienten atraídos por más mujeres y de más diversos rasgos... En fin, que tenga uno que venir a miles de kilómetros para enterarse de lo que le pasa...

- Tú tienes mucho estrés –cayó en la cuenta-. Te lo he notado cuando vamos por la calle y pasan algunas argentinas

La noticia en el diario Clarín tenía un tono concluyente: “Así lo asegura un estudio realizado por una Universidad alemana, que sostiene que cuando los varones se estresan se sienten atraídos por más y variadas mujeres”. “El estudio sobre psicología de la atracción sexual –continuaba el periódico- fue publicado en 'Proceedings of the Royal Society B' y por el diario 'The Guardian'. Señala que, habitualmente, las personas se sienten atraídas por parejas con rasgos faciales similares a los suyos, pero que –tras una breve experiencia estresante- las preferencias de los hombres cambian para incluir una variedad más amplia de mujeres. Johanna Lass-Hennemann, que dirigió el estudio en la Universidad de Trier en Alemania, dijo que los resultados de la investigación sugieren que los animales pierden sus preferencias de apareamiento normal cuando están bajo estrés. ‘Los hombres tienen una tendencia a acercarse a compañeras diferentes y a calificarlas como más agradables cuando están estresados’, señaló”.

Si lo dice una Universidad alemana, no cabe ponerlo en tela de juicio. Pero, además, el rigor científico del trabajo salta a la vista en cuanto se detalla tanto la muestra como el sistema empleado para llegar a estas conclusiones. No tiene desperdicio: “En el estudio participaron 50 estudiantes heterosexuales que fueron divididos en dos grupos. A los del primero se les pidió que metieran un brazo en un balde de agua helada durante tres minutos antes de comenzar la prueba. Y a los del segundo se les pidió lo mismo pero con agua a temperatura corporal. Los latidos del corazón y los niveles de cortisol, la hormona que se libera bajo presión, indicaron que los hombres en el primer grupo estaban significativamente más estresados antes de la prueba que los otros participantes. En la prueba en sí, a los hombres se les mostró una serie de imágenes en una computadora. Algunas eran de objetos del hogar y otras de mujeres desnudas. Algunos de los rostros de las mujeres fueron alterados digitalmente para parecerse al voluntario u otro de los participantes. A lo largo de la prueba, los científicos registraron ruidos ocasionales para asustar a los hombres, mantenerlos estresados y registrar sus reacciones (…). A los hombres también se les pidió que dijeran cuán atractivas y excitantes eran las imágenes. Mientras que los hombres ‘relajados’ reaccionaron como se esperaba y dijeron sentirse atraídos por mujeres que se parecían a ellos, los varones estresados describieron como más atractivas a las mujeres de facciones diferentes”. 

“Yo con la Universidad alemana a muerte”, proclamó Carlos C. cuando una chica escéptica se atrevió a dudar lo que no es más que pura ciencia: un estresamiento de estudiantes por el procedimiento de frío+susto y una posterior constatación de gustos ante imágenes.

Estoy muy agobiado a causa del trabajo, me lo ha dicho el médico. Pero lo hubiera sabido antes si leyera Proceedings of the Royal Society B y hubiera observado –poniéndome fotos delante o simplemente haciéndome salir a la calle- que me gustan muchas mujeres y que no se parecen físicamente en nada a mí. Qué estrés.

(Ilustración: fotograma de la película Big Shots)