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Feliz Navidad 2009
Etiquetas: Actualidad social, Divagaciones varias, Historia, Música, Navidad, Nombres propios, Religión
El secreto de sus ojos
La buena gente
Me acordaba yo ese día de algunas familias de mi pueblo –para empezar, de mis padres-, pero en particular me vino especialmente una a la cabeza, a la que conozco desde mi infancia, que para mí refutaba claramente con los hechos cotidianos la afirmación de mi interlocutor. Una familia normal, humilde, donde los padres apenas había podido tener acceso a una formación elemental… Sin embargo, sus objetivos vitales no los fijaron en hacer ostentación de grandes casas o grandes coches, sino en conseguir el mejor futuro posible para sus hijos. Y les transmitieron, con palabras sencillas y, fundamentalmente, con el ejemplo cotidiano, esos valores de la honestidad y de la superación.
Hace unos días moría inesperadamente la madre. Hice encaje de bolillos con las citas profesionales para poder escaparme al pueblo, acompañar esa tarde a sus hijos y nietos y darles un abrazo. Y mientras iba caminando al cementerio, recordaba a esa mujer que te hablaba siempre de sus hijos con evidente cariño y legítimo orgullo. Y pensaba que también ellos tenían razones para sentirse orgullosos del legado que recibieron: el de alguien que tendría sus virtudes y sus defectos, que haría cosas bien y cosas mal, pero que, sobre todo, no cabe duda de que -como decía yo en la entrada que dediqué a mi padre- les enseñó a ser buenas personas.
En una sociedad que entroniza -con los hechos y con las referencias cotidianas que se nos proponen- el cinismo, la fama sin méritos, la ausencia de escrúpulos, la competitividad desmedida, la picaresca, el enriquecimiento rápido y a cualquier precio, la ostentación, la apariencia… cada vez me gusta más la buena gente. Las personas que nunca tendrán protagonismo mediático, pero que han abrazado durante toda su vida conceptos tan en desuso como la autenticidad, la buena educación, la honradez, el esfuerzo, el respeto o el hacer el bien.
Ésa es la verdadera nobleza. No se plasma en pergaminos ni en títulos aristocráticos. Pero a veces, sólo a veces, también resulta ser hereditaria.
Tarde de poesía y amistad
El sábado 24 de octubre asistí a la presentación en Madrid de Hambre de vida, el último poemario de Laura Fernández-MacGregor Maza que esta escritora mexicana está dando a conocer en Europa. El volumen, además de la edición impresa, contiene un CD con los textos recitados por la propia autora.
Laura, educadora, apasionada de la lectura y el arte, tiene publicados en México cinco libros de poesía y uno de narrativa breve, y en proyecto una comedia musical. Confieso que no conocía hasta ahora la obra de esta autora, que leeré con interés tras asistir a este evento.
La presentación tuvo lugar en un acogedor y recomendable restaurante, Mestizo, en la calle Recoletos de Madrid (no confundir con el paseo de Recoletos, como nos pasó a dos pringados esa misma tarde, por cierto...).
Acudí al acto por invitación de la persona que había coordinado su organización, mi amiga Virginia Fermoselle, periodista, una gran amante de la literatura y alma máter de la firma Diglosia. Hay muchas personas que organizan eventos con fría eficacia, pero Vir aporta valores añadidos: su interés por la cultura y esa sensibilidad que le lleva a cuidar cada detalle, hasta dar una calidez singular al acto.
Los versos de Laura sobre el amor, la muerte y la vida -como las tres heridas de Miguel Hernández- llegaron al público en las voces del poeta Diego Valverde Villena, actual director de la Feria del Libro de Valladolid, y de la joven actriz Marta Benvenuty, que tiene ya en su haber un buen puñado de interpretaciones destacables en la escena madrileña. Al alimón nos obsequiaron con una magnífica declamación de los poemas de Hambre de vida, acompañados por Julio al piano.
Luego, se hizo entrega a Laura de un cuadro –El diván-que recrea un pasaje de El abanico, uno de los poemas del libro que se presentaba esa tarde. De esa obra pictórica es autor Borja Leonardo, oscense afincado en Barcelona, arquitecto y estudioso de Bellas Artes, que se inició en la pintura desde niño y que ha participado en varias exposiciones y colaborado como ilustrador en revistas culturales.
En el cóctel tuve ocasión de departir brevemente con José Gárate, Presidente de la Fundación Castilnovo, que promueve la amistad hispano-mexicana, y con quien quedamos emplazados para una próxima comida. Y compartí vino y animada charla con escritores, periodistas y otros amigos.
(Fotografías: Sonne)
Galeano en Madrid
Sabe capturar historias. Historias que están en la memoria de la gente o que surgen mirando alrededor, la calle, los campos, los países, las personas. Sabe ponerlas luego negro sobre blanco. Y devolvérnoslas contadas con sus palabras, de forma tal que nos divierten, nos hacen pensar, nos conmueven.
Galeano escapa de cualquier género. Lo que escribe es todo: ensayo, narrativa, poesía… a la vez.
La primera vez que leí sus textos me deslumbró y desde entonces no ha dejado de acompañarme. Con él aprendí que, por más que el horizonte siempre se aleje, la utopía sirve para caminar. Que visto desde arriba el mundo es un mar de fueguitos. Que necesitamos personas que nos enseñen a mirar. Que la imaginación nos salva. Que los nadies sí existen. Que podemos reclamar el derecho al delirio.
Eduardo Galeano vino a Madrid el mes pasado y el 14 de octubre acudí al Auditorio Marcelino Camacho a escucharle. El escritor primero leyó una selección de sus textos y después conversó con el público, contestando algunas de las preguntas previamente recogidas.
Por aquí les dejo el video completo de la presentación, por si a alguien le apetece verlo. Galeano adaptó mucho la selección de textos a lo que él creía que podía encajar en el foro al que había sido invitado, el Ateneo Cultural 1º de mayo de CC.OO. de Madrid. (Posiblemente supondrá que los sindicatos españoles de Méndez y Toxo siguen siendo de verdad sindicatos, como en la época de Redondo y Camacho. O sea, de los que existen en otras partes del mundo para defender a los trabajadores y no para que el presidente del gobierno les diga que nunca olvidará que se hayan quedado callados mientras centenares de miles de personas perdían su empleo y que ellos, además, le aplaudan encantados...). A pesar de todo y muy por encima de esto, siempre merece la pena escuchar a Eduardo Galeano. (Por cierto y como curiosidad, en un barrido que hacen antes del comienzo se me ve entre el público, aunque está muy oscuro. Estoy en el extremo de una fila del lado derecho, con mi amiga Virginia).
De risas...
Recordando a Antonio Vega
La Sala Clamores programó el pasado 29 de septiembre un concierto de homenaje a Antonio Vega, recientemente fallecido y al que recordé aquí en una entrada anterior. Confieso que pensé –mal- que el homenaje sería simplemente una excusa comercial por parte del local. A pesar de ello decidí acudir a disfrutar de una noche de buena música, acompañado de amigos –Esther, Maite, Carlos C. y, a última hora, Virginia-. Por fortuna, me equivoqué y encontré algo más que lo que esperaba.
Clamores era un lugar especial para Antonio y para sus seguidores, la sala donde actuaba habitualmente en Madrid y donde yo fui a verle y escucharle con frecuencia. Ya se sabe lo particular que era Antonio: tenía días mejores y días peores, de inspiración, de voz o de talante..., pero siempre, siempre, dejó sobre el escenario retazos de su capacidad creativa, de la sensibilidad de sus letras y su música, la magia de su enorme talento.
La recaudación de este concierto se destinó a la ONG que lleva el nombre de la que fue compañera sentimental de Antonio Vega, también fallecida, la Fundación Margarita del Río, que impulsa una serie de proyectos educativos en Nicaragua. Entre el público, estaban familiares, amigos y compañeros de Antonio.
Sobre el escenario, la banda que le acompañó allí mismo tantas noches recreó los temas más célebres de su repertorio. Luego subieron a interpretar también algunas de sus canciones compañeros suyos como Nacho García Vega, Álvaro Urquijo, Carlos Vega, Rebeca Jiménez, Quique González, Vicky Castelo, Tontxu, Cristina Narea y otros cuantos, que nos hicieron disfrutar de una excelente selección, tanto de la época de Nacha Pop como de su etapa en solitario.
Cuando llegó el final, no cabía duda de qué canción era la que correspondía como cierre de la noche. Yo pensaba que iban a subir entonces todos los músicos que habían intervenido, a interpretarla juntos. Pero pasó algo mucho mejor. Sobre el escenario, la foto de Antonio y un micrófono vacío. Uno de los miembros de su banda dijo una de las frases habituales con las que Antonio animó allí a los presentes a cantar muchas noches. Y comenzaron los acordes de la Chica de Ayer. Todo el público puesto en pie cantó completa la canción, con la música de la banda de Antonio Vega. Sonó realmente hermosa. Fue un momento emotivo, donde muchas voces juntas hicieron suya una voz ausente, a través de una obra que no muere.
Este video doméstico recoge un fragmento de El sitio de mi recreo interpretado por Antonio Vega nueve meses antes en el mismo escenario donde se desarrolló este homenaje:
Espinete no existe
Eduardo Aldán, actor y monologuista, al que algunos recordarán por sus intervenciones en el concurso Un, dos tres –aparecía en la subasta y hablaba muy rápido- es el alma mater de este espectáculo de humor y nostalgia.
Eduardo consigue trasladarnos a nuestra infancia (a varias generaciones de espectadores, porque yo creo que hay referencias desde mediados de los años setenta hasta casi los noventa) y hacernos reír. No son poco ambas cosas.
Es un texto ingenioso, donde fundamentalmente reina el buen humor aunque intercala algún toque de ternura. Si les apetece recordar y divertirse, no lo duden y vayan a verlo, lo pasarán bien.
Cantantes de mi infancia
He dedicado ya en este blog varias entradas a cantantes lamentablemente fallecidos –Joan Baptista Humet, Antonio Vega, Mercedes Sosa- cuya trayectoria musical había seguido con interés y admiración. Autores o intérpretes cuya obra coincide con mis gustos musicales, nombres que han tenido significación para mí.
Pero están luego esos otros cantantes cuyas creaciones o interpretaciones no están entre lo que escucho habitualmente ni se corresponden con lo que realmente me gusta, pero que, cuando fallecen, uno de pronto recuerda que sus canciones estuvieron ocasional e inevitablemente presentes en algún momento de su vida.
Luis Aguilé, cantante argentino afincado en España, era autor de muchas canciones ligeras que a mí no me llaman la atención en absoluto, como La Chatunga, Juanita Banana, El Tío Calambres y cosas así. Pero de niño me gustaba ver su programa El Hotel de las mil y una estrellas, supongo que porque me resultaría entretenido o curioso para mi mentalidad de entonces. Siempre lo recuerdo como uno de los personajes más parodiados de la época: desde Fernando Esteso hasta Martes y Trece, todos cayeron en la tentación de colocarse unas gafas, un sombrero y unas corbatas gigantescas para imitar su peculiar estilo. Con todo, alguna de sus canciones más livianas –por ejemplo, Es una lata el trabajar-, aun cuando carezca de pretensiones, suena simpática y me parece que no tiene nada que envidiar a algunos temas que se entronizan hoy como reyes del verano de forma machacante y son de mucho peor gusto y calidad. En Madrid coincidí una vez con él en un homenaje a Eva Perón y tuve oportunidad de saludarle brevemente. Pero sí hay que recordar que Luis Aguilé es autor de una canción muy sencilla que, sin embargo, sí forma parte de la memoria de casi todo el mundo y que para algunas personas es casi un himno: la emotiva Cuando salí de Cuba:
mi corazón no lo tengo aquí…
Hay un mundo inmenso que hay que cuidarlo.
(…)
No hay quejido negro, ni canto blanco,
hay solamente quejido y canto.
Blog action day: contra el cambio climático
En España, Coalición Clima agrupa a más de treinta organizaciones ecologistas, sindicales, de cooperación al desarrollo, etc. que consideran que "el cambio climático es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la humanidad a corto plazo" y que "es uno de los que de manera más intensa amenaza las posibilidades de alcanzar un desarrollo humano y sostenible".
Así que, como yo no podría opinar sobre la materia, les doy voz a ellos y reflejo aquí su decálogo de propuestas:
"1.- Contribuir a la reducción de las emisiones globales de CO2. El consenso científico señala que es imprescindible mantener los incrementos de temperatura por debajo del 'límite de seguridad' de 2º C respecto a los niveles preindustriales para evitar cambios climáticos rápidos, abruptos y no lineales que tendrían consecuencias desastrosas sobre la ecología, la economía y la sociedad. Para no superarlo, los niveles de emisiones globales deben comenzar a disminuir antes de 2015 y reducirse en más del 80% respecto a los niveles de 1990 en el 2050. Coalición Clima pide al Gobierno español que defienda en las negociaciones el establecimiento de límites de emisiones de gases de efecto invernadero obligatorios para los países industrializados, que permitan mediante medidas internas la reducción de las emisiones de al menos un 30% para 2020 y de un 80% para 2050, respecto de los niveles de 1990.
2.- Reducir las emisiones nacionales de CO2. Coalición Clima exige que se establezca para España objetivos concretos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, de obligado cumplimiento para el año 2020, que en ningún caso podrán suponer objetivos menos ambiciosos que los establecidos por el protocolo de Kyoto.
3.- Ayudar a la adaptación al cambio climático de los más pobres. Quienes menos responsabilidad tienen en las emisiones contaminantes son quienes más duramente están sufriendo las consecuencias presentes del cambio climático. Desde Coalición Clima pedimos que España defienda en los procesos de negociación la inclusión de las políticas de adaptación como un pilar fundamental de la acción contra el cambio climático.
4.- Comprometerse con un desarrollo con bajas emisiones de carbono. El primer paso es un cambio radical del modelo energético, dejando atrás las opciones obsoletas y contaminantes, y apostando decididamente por el ahorro, la eficiencia, las energías renovables y la equidad.
5.- Promover el ahorro y la eficiencia energética. Coalición Clima propone una Ley de Ahorro y Eficiencia energética que contemple un compromiso de reducción mínima de energía primaria del 20% en 2020 con respecto a 2005.
6.- Promover un sistema basado en energías renovables. Coalición Clima considera que los combustibles fósiles son la causa principal del cambio climático y junto con la energía nuclear suponen el mayor obstáculo para el desarrollo de un modelo energético sostenible. Coalición Clima pide al Gobierno que en la planificación energética contemple el objetivo de que las energías renovables cubran el 50% de la producción de electricidad en 2020 y el 100% en 2050.
7. Posibilitar elegir electricidad de origen renovable. Para que sean competitivas es imprescindible la internalización de todos los costes ambientales en el precio de la energía, eliminando las subvenciones al carbón que todavía existen, o la no internalización de costes de la energía nuclear.
8.- Transporte y movilidad sostenible. Las emisiones del transporte han aumentado un 97% en 2007 respecto de 1990. Es imprescindible que nuestra movilidad cotidiana deje de estar basada en el vehículo particular. Para ello son necesarios cambios en el modelo de ordenación territorial y urbanismo que se ha venido desarrollando en los últimos años. Coalición Clima pide al gobierno una ley de movilidad sostenible.
9.- Transición hacia el 'empleo verde'. Las medidas de reducción de emisiones suponen importantes y nuevas oportunidades de empleo más cualificado en algunos sectores –energías renovables- que deben potenciarse. La lucha contra el cambio climático también puede significar pérdidas de empleo en otros sectores industriales que deban reestructurarse. Para estos sectores pedimos que se impulsen medidas de 'transición justa'. Estas medidas deberían adoptarse también para paliar los efectos negativos que el cambio climático puede tener en el empleo de diversos sectores productivos (agricultura, turismo, pesca…) y en zonas especialmente vulnerables al mismo.
10.- Reducir la huella ecológica. Un mundo con límites a las emisiones de carbono requiere de quienes vivimos más allá de nuestras posibilidades ecológicas, consumir menos y de otra manera, lo que, además, se traduciría en una mejora de nuestra calidad de vida y bienestar. Hay que romper la ilusión de que al bienestar se accede con un nivel de consumo siempre creciente de bienes y servicios y proponer una mayor responsabilidad medioambiental y social en todos los ámbitos de consumo."
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Duerme, duerme, Negrita...
calla la vida
-Horacio Guarany-
Desde la primera vez que la escuché en mi vida, me ganó esa fuerza, esa voz vigorosa que hoy se ha apagado. Han sido más de dos décadas en las que sus canciones -como las de otros artistas- han hecho compañía a mis amores, a mis alegrías, a mis penas, a mis rebeldías… Desde que, siendo estudiante, tuve que ahorrar de mi paga semanal para poder comprarme el primer cassette, hasta ese último CD comprado en Argentina en enero pasado, titulado Treinta Años y con una magnífica recopilación de su repertorio: La Maza, María María, Gracias a la vida, Todo cambia, Sólo le pido a Dios, Canción con todos, Años, Alfonsina y el mar, Unicornio, Hermano dame tu mano, Como la cigarra, Si se calla el cantor, Duerme negrito, Dale alegría a mi corazón…
Mercedes no tenía ese vacuo glamour de las estrellas prefabricadas, poseía la elegancia humana de los sencillos, la autenticidad personal. Y una voz caudalosa que cantaba los dolores y las esperanzas de todo un continente.
Esta mañana su familia –su hijo, sus nietos, sus hermanos, sus sobrinos-, decían en un comunicado: “Lo que más feliz le hacía a Mercedes era cantar. Y seguramente ella hubiera querido cantarles también en este final. De modo que así queremos recordarla y así les invitamos a hacerlo con nosotros”. Así la recuerdo yo hoy: cantando.
Alicia de Larrocha
En casi todo el mundo, hablar de piano hace que, inevitablemente, se cite su nombre. Ha muerto Alicia de Larrocha. Aquí, se prestará mucho menos atención a la desaparición de esta española universal que, por ejemplo, a los cotilleos de un montón de personajillos intrascendentes a los que, como cada semana, dedicarán horas enteras los programas televisivos. Pero a quienes gustamos de disfrutar con la belleza, nos queda su magia, el recuerdo de una mente, una sensibilidad y unas manos prodigiosas.
Hoyancos por el mundo
A Arantxa, Sara, Jorge, Cecy y Ana les agradezco enormemente el haber compartido su experiencia con los lectores de Diario de Ávila y les envío un saludo muy afectuoso, especialmente en estos días en que, a buen seguro, añorarán las fiestas de su pueblo y se acordarán de los amigos y familiares.
Malpaís, en Madrid
se acaban antes del final.
Es este tiempo que llueve y que pasa
y se olvida como la verdad.
Es la ciudad donde no hay direcciones
pero, total, todos saben llegar…
Voy llegando en la distancia,
como un pájaro,
como la primera luz del mes de enero...
(…) Entonces fue que fui
de nuevo un güila correteando en los potreros.
Loco y descamisado me perdí
en un verano por caminos polvorientos.
Sé que tal vez ya no recordarás
los malinches floridos, aquel fuego…
Sé que a veces miro para atrás,
pero es para saber de dónde vengo.
Malpaís aborda en las fantásticas letras de los hermanos Jaime y Fidel Gamboa los temas eternos, las referencias a los recuerdos e imaginarios comunes de los ticos de varias generaciones, al amor y al desamor, con música folk que hunde sus raíces en su tradición musical pero con variadas influencias rock, celtas o caribeñas.
Además de las citadas antes, otras maravillas de esta banda son, por ejemplo, Abril ("Pienso después / cada palabra / para decir / dónde quedaste, /en qué vagón,/ unos meses atrás (…) Puedo tocar/ el aire donde estuvo el dios / benévolo / de tu cuerpo / y repasar los párrafos/ sin terminar…”), esa Contramarea que narra la historia de amor entre una tica y un nica (“Nací sólo para verte llegar a mí”)… Y así hasta completar decenas de fantásticas canciones que les recomiendo.
El alma y el arte
de la artista argentina Patricia Escobar)
-Leonardo Da Vinci-
Como en los verdaderos artistas, la obra de Patricia es inseparable de su personalidad. Cuando afronta el encargo de decorar, por ejemplo, un cuarto para niños, no recurre a esos tópicos que los adultos consideramos motivos infantiles. Piensa en qué le gustaría realmente a la niña que fue, a la niña que quizá de alguna manera sigue siendo. Y le aplica una buena dosis de imaginación, de inventiva, de oficio y de creatividad, hasta conseguir una obra singular.
Porque Patricia además, encara cada trabajo, ya sea un hogar, una biblioteca, un colegio o lo que se le encargue, como algo único e irrepetible. Capta de alguna manera el genius loci, el espíritu que impregna el lugar, o la personalidad de sus moradores, y plasma todo ello en su obra. O da vida ella misma a ese espíritu si es que acaso no existía. Es una creadora originalísima y ocurrente: no trata de reproducir de nuevo, con ligeras variantes, lo previamente experimentado con éxito. Se propone generar algo completamente nuevo, que cobra vida artística ante los ojos de unos destinatarios satisfechos.
En cierta ocasión, una nena había visto entrar por la puerta de su casa a esta decidida pelirroja con su escalera, sus herramientas y sus colores. Y vio como, poco a poco, su cuarto se fue convirtiendo en un lugar donde brotaba la magia en cada rincón. Y un día en que la pequeña viajaba con su abuela en un taxi, no pudo resistirse a compartir con el chofer esta experiencia que la tenía impresionada. Así que de pronto le dijo: “¿Sabe una cosa, señor? ¡En mi casa tenemos ahora un hada!”.
(Imágenes de diversas creaciones de Patricia Escobar para clientes particulares, empresas y varias ediciones de la muestra Casa Foa).
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