Eva y Eurovisión

Eva Sebástian, de la que ya hablé en una entrada anterior, aparece entre los candidatos oficiales al Festival de Eurovisión.

Así que, aunque tenga pocas posibilidades porque la distancia en votos es muy grande, yo animo desde aquí a votarla, puesto que el efecto promocional, las posibilidades de que más personas le escuchen, siempre es importante para un artista.

Y no sólo por razones personales, porque sea amiga, porque sea de Ávila o porque yo crea que se lo merezca, sino que objetivamente me parece una canción mucho más apropiada que algunas de las castañas frikis con las que nos han castigado últimamente.

Para votarla o escuchar su canción, hay que ir aquí.

Nuevo diseño de La nota discordante

Como habrán apreciado, La nota discordante estrena diseño. Cuando publico esta entrada, todavía me quedan cosas que añadir y adaptar, pero bueno, al menos ya está implantado.

Hace tiempo que venía pensando en renovar la imagen y en instalar en el blog una plantilla de tres columnas, porque tenía demasiada información abigarrada en la columna lateral.

El blog se puso inicialmente en marcha sobre una plantilla-tipo de las que ofrece Blogger, que luego yo fui modificando y personalizando poco a poco, en plan autodidacta, pero que aun así dejaba mucho que desear desde el punto de vista estético y funcional.

En alguna de mis navegaciones por la red, leyendo información sobre recursos para blogueros, di con Blogsmadeinspain, una de las páginas de Antonio Zambrana, que es quien finalmente y en pocos días ha hecho realidad mi idea, muy satisfactoriamente para mí.

La nueva apariencia mantiene, como yo quería, los mismos elementos de identidad del blog, que eran muy reconocibles y que seguramente les resultarán ya familiares a los lectores –la vieja máquina de escribir, la frase de Gala como leitmotiv…-, pero los inserta en un diseño completamente nuevo y mucho más logrado, con una cabecera más atractiva, con una estructura de tres columnas que sistematiza mejor los contenidos, y con el nuevo elemento visual del cuaderno de notas, que a mí particularmente me gusta mucho.

Como estamos entre amigos y en confianza, lo cuento, por si a alguien le resulta útil. Se preguntarán: siendo un blog puramente personal y no ninguna web profesional, ¿merecía la pena encargar un diseño específico? Pues sí, porque Blogsmadeinspain trabaja con criterio y resultado profesional pero con precio de aficionado, prácticamente simbólico… ¡sólo 26 euros! O sea, un capricho que se puede permitir casi todo el mundo. Por ello, tengo que agradecerle enormemente a Antonio su excelente trabajo y su aguante para materializar mis indicaciones y dar con el resultado que yo deseaba. A quienes quieran tener una plantilla personalizada para Blogger o necesiten cualquier otro trabajo de diseño gráfico, sin duda les recomiendo darse una vuelta por esa útil bitácora o por su complementaria Designmadeinspain.

El espíritu y el contenido de esta casa, La nota discordante, sigue siendo el mismo. Y el anfitrión también. Pero hemos renovado la decoración, creo que notablemente para mejor. Espero que les guste y que se sientan a gusto.

Maleni y su planeta

El principito se sentó en una piedra y elevó los ojos al cielo.
- Yo me pregunto –dijo- si las estrellas están encendidas
para que cada cual pueda un día encontrar la suya.
Mira mi planeta; está precisamente encima de nosotros…
Pero ¡qué lejos está!

Antoine de Saint-Exupery- El principito

Se llama María Magdalena Hernán Obispo, tiene 36 años, es Licenciada en Física… y ha descubierto un planeta.

Maleni, que se dedica a la investigación astrofísica y está realizando su doctorado en la Complutense, andaba un día enfrascada en sus cosas, o sea, analizando la velocidad radial de una estrella o algo por el estilo, cuando ¡zas! encontró por casualidad un nuevo planeta. Lo grande –me parece a mí- es que se dio cuenta del hallazgo. ¿Ven? Los despistados no serviríamos para astrónomos.

Escribía también el narrador de El principito que, además de los planetas que nos suenan a todos –los de nuestro sistema solar-, existen otros muchos y que “cuando un astrónomo descubre uno de estos planetas, le da por nombre un número”. Y veo que no se equivocaba, porque al planeta que encontró Maleni le han llamado el BD-20 1790 b. Ya les vale…

Tiene 35 millones de años. Aunque nos parezca una edad matusalénica, por lo visto, en materia de planetas, esto supone ser muy joven. De hecho, se trata del exoplaneta (o sea, el planeta extrasolar) más joven que se ha localizado hasta ahora en torno a una estrella. Considera Maleni que el hallazgo supone “el eslabón perdido entre una estrella en la que se están formando los planetas y un sistema como el Sol con muchos miles de millones de años”. Parece ser que el descubrimiento permite estudiar un planeta joven en una estrella activa y contribuirá a conocer las fases más tempranas de la formación de los mismos.

Aunque la gente cercana dice que estoy siempre en la luna, en realidad no me llama mucho la atención la astronomía. Así que la noticia de este descubrimiento del que les estoy hablando, como no podía ser de otra forma, me había pasado desapercibida entre las secciones especializadas de los periódicos. Y confieso que no soy yo muy dado a leer tampoco la Astronomy and Astrophysics, revista donde parece que se dio a conocer detalladamente el mismo.

Y, entonces, ¿por qué estoy escribiendo sobre esta historia? Pues porque me encontré ayer, en un rinconcito de un periódico, una carta que escribe Gema Fernández, una amiga de Maleni. Más que reprocharle nada a su amiga, Gema venía, de alguna forma, a reivindicar su trocito del planeta: “Este descubrimiento tiene un poco de todos aquellos que te hemos apoyado, hemos sufrido tu aislamiento, que tu móvil sea un mero aparato que transportas en el bolso, tu cansancio, tus penas y alegrías, tus nervios, tus emociones, tus horas en vela y, sobre todo, te hemos echado de menos”.

Dos ideas me han venido a la cabeza, elementales y poco originales, porque uno es así. La primera es qué poco nos fijamos en la parte más humana, que se esconde detrás del telón de aquello que trasciende públicamente. Y, sin embargo, a mí, que no me había despertado interés el planeta BD-20 1790 b, sí me ha llamado la atención lo que contaba la amiga de Maleni. Pensaba en el tiempo robado al sueño y a las personas cercanas, en las horas de estudio, de investigación, de trabajo, en las decepciones, las ilusiones, la perplejidad, las dudas, la fascinación y la alegría que tiene que suponer lograr un hallazgo como ése y verlo confirmado… Me imaginaba que, como dice Gema, detrás de cada historia de esfuerzo, casi siempre encontramos al lado personas que nos quieren, que nos van apoyando, que comparten nuestros sinsabores y que se alegran sinceramente con nuestros éxitos. Seguramente los amigos de Maleni, su familia, su gente, se merecerán también una porción de este éxito. Añadía Gema que su principal motivo para alegrarse es que “a una persona buena le pasen cosas buenas”. Cuando pueden decir eso de ti, ¡qué grande! ¿no?... Incluso aunque no hayas descubierto ningún nuevo planeta.

Y lo otro que pensaba al hilo de esa carta es algo que ya me habrán leído en otras ocasiones. Tal vez este descubrimiento sólo ocupará espacio en las secciones de ciencia de los diarios o en las publicaciones especializadas y poca gente reparará en lo noticiable del hecho, pero mucho menos en la historia humana que subyace al mismo. Porque los medios de comunicación –y no es asunto baladí- nos siguen presentando cotidianamente como modelos sociales dignos de atención a personas que se hacen famosas simplemente por enrollarse con otro famoso, a personas que se enriquecen muy rápido… Muy pocas veces se presta atención a modelos humanos de tenacidad y de superación, como seguramente quiero pensar que será el de Maleni, a quien no tengo el gusto de conocer. Y que no vengan con el cuento de que ofrecen lo que demanda la gente, porque no es verdad: a veces la gente pide aquello que conoce, a lo que le acostumbran. Los medios deberían desarrollar un papel didáctico y generar otras inquietudes. Hay ejemplos de que se puede hacer. Y que tampoco se justifiquen diciendo que la astronomía es aburrida, porque estoy absolutamente convencido de que un buen periodista sabría hacer a Maleni una entrevista jugosa, interesante y a la vez desenfadada, divulgativa pero a un tiempo divertida... Ahora bien, que, igual que digo eso, también les advierto de que, en cuanto un solo medio de cierto alcance toque el tema de forma atractiva, todos los demás se lanzarán a la carrera, porque el periodismo español funciona con esa originalidad generalizada.

Desde luego, a mí me interesa mucho más conocer detalles del descubrimiento de un planeta a cargo de una investigadora española de 36 años, que conocer detalles de la operación de cirugía estética de la madre de la hija de un ex torero. Vamos, como de aquí a Lima. Bueno, mucho más: como la distancia de la Tierra al BD-20 1790 b, aproximadamente.

(Ilustración: recreación del planeta por su descubridora, tomada de elmundo.es).

Lo que no le dije a Aute...

El 4 de noviembre, en el acto de presentación del último libro de Dragó en Castilfrío, tomando un vino coincidimos con Luis Eduardo Aute.

- Yo tengo que saludar a Aute- le advierto a Carlitos.
- ¿Y qué le vas a decir?
- Pues algo original –bromeo-. Me acerco y le suelto con tono solemne: “Eduardo, esta frase seguro que nunca te la han dicho. Verás: tus canciones han sido la banda sonora de mi vida”.
- Jajajajaja, eso nunca se lo han dicho, seguro…

Por supuesto, no le dije eso ni nada. Uno es así de cortado. Simplemente le saludé con cordialidad y me hice una foto con él en el jardín de la casa de Fernando.

Más tarde, coincidimos en el interior, mientras él ensayaba en la biblioteca la canción que estrenaría poco después, dedicada a Soseki, y ahí ya tuvimos oportunidad de hablar y de incordiarle un pelín más. Y, sobre todo, de lo que Javi calificaba como el privilegio de asistir a un momento más íntimo del artista, el del ensayo.

Ya he comentado alguna vez en esta bitácora la asimetría que tienen estas situaciones, la del encuentro del lector con el escritor, del oyente con el periodista radiofónico, del espectador con el actor… y lo absurdas que suelen resultar. Para el famoso en cuestión quien le aborda es un perfecto desconocido que casi con seguridad le va a soltar un tópico. Para la persona que se acerca a saludar, el famoso es alguien muy familiar, cuya obra le ha acompañado durante muchos días de su vida y a veces con un significado profundo. ¿Qué vas a decirle? ¿Admiro mucho lo que haces? ¿Me gustan mucho tus canciones? Casi que esas obviedades se dan por supuestas si muestras interés en saludarle.

Sí le dije, cuando me firmó su disco, que un dibujo similar al que me estaba haciendo (el póster del beso que venía con su disco Cuerpo a cuerpo) había estado durante años colgado en la pared de mi habitación de estudiante en Madrid.

Lo que no le dije ese día a Aute es que comencé a escucharle siendo apenas veinteañero y que han cambiado los soportes -del vinilo y el cassette al CD y luego del CD al ordenador y el iPod- pero lo que no ha cambiado es su presencia más que preferente entre la música que escucho.

No le conté que yo le descubrí casi por casualidad, por ir de original por la vida, creo que para diferenciarme de unos amigos a los que les gustaba a todos Serrat. El Entre amigos que grabó en vivo me enganchó y el posterior Cuerpo a cuerpo consolidó ese interés. Poco a poco, ahorrando algo de la paga semanal, me fui comprando en Discoplay toda su discografía anterior, hasta completarla. Y, por descontado, ya fui adquiriendo desde entonces todos los trabajos posteriores. Miraba hace un momento los viejos discos y siento que reflejan una parte de mi historia personal: en unos casos la de ese estudiante juntando pelillas para comprar un LP, en otros la de personas queridas que en cada momento me los regalaron y, siempre, en el contenido, las canciones que me acompañaron y fueron parte de mis andanzas vitales durante más de dos décadas.

Lo que no le dije a Aute es que he ido a varios conciertos suyos. Tres amigos jovencillos acudimos a escucharle a la Plaza de Toros de Ávila y dormimos esa noche en un parque, porque a la hora que terminaba el concierto ya no teníamos medio de transporte para regresar a nuestras casas. Luego fui a verle actuar en Las Ventas también por aquella época. Regresé a ese mismo escenario madrileño años después como espectador del Mano a mano con Silvio Rodríguez. Y, cuando sacó el Auterretratos, nos acercamos a escucharle a Guadalajara, más de veinte años después del primer concierto que he citado.

Lo que no le conté ese día a Aute es que entre César, Mario y yo, las frases de sus canciones eran como referencias comunes en muchas situaciones, a veces serias (A vivir, De paso…) , a veces de coña (Mira que eres canalla, Una de dos…), pero siempre formando parte de una complicidad compartida.

Lo que no le comenté tampoco a Aute es que, el primer día que abrí este blog colgué una lista de mis enlaces musicales y le puse el segundo. Y no le puse el primero porque ese puesto se lo reservé a Bach, ahí es nada.

No le conté que este año les he pedido a los Reyes -que en mi familia siempre van algo retrasados y a su bola- el Auterretratos 3.

Lo que a Aute no le conté ese día es que mis primeros amores los viví mientras en mi cabeza sonaban Recordándote, Anda o Las cuatro y diez, que cuando aparecieron mis primeros desamores yo escuchaba Siento que te estoy perdiendo o Sin tu latido, que en muchos momentos me bastó con Dos o tres segundos de ternura, que perseguí sueños y me escapé A por el mar, que mis utopías también se llamaban Albanta, que en mis desencantos posteriores busqué refugio en La belleza. O que, por más que la haya escuchado cientos de veces, sigo conmoviéndome con Al alba, para mi particularísimo gusto la mejor canción en español de la historia.

Lo que no le dije a Aute es que si tuviera que elegir un himno de mi vida, elegiría Libertad.


(Fotografías: Virginia Fermoselle y Carlos Cardesa).

Derecho de defensa y grabaciones ilegales

Artículo publicado en Jurismadrid, 11.01.10.

Hablar de Estado de Derecho implica que quien actúa en contra de la ley vea sancionada su conducta, que no exista impunidad para quien se salta las normas que rigen nuestra convivencia. Pero también implica que esa condena no se produzca sino como resultado de un proceso justo, en el que la culpabilidad se vea confirmada con pruebas y en el que la persona acusada pueda ejercer plenamente su derecho de defensa.

Y para que esa defensa sea una realidad efectiva, nuestro ordenamiento prevé la intervención de un profesional del Derecho –el abogado- y dota de una serie de garantías a su actuación. Entre ellas, es básica la existencia del secreto profesional: el acusado debe poder comunicarse con su letrado en un marco de plena confianza y con la seguridad de que sus confidencias están protegidas.

Recordar esto a los ciudadanos es una necesaria labor didáctica, para concienciarles de que no existen atajos en la persecución de las conductas ilícitas y la determinación de responsabilidades, de que las garantías, las obligaciones y los derechos son para todos, de que esto hace más libre y más justa nuestra sociedad y no necesariamente menos eficaz en la persecución del delito… Pero, si es imprescindible hacerlo con los ciudadanos, tener que recordar conceptos tan elementales a los responsables políticos, a los jueces o a los abogados es algo que resulta cuando menos descorazonador.

Cuando leí en la prensa que se habían grabado conversaciones entre los imputados del caso Gürtel y sus letrados y las condiciones en las que se habían producido tales irregularidades, me sentí preocupado y escandalizado.

Acudí a la web del Consejo General de la Abogacía y me encontré un comunicado de 9 de octubre de 2009 donde este organismo denunciaba “la violación del derecho de defensa y del secreto profesional” como un “gravísimo atentado contra el Estado de Derecho” que “repugna al sentido común”.

Fui a continuación a la web de mi Colegio, el de Madrid, esperando igual firmeza en pro del derecho de defensa, pero no encontré ningún pronunciamiento. La respuesta del Colegio de Abogados madrileño se hizo esperar más de diez días, hasta la reunión de la Junta de Gobierno de 20 de octubre, pero, cuando por fin llegó, pensé que tal vez compensaba la tardanza con la contundencia: no se limitaba a denunciar sino que anunciaba actuaciones concretas, tales como otorgar amparo a los letrados objeto de las grabaciones ilegales, elevar protesta al Consejo General del Poder Judicial y a la Fiscalía General del Estado, disponer la personación del Colegio en los procesos que se iniciaran y autorizar la presentación de una querella contra el juez responsable de semejante violación, Baltasar Garzón.

Desde entonces, ninguna noticia había vuelto a tener sobre el particular, hasta que algunos medios de comunicación han informado de la queja de los letrados afectados porque, más de dos meses después, no se ha presentado tal querella, a pesar de la gravedad de estos hechos, que pueden sentar un precedente inadmisible, ante el que la abogacía no puede permanecer pasiva.

Las conductas denunciadas en la trama Gürtel me parecen gravísimas. No tengo la menor simpatía personal ni política con los imputados. No conozco a ninguno de los abogados que llevan su defensa. De hecho, me alegraré si se consigue probar quienes son los responsables de tales actuaciones delictivas y celebraré que, en ese caso, resulten condenados conforme a Derecho. Pero todo ello en un juicio justo, con garantías y sin ilegalidades.

Como español de a pie y como profesional de la abogacía, me repugna que se hayan intervenido sin cobertura legal las comunicaciones de unos imputados con sus abogados. No me sorprende que no haya reacción de la sociedad, porque determinados conceptos, aun siendo claves para garantizar las libertades de todos y un sistema procesal justo, a veces no son comprendidas por el común de la ciudadanía y otras veces, aun comprendiéndolos, no se percibe su verdadera importancia. Pero me parece inadmisible que no exista una reacción inequívoca y activa por parte de los órganos que nos representan a los abogados. En este caso, además, no estarían defendiendo sólo intereses profesionales sino, sobre todo, el interés general.

Soseki, inmortal y tigre

Hace unos años, un gato atigrado se coló de un salto en el interior del coche de Fernando Sánchez Dragó y Naoko Kuzuno. Ellos aún no lo sabían, pero ese día el pequeño e intrépido felino había dado el primer paso para colarse también en su vida y en su corazón. En todos los sentidos, porque Kokoro -corazón en japonés- se llama también el refugio soriano de la pareja.

Y Soseki (que así le bautizaron, recordando al escritor japonés que escribió Yo, el gato) se acabó convirtiendo en el compañero que disfrutaba calor de hogar en el sofá, que iba con ellos en algunos viajes, que jugaba con la familia y los visitantes llegados al caserón de Castilfrío de la Sierra, que dormitaba junto a la vieja máquina de escribir (luego junto al ordenador, cuando Dragó no tuvo más remedio que claudicar ante las nuevas e inevitables tecnologías)… y que hasta apareció en la televisión con el escritor en alguna de las más delirantes ediciones de su atípico informativo nocturno.

A este gato singular lo conocimos personalmente en el verano de 2008, en una visita que les conté en una entrada anterior de este blog. Y ese día ya pudimos palpar el enorme cariño de Fernando por Soseki.

En noviembre de ese año, uno de los amigos que compartió aquella gratísima escapada a Castilfrío, Carlos V., me llamó para contarme cómo Fernando se había echado a llorar en directo por la radio porque su gato acababa de morir de forma accidental y ciertamente cruel. Le envié un mensaje afectuoso: ” (…). Iba a llamarte, pero luego pensé que tampoco era cuestión de hacerte revivir la historia y contarla una y otra vez. Lo siento de verdad, de corazón. Yo tengo gato en casa y me hago una idea de lo que debe sentirse ante una situación así [no podía yo sospechar en ese momento que, apenas unos días más tarde, lo sabría con certeza]. Y más con Soseki que ciertamente era tan especial (…)”.

La muerte del animalillo conmovió tanto al escritor, entonces enfrascado en la redacción de sus Memorias, que dejó en suspenso ese proyecto y se propuso escribir un libro sobre Soseki que, casi un año después, ha visto la luz.

En las páginas de esta novela se mezcla la realidad del Soseki compañero de andanzas cotidianas (esas sensaciones y vivencias que hemos experimentado los que tenemos o hemos tenido animales en casa) con la fantasía de un Soseki mágico y aventurero que protagoniza una fábula, en el sentido más clásico del término, es decir, ese relato donde solían intervenir animales y que tenía un propósito didáctico.

Pero el libro es algo más: contiene una parte del legado moral del escritor, en forma de cuento que éste le narra a su nieta Caterina, mostrándonos su perfil más humano, ése que a veces el personaje público no deja ver.

El autor muestra su inconfundible estilo de siempre, pero al mismo tiempo nos sorprende en esta ocasión con un tono y un registro inusuales. Como dijo su amigo Aute “este libro es menos Sánchez y menos Dragó, y es más Fernando”.

El pasado 4 de noviembre, invitados por el autor, nos fuimos Carlos C., Virginia y yo, en el autobús fletado por la editorial Planeta, a Castilfrío de la Sierra para asistir a la presentación a los medios informativos de esa novela: Soseki inmortal y tigre.

Por allí, tuvimos ocasión de estar, por supuesto, con Fernando y Naoko, y de disfrutar de la compañía de nuestro amigo Javier Redondo (webmaster de sanchezdrago.com),  pero, además, pudimos seguir las sarcásticas ocurrencias de Cristina Urgel, una de las reporteras de Sé lo que hicisteis (días después unas amigas me dirían eso de “te hemos visto en la tele”), de saludar a Isabel Gemio (en cuyo programa radiofónico Dragó contó la muerte de Soseki por vez primera), de saludar también a la periodista y escritora Silvia Grijalba (que supongo yo que no daría crédito cuando me escuchó decir, al más puro estilo friki, “yo quiero hacerme una foto con Silvia”…), de charlar con el también periodista y escritor Javier Esteban (autor de un reciente libro sobre Jesús Neira), de conocer al cantante y compositor Luis Eduardo Aute (aunque eso en mi caso merece una entrada aparte y la tendrá), de saludar también a una de las hijas de Fernando, la polifacética Ayanta Barilli (de la que yo soy fan confeso y que, tras aparcar su carrera cinematográfica, anda ahora haciendo programas en radio e impulsando el sugestivo proyecto del teatro Lara, entre otras muchas cosas), de reencontrarnos con el escritor Antonio Ruiz Vega (que me temo que todavía no nos ha perdonado el tener que sufrirnos a nosotros y a los licores en una inolvidable cena)… y compartir mesa y jornada con medios de comunicación y nombres del periodismo y la literatura.

Con Dragó como cicerone, recorrimos las calles y los paisajes del pueblo donde se desarrolla el relato. Asistimos luego en la iglesia al acto de presentación, en el que Fernando nos habló de esta obra “llena de buenos sentimientos” y Aute estrenó una canción dedicada a Soseki.

Antes, habíamos disfrutado de vino, aperitivo y animada conversación en casa del anfitrión. Precisamente en el jardín donde un haiku de la escritora Alicia Mariño señala el lugar en el que fue enterrado, junto a un olivo, el gato que ahora se ha convertido en protagonista de esta novela.

(Fotografías del autor y de Virginia Fermoselle, Carlos Cardesa, Naoko Kuzuno y Carlos Vara).