Colegio de Abogados de Madrid: los últimos coletazos de un Régimen (IV)


Llegada la jornada electoral, se apreciaba una mayor participación de votantes que en ocasiones anteriores, aunque todavía muy lejos de lo que sería un nivel deseable. En otras ocasiones, se veían muchos rostros de los cercanos a los propios candidatos y grupos de abogados de despachos colectivos. Esta vez, más presencia de abogados individuales, muchos votando por vez primera. La mayor afluencia se registró en las últimas horas de la votación, cuando los abogados por fin podíamos “escaparnos” del despacho un rato antes. 

En un momento dado se produce un incidente. Dentro del Colegio, una persona parece estar introduciendo en un ordenador portátil datos que le suministran interventores de la candidatura de Sonia Gumpert. Varios representantes de otras candidaturas se encaran con él e incluso le exigen -como si ellos fueran la autoridad electoral- que les entregue el ordenador y avisan a la policía, que hace acto de presencia.


Al parecer, lo que está haciendo la candidatura es contrastar con su listado de simpatizantes, que han ido recogiendo en los días de campaña, si estos han ido a votar. Y, en caso contrario, telefonean a los rezagados para recordarles la hora de cierre de los colegios y animarles a acercarse a votar. 

Ésta es, ni más ni menos, la “gravísima irregularidad" que servirá más tarde para poner en cuestión el propio resultado por parte de aquellos a quienes no favoreció. 

Hay que hacer constar que en el proceso electoral del Colegio de Abogados no existe ni una figura similar al día de reflexión ni está prohibido realizar campaña incluso el mismo día de las elecciones. En segundo lugar, me parece que pedir a tus propios seguidores, que voluntariamente te han facilitado su teléfono y correo, que acudan a las urnas y animar a la participación no sólo no parece negativo, sino loable. 

Como la acusación era absurda, empezarán después a adornarla diciendo que prometían pagarles el taxi si iban, que les regalaban bolígrafos o que les entregaban la papeleta de la candidatura en la puerta. Como gráficamente dijo Sonia Gumpert en una posterior rueda de prensa, acusaciones que “son un insulto a la inteligencia y a la libertad de los abogados”. 

Ninguna prueba consistente acabará avalando tan ridículas afirmaciones. Pero, incluso aunque fuera verdad que algún activista de una candidatura hubiera hecho algo así, ya me contarán si de verdad puede eso poner en duda la emisión libre del voto por parte de un colectivo como el de la abogacía madrileña y el abrumador resultado del que hablaremos. 

Y lo que es aún más significativo: ninguna de las candidaturas consideró que esas prácticas hubieran contaminado el proceso electoral o viciado el resultado, ninguna pidió la anulación del proceso, ninguna la pidió la suspensión del escrutinio... hasta que empezó a saberse el resultado. 

De hecho, al término de la jornada electoral, cuando ya se habían producido y se conocían todos los supuestos hechos que denuncian y el incidente del ordenador, uno de los principales candidatos, Javier Cremades, emitió este tuit:

¿A ustedes les parece que es la manifestación de alguien que considera que se han registrado gravísimas irregularidades en la jornada electoral y que el resultado está afectado por las mismas y no es legítimo? No, ¿verdad? Pues unas horas después, el propio Javier Cremades firmaría una denuncia en ese sentido, pidiendo que se suspendiera la proclamación de la junta de gobierno electa. Curiosa forma de dar a la nueva decana ese "respaldo de todos" que, según él, debía tener.

En efecto, había terminado la jornada electoral con una sensible mejora de la participación, aunque tanto como un éxito rotundo desde luego no, porque rondaba el 14 %. Comenzaba un escrutinio que fue seguido con palpable interés. Y con muchas ansias de cambio. 

Colegio de Abogados de Madrid: los últimos coletazos de un Régimen (III)

Cuando se convocan nuevamente elecciones en el Colegio de Abogados de Madrid, concurren nada menos que 10 listas completas -una cifra récord- junto con otras dos candidaturas al decanato y varias individuales a puestos concretos (en nuestras elecciones colegiales se vota con listas abiertas y sistema mayoritario).

Opta a la reelección el decano saliente, Antonio Hernández Gil, con un discurso autocomplaciente que realmente sorprende, a la vista de los hechos y resultados objetivos. Renueva en parte su equipo, porque su hasta entonces diputado 2º, José María Alonso, había pasado de Garrigues a Baker & McKenzie. Y, en una candidatura que realmente es una coalición de grandes despachos, manda la firma y no el abogado: Garrigues sitúa en su lugar a otro candidato, José Ramón Martínez. El hecho no puede ser por sí mismo más elocuente.

Repite candidatura Javier Cremades, presidente del despacho Cremades & Calvo Sotelo, quien en las elecciones anteriores se quedó a 300 votos del triunfo y, ante el desgaste de su rival tras cinco años de gobierno, ve ahora ocasión para la revancha.
El escenario no será el previsto por Cremades ni por Hernández Gil, porque irrumpe con fuerza un nuevo factor. Sonia Gumpert Melgosa, abogada casi desconocida, que unos meses antes había movilizado la reacción de colegiados contra la privatización del servicio médico con la Plataforma para la Defensa de la Abogacía Madrileña, anuncia su presentación al decanato. A los deseos de cambio de una buena parte de la abogacía tras la oscura etapa de Hernández Gil, se une que esta vez no se trata de la típica candidatura individual, improvisada y bienintencionada pero sin posibilidades reales. Aparece con un proyecto con cierta solidez, con una candidatura plural, con respaldos y con medios para afrontar la campaña. Además de la notoriedad que su actuación sobre el servicio médico le ha otorgado ante sus compañeros, cuenta con el apoyo de la Asociación de Letrados por un Turno de Oficio Digno (ALTODO), tres de cuyos representantes forman parte de la lista electoral.
Concurre también a los comicios colegiales Ignacio Peláez, abogado que sufrió las escuchas del juez Garzón y que se tuvo que querellar contra él después de que el Colegio le desamparase.

La habitual candidatura de la Asociación Libre de Abogados (ALA) esta vez está encabezada por Lorena Ruiz-Huerta.

Otras dos asociaciones, Unión de Abogados y Ius et Fides, presentan una lista encabezada por una abogada mediática, Montse Suárez.

Las restantes candidaturas están encabezadas por Josefa García Lorente, Miguel Urrutia, Emilio Ramírez Matos y Juan Carlos Rodríguez Segura.

El objetivo de esta serie de artículos, como dije en el primero de ellos, es destacar cómo incluso unas elecciones como las del Colegio de Abogados de Madrid provocan intensos movimientos de grupos de presión y de poder para intentar influir en su resultado.

Resulta curioso, por ejemplo, observar cómo se ninguneó a la candidatura de Montserrat Suárez. Casi con seguridad estaba llamada a ser minoritaria, pero su perfil de abogada conocida, presente en medios de comunicación, podría entrañar un riesgo de romper el guión o de restar votos a candidatos que interesaban, por lo que no se le dio absolutamente ninguna cancha, cuando sí se le daba, a su vez, a candidaturas de características o expectativas similares. Así, Cremades, aprovechando una mayor presencia mediática, pirateó algunas ideas de su programa, como la defensa de la unidad jurídica de España o un manifiesto de apoyo de la sociedad civil. Al debate en el Ateneo se invitó sólo a seis de los diez candidatos, sin que fuera posible saber qué criterio objetivo se siguió para esta arbitraria exclusión. Ahora, con los resultados en la mano, podría justificarse a posteriori, pero no es fácil saber qué fue primero, el huevo o la gallina: es decir, estuvieron en el Ateneo las candidaturas que finalmente resultaron más votadas, pero nunca sabremos si tal vez no se votó en mayor medida a esas candidaturas precisamente por estar presentes en ese debate.

Pero, sin duda alguna, el objetivo a batir para ciertos grupos de presión fue la candidatura liderada por Sonia Gumpert.

Incluso se ha llegado a poner en marcha un video anónimo, pero del que después, concertadamente, se iban haciendo eco diversos medios. Se sembraron dudas sobre la presencia en la misma de ISDE, un grupo editorial y de formación. Con independencia de lo que cada cual podamos pensar o de que nos pueda gustar más o menos, creo que la integración en la propia candidatura nos permite ganar en transparencia frente a cualquier apoyo interesado desde la sombra. Si aspiras al “pastel” formativo o editorial del Colegio, lo menos inteligente es estar con tus propios candidatos en la lista. Precisamente porque hay personas de ISDE en la candidatura, los colegiados vigilaremos mucho más esas cuestiones en la futura gestión del ICAM.

También acusaron a Sonia Gumpert ser una especie de ariete de despachos catalanes para hacerse con influencia en el Colegio madrileño. La acusación carecía de cualquier soporte argumental, pero la campaña llegó al extremo ridículo de asegurar que la propia candidata era catalana, algo que tuvo que ser objeto de un desmentido expreso y realmente pintoresco. No era cierto, pero, en todo caso, siempre me ha parecido que una de las señas de identidad que diferencian a Madrid de otros lugares es precisamente su carácter abierto en el que convivimos personas de todas las procedencias sin que a nadie se exija pedigrí territorial.

Algunos medios de comunicación fueron absolutamente descarados en el intento de perjudicar a esta candidatura, tan peligrosa para quienes habían controlado el Colegio durante largos años. Así el diario El Mundo, apoyando claramente a Javier Cremades, con el que ha mantenido algunas relaciones, directamente ignoró la candidatura de Gumpert al dar información sobre los candidatos al decanato. No es que le tratara peor, es que decidió que sencillamente no existía. Así, publicó un reportaje para dar a conocer las “principales” candidaturas, entrevistando a Hernández Gil, Cremades, Ignacio Peláez, etc.... y dejó fuera sin más a Sonia Gumpert, la que resultó finalmente ganadora y la que ya todo el mundo reconocía como una de las favoritas en aquel momento. ¿Se imaginan unas elecciones generales en las que se entrevistara a las principales candidaturas y dejaran fuera al PP o al PSOE mientras entrevistan a IU, UPyD, CiU y PNV? Calificarlo como manipulación burda se queda muy corto. Realmente vergonzoso ese ejercicio de antiperiodismo interesado.

Y qué decir del supuesto "estudio” (no se atrevieron ni a llamarlo encuesta o sondeo), absolutamente delirante, publicado por Expansión, del mismo grupo, en la que se preveía una participación ¡del 61 %! (sabiendo que otras veces estuvo en torno al 10 %) y se daba como ganador a Cremades con casi el 26 %, seguido de Gumpert con el 12 % y Hernández Gil con el 4 %. Sorprende que se prestara a poner su nombre a esta indignidad –suponemos que bien retribuido- alguien como Salustiano del Campo. Leadership Factor, firma a la que desconozco, supongo que, como decía alguien en los comentarios en la página del periódico, estará ahora dedicándose a vender perritos calientes.

En medio de esta sucia campaña, lo cierto es que la candidatura de Sonia Gumpert, realizó una inteligente labor de intentar movilizar al letrado descontento pero que habitualmente no se mueve del despacho para votar. Aunque con algunos puntos que me parecen poco realistas (fruto, seguramente, del desconocimiento del Colegio desde fuera), el programa resultaba atractivo para los desencantados de tantos años de “secuestro” de la institución por unos pocos. Un hábil manejo de las redes sociales y la difusión personal del mensaje, convirtieron a cada abogado convencido en un activista que a su vez convencía a otros compañeros, resultaron muy efectivos. Es la primera vez que una candidatura al decanato no sólo se ha centrado en los grandes despachos, sino que se ha dedicado a escuchar a abogados de a pie, a conversar con un café delante con numerosos compañeros, que a su vez fueron siendo altavoz de esta novedad.

La larga campaña terminó y llegó por fin el día de la verdad: las elecciones del 18 de diciembre.

Colegio de Abogados de Madrid: los últimos coletazos de un Régimen (II)

El Colegio de Abogados de Madrid, el más numeroso de España, tiene, entre ejercientes y no ejercientes, más de 65.000 colegiados. Es una de las corporaciones profesionales más importantes de Europa. Su último presupuesto superó los 52 millones de euros.
 
Cuando al Decano en funciones se le pide que haga balance de su gestión, siempre pone el acento –posiblemente con razón- en las cuentas saneadas que presenta el ICAM. Hernández-Gil reivindica su mandato basándose casi exclusivamente en cifras: recuerda, cada vez que tiene ocasión, que, mientras la inflación acumulada ha sido del 12 %, las cuotas sólo han subido un 2% y que, en plena crisis económica, el Colegio ha duplicado su patrimonio neto y ha registrado superávit.
 
El problema es que, junto a esta única luz, son muchas las sombras que se le reprochan. No hay que olvidar que las finanzas del Colegio no constituyen un fin en sí mismas, sino que son un medio para el cumplimiento de los fines colegiales. Y el incremento de patrimonio sólo será valorado por los colegiados poniéndolo en relación con los servicios que reciben o con el adecuado ejercicio de la función profesional y social que es propia de la institución.
 
Pero es que, incluso en los aspectos económicos, el Decano no ha conseguido despejar las dudas que se suscitan sobre la opacidad de su gestión. Algo tan sencillo de aclarar en Junta General como cuánto cobra el gerente del Colegio ha recibido sistemáticamente la callada por respuesta, amparando esa negativa en la Ley de Protección de Datos. Que no se haga público, o que no se le facilite a alguien ajeno a la institución, es lógico y ajustado a Derecho. Pero que los propios colegiados no puedan conocer, en una asamblea interna, el sueldo que ellos mismos pagan a su gerente, no me digan que no es para nota.
 
Buena parte del presupuesto se va progresivamente externalizando, eludiendo así el derecho de información y control por parte de los colegiados. 
 
Como recordó José Manuel Pradas en un interesante artículo, la Fundación Cortina-Domingo Romero Grande recibe casi un 10 % del presupuesto del Colegio para encargarse de gestionar las prestaciones asistenciales del mismo, no sabemos por qué.

A partir de ahí, la abogacía madrileña ya no tiene derecho a conocer cómo se emplea ese dinero: qué prestaciones se conceden, en qué cuantía, con qué criterios, con qué gastos de gestión aparejados, etc. La auditoría se limita a constatar que, en efecto, la asignación económica se ha destinado a la Fundación. Y la Junta de Gobierno se encoge de hombros ante cualquier pregunta, puesto que esa fiscalización ya no es cosa de los colegiados. La gestión de la Fundación depende de sus patronos, mientras que el control administrativo corresponde al Protectorado.
 
La conversión del Seguro Médico en una Mutua sanitaria privada, operación impulsada bajo el mandato de Hernández-Gil, sacará del control colegial aproximadamente la mitad del actual presupuesto, en unas condiciones escasamente comprensibles, al menos para mí. Esta operación fue aprobada el 7 de noviembre de 2011 en una Junta General con la ínfima asistencia habitual, haciendo uso del voto delegado en manos de la Junta de Gobierno como también es habitual, y con poco más de 1.000 apoyos (contando el doble valor de los ejercientes).
 
Así se acordó la creación de una Mutua de Seguros a prima fija, que operará, entre otros, en el ramo de asistencia sanitaria. La Mutua ejercerá su actividad en todo o parte del territorio nacional y podrán integrarse en la misma, en condiciones pendientes de determinar, todos los colegiados, sin perjuicio de que pueda ofrecer sus servicios a otros colectivos distintos.

El Colegio transfiere a dicha Mutua 2’5 millones de euros aproximados en dinero, varios inmuebles de su propiedad (la cuarta planta, siete plazas de garaje y un almacén del edificio de Serrano nº 11, tasados en casi 3’5 millones) y diverso mobiliario y equipamiento, con la única condición de que, si la Mutua se disolviera, ese patrimonio volvería al Colegio, salvo que con el mismo hubieran de satisfacerse deudas pendientes.
 
Pero, a cambio de transferir una cartera de clientes actuales y potenciales, parte de un valioso y céntrico edificio en la capital de España y una suma de dinero, ¿qué obtiene el Colegio? ¿Qué control ejercería sobre la Mutua sanitaria privada, sobre su actividad y sobre sus órganos? Parece que ninguno. Y digo parece porque el Decano se ha negado sistemáticamente, con distintas excusas, a aclarar la mayor parte de las cuestiones que se le han ido planteando en distintas Juntas.  Los futuros cargos de la entidad serán elegidos por los mutualistas, que recordemos que ya no tendrían por qué ser sólo los abogados. Y podemos imaginarnos el nivel de participación de mutualistas que habrá en las asambleas de la nueva entidad. A partir de ahí, se abre un abanico de dudas...
 
En definitiva, el Colegio pierde patrimonio y pierde la mitad de sus ingresos anuales para transferirlo a una entidad ajena al propio ICAM. Si el Servicio Médico es viable, ¿por qué no mantenerlo bajo el control de los propios colegiados? Y, si no lo es (extremo que desconozco porque no lo he visto explicado ni acreditado en ningún sitio), ¿no hubiera sido mejor obtener ingresos a cambio de traspasarlo a una entidad ya constituida, con la que se negociasen ventajosas condiciones de servicio para los colegiados, en lugar de cederlo a cambio de nada a una Mutua de nueva constitución que escapará al control del ICAM?
 
Si apenas un millar de votos aprobaron la desaparición del Servicio Médico y su transformación en una Mutua externa, el equivalente a unos 2.266 votos (1.133 ejercientes), en una iniciativa impulsada por Sonia Gumpert (una abogada entonces desconocida para la mayoría de nosotros), formulamos al Decano solicitud de convocatoria de una Junta General Extraordinaria, para recabar más información y reconsiderar el acuerdo adoptado.
 
El Decano (que en estas elecciones ha invocado el fomento de la participación para justificar la necesidad de una reforma estatutaria) nos denegó ese derecho e incumplió así el artículo 38.3 de los Estatutos del ICAM, cuya redacción es imperativa: "(...) Cumplidos los requisitos anteriores [solicitud al menos del 1 % de los ejercientes, acompañando Orden del Día propuesto], la Junta de Gobierno deberá convocar Junta General Extraordinaria en plazo no superior a quince días desde la presentación de la solicitud". La resolución está actualmente sometida al conocimiento de la jurisdicción contencioso-administrativa.

Mientras se producían estos episodios, tampoco se constataba ningún avance notable en la organización, servicios o funcionamiento del Colegio. Más bien da la sensación de que se han dejado pasar cinco años sin afrontar su necesaria modernización.
 
Pero lo peor, sin duda, de la gestión de Hernández-Gil, es la pérdida de relevancia del Colegio de Abogados de Madrid. Con los Decanos Pedrol Rius y Martí Mingarro, con sus defectos y sus virtudes, la institución colegial era tomada en cierta consideración y constituía un referente. Cuando había una reforma legal de trascendencia o cuando se suscitaba un asunto importante que afectaba a la profesión, no faltaba un pronunciamiento del Decano del ICAM.
 
Por el contrario, Antonio Hernández-Gil ha estado ausente, o callado, o se ha pronunciado tarde, a remolque y con sordina, en cada ocasión en que las circunstancias exigían que se oyese con claridad la voz de la abogacía madrileña.
 
Así ha sucedido con la Ley de Acceso, por ejemplo. O, lo que es más grave, con una Ley de Tasas que limita gravemente el derecho a la tutela judicial efectiva. Mientras el Consejo General de la Abogacía reaccionaba, se pronunciaba, hacía propuestas y tomaba medidas antes, durante y después de la tramitación del proyecto de ley, el ICAM estaba desaparecido del debate. Según pretextó Hernández-Gil en la Ser, “porque al Colegio no le han dado ningún cauce de participación en la elaboración. Lo hemos dicho en cuanto hemos podido, pero nos hemos encontrado con una ley prácticamente aprobada en pocos días, como todos los ciudadanos. No ha habido una interlocución previa”. O sea, que el Decano del Colegio de Abogados más importante de España supuestamente se entera de la imposición de tasas cuando ya está aprobada. Y, durante el proceso previo, estaba en su despacho esperando a que vinieran a consultarle. Sin comentarios.
 
También le achacaban al Decano saliente esa falta de peso y de decisión los miles de letrados del turno de oficio que se han visto seriamente afectados por el reiterado incumplimiento de la Comunidad de Madrid, un problema ante el que Hernández-Gil manifestaba en una entrevista durante la campaña electoral su impotencia: “Que me expliquen qué más se puede hacer”.
 
Les invito a escuchar este ilustrativo diálogo que, en pleno conflicto con la Comunidad, alguien grabó con su móvil entre abogados del turno de oficio, perjudicados por los impagos, y el Decano:
 
 
Otra de los graves dejaciones que se recordarán por parte de Hernández-Gil se produjo ante la vulneración del derecho de defensa. Ya lo expliqué con detalle en su momento en un artículo titulado Derecho de defensa y grabaciones ilegales. El Colegio reaccionó tarde, pero con aparente contundencia, acordando presentar una querella contra el juez instructor que había conculcado ese derecho básico. Finalmente, la Junta de Gobierno incumplió su propia resolución y tuvo que ser Ignacio Peláez, uno de los letrados sometidos a escuchas ilegales, quien interpusiera personalmente la querella.
 
Durante la reciente campaña electoral, Hernández-Gil explicó que, una vez personado el Colegio en la causa y restablecida la legalidad mediante la anulación de la prueba ilegítima, no consideraron que el papel del Colegio fuera la persecución penal del juez. Pero eso es una versión construida a posteriori. El acuerdo de la propia Junta de Gobierno sí consideraba necesario no limitarse a un recurso en el seno del proceso donde se habían producido las grabaciones ilegales. Se entendía que la vulneración del derecho de defensa precisaba de la respuesta contundente de una acción penal contra el juez que había acordado, sin cobertura legal, grabar las conversaciones entre clientes y abogados. Durante meses, el Decano no dijo que no fuera necesaria la querella, sino que no era el momento, que había que dejar que la Fiscalía tuviese oportunidad de reaccionar, que ya lo haría, que nadie iba a marcarle el ritmo al Colegio… Hasta que los abogados afectados no tuvieron más opción que actuar por sus propios medios, ante la falta de amparo colegial, como si fuera un problema exclusivo de ellos y no una cuestión trascedente que afecta al ejercicio de nuestra función.
 
 
Llegado el otoño de 2012, el mandato de Antonio Hernández-Gil Álvarez-Cienfuegos como Decano madrileño se aproximaba a su fin y tenían que convocarse nuevas elecciones…
 
(Fotografía de Cinco Días)

Colegio de Abogados de Madrid: los últimos coletazos de un Régimen (I)

Pensarán ustedes que las recientes elecciones celebradas en el Colegio de Abogados de Madrid constituyen un asunto muy sectorial, meramente corporativo, de interés sólo para unos cuantos picapleitos.

Pero créanme si les digo (habiendo seguido esta vez la campaña muy de cerca) que el proceso electoral que hemos vivido (y que ayer saltó tristemente a las páginas de los medios informativos, con presencia policial incluida), se ha convertido en un reflejo, en miniatura, de cómo operan las turbias luchas de poder en el ámbito político y económico. Y ha permitido constatar, también a pequeña escala, dos cosas. La primera, indudable: que los poderosos mueven todos los resortes a su alcance (presiones, manejos mediáticos, difamación, influencias…) para mantener su dominio, no dudando en recurrir a la más grosera (o sutil, como convenga) manipulación. Y la segunda: que, aun así, a veces es posible ganarles. Cuando, pese a todo, la democracia consigue abrirse paso frente a la oligarquía, estamos ante un hecho socialmente muy higiénico y reconfortante.

Pero no se puede entender el auténtico alcance de lo que ayer pasó en el ICAM –la amplia victoria electoral de la abogada Sonia Gumpert y la terca resistencia del Decano saliente, con menos de la mitad de votos, a abandonar el sillón oficial-, sin tener algunas ideas sobre los antecedentes.

Yo soy abogado ejerciente del Colegio de Madrid desde hace veintidós años. Cuando me inscribí, el Decano era Antonio Pedrol Rius, que llevaba ya en el cargo dieciocho años y que lo ostentaría hasta su muerte, en 1992.

A su fallecimiento, los cuatro despachos más grandes con sede en Madrid (Garrigues, Cuatrecasas, Uría Menéndez y Gómez-Acebo&Pombo) sellaron una alianza, no sé si expresa o tácita, para ocupar el gobierno del ICAM con una lista conjunta y designaron como candidato de consenso a Luis Martí Mingarro, quien desempeñó el cargo durante tres mandatos (quince años).

Elección tras elección, el candidato oficialista nunca se enfrentaba a un verdadero rival. Enfrente sólo tenía a la progresista Asociación Libre de Abogados (ALA) como permanente oposición. Y alguna candidatura outsider, improvisada, a veces bienintencionada y siempre sin posibilidades reales. Los macrodespachos movían el voto de sus centenares de empleados, mientras los abogados de a pie (absorbidos por nuestro trabajo cotidiano y con la sensación de inexistencia de alternativas) simplemente nos limitábamos a no acudir a las urnas. La triste participación llegó a ser, en 2002, en torno al 5 %. No es una errata: se registró un 95 % de abstención.

Esa alianza entre los grandes despachos permitía gobernar cómodamente un Colegio de decenas de miles de letrados con apenas unos centenares de votos de los fieles, ante la pasividad de una abogacía desmovilizada y desmotivada. En un reciente debate electoral en el Ateneo, Javier Cremades reconocía con naturalidad y sin sonrojo que, durante años, el Decano madrileño fue elegido “en una especie de cooptación”. Y les aseguro que nadie movió una pestaña de sorpresa ante semejante confesión.

Pero ese pacto de las grandes firmas del negocio jurídico se rompió a la hora de afrontar la sucesión de Martí Mingarro. Aparte de la habitual lista de ALA, se presentaron dos candidaturas de los grandes, ambas encabezadas por antiguos compañeros de Junta de Gobierno con el decano saliente. Por un lado, Javier Cremades. Por otro, Antonio Hernández-Gil, que llevaba participando en el gobierno del Colegio casi un cuarto de siglo.

Como de costumbre, la inmensa mayoría de letrados de a pie nos quedamos en casa (más bien en el despacho) ante una guerra que creíamos que no era la nuestra. Votó un 10 % de los colegiados y ganó Hernández-Gil por poco más de 300 votos de diferencia. Se iniciaba así el mandato sin duda más mediocre desde que comencé a ejercer la abogacía.

(Fotografía de Negocio Digital)

Que alegraba siempre el corazón

No me hubiera gustado estar en la piel de aquellos padres que tuvieron que explicarnos por qué nuestro Fofó había muerto. Los que tuvieron que enfrentarse a aquellas caritas de pena que miraban el televisor en blanco y negro con incomprensión.

- Quiero decirles a todos los niños –declaraba un Gaby al que por vez primera veíamos vestido de otra forma y con lágrimas de verdad- que Fofó no ha muerto, que el que ha muerto hoy es Alfonso Aragón Bermúdez. 

Yo tenía aún nueve años y colgué en mi habitación el póster de mi payaso favorito, que se nos había ido. 

Pero la vida siguió, las canciones siguieron, las sonrisas siguieron. Porque todos sabíamos que, sin temer jamás al frío o al calor, aquel circo daba siempre su función. 

¿A que algunos de los que me leen no son capaces de diferenciar una lagartija de un lagartijo? Los de nuestra infancia sí. 

- ¿Sois capaces?- preguntaría Gaby 
- Somos más que capaces… –aseguraría Miliki.
- ¿Qué sois? 
- Capataces

Es muy fácil. 

- Mira, Gaby, para saber si la lagartija es niña o niño, tú te la colocas en la mano, con la tripita hacia arriba –explicaba Miliki-. 
- Sí 
- Entonces le rascas en la barriga. Y, si se pone contenta, es lagartija
- ¿Y si se pone contento? 
- Entonces lagartijo 

Nos regalaban música con su saxo, su acordeón, su trompeta…, pero también sacaban melodías de vasos con distinto nivel de agua o de mil y un inventos parecidos. En las aventuras le hacían perrerías de todo tipo al Sr. Chinarro, que se tiene el cielo ganado. Y en la canción que cerraba el programa, nos hicieron imaginar una gallina que era un caso singular y un ratón que soñaba ser un gran campeón jugando al ajedrez. 

Aquél era un circo que, ciertamente, alegraba siempre el corazón. 

“Toda fantasía tiene su final –se despedía Emilio Aragón, Miliki, tras presentar uno de sus discos recopilatorios-. Pero en vuestros corazones podéis conservar siempre un gran poder. El poder de transformar lo que os rodea, de inventar mundos, de hacer que las cosas cobren vida. El maravilloso poder de imaginar”. 

No sé cómo será el mundo de mi sobrina y de los niños que crecen ahora. Pero estoy seguro de que los niños de Miliki, los niños de treinta y de cuarenta años, les transmitirán de alguna forma esa misma magia.

Quiero creer que, cuando alguien les pregunte cómo están, los niños de hoy y los de mañana, a pesar de tantas cosas, se podrán seguir desgañitando: 

- ¡Bieeeeeeeeeen! 

 Más fuerte, que no se oye… ¿cómo están ustedeeeees?

(Ilustración: Juan Carlos Martínez, blog Capitán Lugo)

El mundo que no vivirá

Tenía 86 años y hace unos meses estuvo codo con codo, compartiendo indignación con el resto de jóvenes.

Se nos va Agustín García Calvo, filósofo, poeta. Inclasificable, indómito, hombre libre.


(Ilustración: Retrato de Agustín García Calvo, por Ana M. Franco Guzmán. Video: Amancio Prada y Chicho Sánchez Ferlosio interpretan El mundo que yo no viva, letra original de Agustín García Calvo)

Entrevista en Blogs made in Spain

Blogs made in Spain, una interesante página que ofrece plantillas, herramientas y consejos para blogs, ha inaugurado una sección de entrevistas a bloggers. Y la abre precisamente con una entrevista que me hacen en relación con La nota discordante y con mis bitácoras profesionales. 
 
Es la segunda entrevista sobre este blog, puesto que en octubre de 2007 el diario 20 Minutos también publicó una.

El título de esta reciente entrevista en Blogs made in Spain hace referencia a algo que ya conté aquí cuando iniciaba mis primeros pasos como bloguero, en la primera entrada que publiqué, Escribir es vivir.

Desde aquí, felicito a Blogs made in Spain por la útil labor que viene desarrollando y le agradezco el haberme incluido en esta sección de entrevistas. 

El mismo cuestionario también ha sido respondido ya por otros blogueros españoles, como Ángel Beñarán, Esperanza Temprano y Federico García del Real, y en el futuro está previsto ir añadiendo nuevas entrevistas a la sección. 

Reproduzco la introducción a esa sección y el texto de mi entrevista, aunque les animo a entrar en la publicación original donde están todas: 

ENTREVISTAS A BLOGGERS
 
A lo largo de estos años con Blogsmadeinspain he conocido a centenares de bloggers de distintos países y ciudades. Todos con blogs y cosas muy interesantes que contar, y algunos de ellos con años en este mundo.

En cierta forma siento la obligación de darles voz en mi blog en modo de pequeña entrevista, donde responderán a 10 preguntas relativas a sus inicios, sus blogs, sus experiencias, etc...

El resultado es esta sección con "minientrevistas" personales a bloggers de todo el mundo, con los que he tenido la oportunidad de relacionarme, y en la que iré añadiendo nuevas entrevistas periódicamente.

Las entrevistas son publicadas tal y como fueron escritas por sus protagonistas, sin ninguna modificación. Blogsmadeinspain no se hace responsable de las opiniones vertidas en ellas.

ENTREVISTA A CARLOS JAVIER GALÁN: O ESCRIBE O SE MUERE

¿Abogado-periodista o periodista-abogado? Desde muy joven siente la necesidad de escribir, y desde 2007 lo hace en su blog La nota discordante sobre actualidad, política, cine, libros, lugares, sentimientos… En definitiva, escribe sin ataduras y con total libertad de expresión. Autor de varios libros publicados sobre temas empresariales y laborales. 

¿Desde qué país y ciudad posteas? 

España, Madrid. 

¿Cómo y cuando fueron tus inicios en el mundo de los blogs? 

Empecé en 2007. Llevaba varios años “atrapado” por diversos compromisos que me habían apartado de hacer una de las cosas que sin duda más me gustan en la vida: escribir. Y decidí poner en marcha un blog para escribir sobre cualquier cosa, sencillamente porque me apeteciera, y no por obligaciones profesionales o de otro tipo. 

¿Conservas y actualizas aún el primer blog que creaste? 

Sí, es el mismo blog personal que mantengo, La nota discordante.

¿Cuántos blogs tienes en la actualidad? ¿Cuáles son? 

Como blog personal, sólo el ya citado de La nota discordante. Luego tengo un par de blogs, básicamente informativos, sobre mi actividad profesional, uno como abogado, Alberche Área Jurídica, donde reproduzco noticias del despacho, sentencias de interés, mis artículos jurídicos, etc., y otro como formador empresarial, Alberche Formación, para difundir los cursos que imparto. Ahora estoy comenzando a retomar un viejo fondo documental sobre historia y tradiciones de mi pueblo, El Hoyo de Pinares (Ávila), que tenía en una antigua web, muy abandonado desde hace años y que, gracias a Blogsmadeinspain he podido actualizar a un diseño atractivo y a herramientas que me resulten más operativas. Pero todavía está muy incompleto y, por otro lado, en su planteamiento no es un blog propiamente dicho, aunque utilice una plataforma propia de los mismos por simple comodidad a la hora de publicar. 

¿Consideras alguno de ellos principal y más importante que los demás? 

La nota discordante es realmente mi bitácora por excelencia, la que hago simplemente porque quiero. Los blogs profesionales son, en la sociedad actual, instrumentos de trabajo. 

¿Qué tiempo semanal estimas que le dedicas a tus blogs? 

Es muy variable. Los blogs profesionales procuro tenerlos atendidos y actualizados, los considero una parte más de mi trabajo. El blog personal suele tener una media de una entrada semanal, pero soy muy irregular, depende del tiempo libre y las ganas que tenga. Me propuse a mí mismo desde el principio que tenía que intentar vivirlo como un placer y no como una obligación. 

¿Tienen las temáticas de tus blogs más que ver con tu profesión o con tus hobbies?

La nota discordante tiene que ver con mis aficiones e intereses personales, porque incluyo textos de opinión sobre política, actualidad social y cultura, a veces cuelgo reflexiones personales, o textos literarios, en ocasiones comparto relatos de viajes… Los del despacho Alberche Área Jurídica y Alberche Formación son puramente profesionales. 

¿Qué es lo mejor y peor de bloguear? 

Lo mejor para mí es poder expresarme libremente sin depender de nadie, desarrollar mi afición a escribir, mantener diálogo, descubrir personas interesantes entre otros blogueros y entre lectores… Lo peor es que te expones ante cierta fauna que pulula por internet, pero adoptando ciertas precauciones se puede sobrellevar. 

¿Tienes blogs en varios servicios diferentes? ¿Qué plataforma prefieres? 

Los tengo todos en Blogger. Comencé ahí, no recuerdo muy bien por qué, pues yo entonces apenas sabía nada de este mundillo. Supongo que ví que era el más popular. Luego había gente que me hablaba muy bien de WordPress, pero ya me había familiarizado con esta plataforma y no tenía interés en cambiar. Con el tiempo, Blogger ha ido mejorando mucho, incorporando muchas funcionalidades… Y por otro lado…, bueno, digamos que Google se indexa muy bien a sí mismo... 

¿Has tenido alguna vez problemas por alguno de tus blogs? 

Nunca, nada importante. Todo lo contrario, hasta ahora siempre me ha proporcionado satisfacciones. Ha satisfecho, en parte, mi gusanillo por escribir pero, como además en el blog la comunicación es en doble dirección, ha sido un especie de carta de presentación personal muy valiosa, sobre todo al principio, antes de la generalización de Facebook y las demás redes sociales. He tenido seguidores cuya participación y comentarios me han enriquecido personalmente, el blog me ha proporcionado contactos y relaciones muy interesantes y he llegado a conocer personalmente a gente que realmente vale la pena. Yo le estoy profundamente agradecido a La nota discordante, le tengo mucho cariño, cambió algunas cosas de mi vida. Y respecto a los blogs profesionales, creo que son un instrumento de comunicación con los clientes o potenciales clientes y otra tarjeta de presentación profesional ante quien acude a internet para buscar información o contrastar una referencia. Hoy todas las firmas empresariales y profesionales están en internet sí o sí, quieran o no, y es mejor que elijan, en la medida de lo posible, cómo quieren estar, que cuiden su reputación digital y que hagan uso de las nuevas tecnologías y las redes sociales como un instrumento más de trabajo, que por otro lado a mí me resulta interesante y muy útil.

La feria taurina de El Hoyo de Pinares en la prensa del primer tercio del siglo XX

Publicado en Diario de Ávila, 25 septiembre 2012.

No cabe duda de que la afición taurina tiene arraigo histórico en El Hoyo de Pinares. Ya en 1847, el célebre Diccionario Madoz da cuenta de que el pueblo “tiene 240 casas de mediana construcción distribuidas en varias calles empedradas, y 2 plazas, la una destinada a la venta de los comestibles y la otra a las corridas de novillos”.

En los archivos del Ayuntamiento, se conservan numerosos acuerdos municipales muy ilustrativos en tal sentido. Por ejemplo, en 1903 la Corporación, presidida por el alcalde Luis Marín, acuerda por unanimidad “que se solicite del Señor Gobernador Civil de esta provincia la licencia para la lidia y muerte de dos toretes para la festividad que, desde tiempo inmemorial, se celebra en esta villa el día 29 del actual, a su Patrono San Miguel Arcángel. Para los gastos de los repetidos toretes, así como los de los matadores, mulilla y coste de la plaza, sean abonados del presupuestos municipal de gastos, presentando cuenta justificada de los referidos gastos, como de los cohetes, que no podrán exceder de importe de cuarenta pesetas”.


Si acudimos a la hemeroteca, en la prensa nacional de principios del siglo XX podemos hallar algunas crónicas sobre la Feria de San Miguel en nuestra localidad.

El 3 de octubre de 1914, El País, bajo el título Toros en Provincias, incluye una breve reseña de una novillada, con “toros de Quintas, mansurrones” y la actuación de “Currillo, único espada” que “estuvo colosal toreando y banderilleando; hizo muy vistosas faenas de muleta, dando varios volapiés muy buenos. Fue sacado en hombros, habiendo ganado dos orejas”. Y añade un par de datos curiosos: “Ha sido contratado para la feria próxima. En el pueblo le obsequiaron con un banquete”. Asegura el cronista que la actuación de la cuadrilla también fue “superior, distinguiéndose en banderillas Cabanillos”. La revista El Toreo coincide en sus apreciaciones sobre este mismo festejo.

El municipio cumplió su compromiso y, al año siguiente, volvió Currillo a El Hoyo, compartiendo cartel con Vicente García, ambos con brillante actuación según Heraldo de Madrid del 30 de septiembre de 1915, que da cuenta de que García cortó una oreja y los dos salieron a hombros. El País se extiende más en su crónica y alude a dos festejos: “En las dos corridas de novillos celebradas en Hoyo de Pinares (Ávila), con motivo de la feria de San Miguel, se lidió ganado de Quintas, que resultó bravo y manejable el primer día y manso el segundo. Mellaíto estuvo bien las dos tardes. Currillo, colosal en la primera, en la que, aprovechando las buenas condiciones del ganado, hizo buenas de muleta, agarrando dos estocadas hasta la mano. En la segunda toreó por verónicas y cambió un par de banderillas, por lo que fue ovacionado. Con la muleta estuvo breve y valiente, demostrando las buenas cualidades que este torero tiene para figurar en uno de los primeros puestos entre los novilleros. Se deshizo de sus enemigos de dos estocadas y un pinchazo. Fue ovacionado y paseado en hombros por el pueblo”. Por cierto, este diestro segoviano Vicente García, Mellaíto, completaría, a lo largo de cuatro décadas en activo, una fructífera carrera que terminó en 1945, con un festival taurino de homenaje en el que, para brindarle apoyo económico tras su retirada, participan junto a él nada menos que Domingo Ortega, Victoriano de la Serna y Luis Miguel Dominguín.

LA MUERTE DE BARBERO

1916 sería un año trágico en la historia de nuestra feria taurina: muere en El Hoyo de Pinares el banderillero Serafín Uría Mauriz, Barbero. El diario La Acción narraba de esta forma el desgraciado suceso: “Ávila. En Hoyo de Pinares, de esta provincia, se celebró esta tarde una novillada en la que se actuaba de matador Francisco Martínez (Palmerito). Cuando más entusiasmado estaba el público y más aplaudía a Palmerito y al novillero Serafín Uría (Barbero), dos muchachos que trabajaban de firme, un novillo empitonó a Serafín y le corneó aparatosamente. Pasó Barbero a una casa particular, donde los médicos le reconocieron, sin dar importancia a las contusiones que presentaba. Creyóse que no había que temer por el diestro y que tardaría poco en poder ponerse en camino de Madrid, pero era tan grande la conmoción visceral que había sufrido, que un colapso cardíaco que le acometió le privó de la vida. El infeliz moría pocas horas después de haber sido recogido por caridad en una casa y, mientras agonizaba, en la plaza celebrábase un baile en el que mozos y mozas del pueblo danzaban, bien ajenos a que a pocos pasos de allí se escapaba la vida de un hombre joven que se arriesgó a exponerla temerariamente por conquistarse unas palmas y un puñado de pesetas que ofrecer luego a su madre y cuatro hermanos que mantenía. El infortunado era natural de Madrid y contaba veinticinco años de edad”. También Heraldo de Madrid se hace eco de la terrible noticia: “En Hoyo de Pinares, donde se celebraba una novillada lidiándose toros de Robles, que resultaron difíciles, al dar un capotazo al primer bicho, el banderillero Serafín Uría, Barbero, fue alcanzado, derribado y pisoteado horriblemente. Conducido a la enfermería, se le apreció una fuerte conmoción visceral que determinó un colapso cardíaco. Como la gravedad del diestro aumentaba, se le administraron los Santos Sacramentos a las nueve de la noche. Una hora más tarde el infortunado banderillero dejó de existir, rodeado de los médicos, de sus compañeros Palmerito, Gea y Joselillo, de su amigo Garcés y otras personas. En el pueblo ha producido la muerte del Barbero honda impresión”. Otras publicaciones, como La Correspondencia de España o La Lidia también se ocuparon de la triste noticia.

Serafín Uría, que había nacido en Madrid el 10 de julio de 1890, fue enterrado en el propio cementerio de El Hoyo de Pinares, donde todavía se conserva su sepultura. Cuando yo era niño, algunas jóvenes del pueblo acostumbraban a dejar flores sobre la misma el día de Todos los Santos, para que el banderillero no yaciera en completo olvido.

Es de suponer que la familia no pudiera afrontar los gastos del traslado. De la precaria situación económica en que quedó nos da idea el hecho de que, en octubre de 1916, los toreros que toman parte en una corrida en la Plaza de Toros de Tetuán en Madrid, y otros que estaban de espectadores y se unen de paisano, realizan, después del tercer toro, una cuestación entre el público a favor de la madre y hermanos de su compañero Serafín Uría, Barbero, recolectando 145 pesetas de entonces, gesto del que dan cuenta las revistas La Lidia y Toros y Toreros.

SIGUEN LAS NOVILLADAS

Ya en 1918, el Heraldo de Madrid del 1 de octubre, informa de que se lidiaron en la fiesta de nuestro pueblo “toros de Robles, buenos” y el diestro, Morato, estuvo “superior toreando y matando”.

Un año más tarde, el mismo rotativo vuelve a hacer referencia al festejo taurino anual de esta villa abulense, donde se repite un buen ganado de Robles y vuelve a actuar Morato, “único espada, colosal en todo, ovacionado y sacado en hombros”.

En 1922, La Voz recoge la celebración de la novillada de San Miguel, nuevamente con reses de Robles y compartiendo cartel Luis Mera y Maera II, acertados en faenas y estocadas. Mera, que fallecería en 1940, no llegó a matador y acabó siendo subalterno. José García López, Maera II, sí tomó la alternativa en 1929 en La Coruña, aunque como matador no le acompañó el éxito que había cosechado como novillero.

En 1928, Heraldo de Madrid da cuenta de la actuación de Manuel Rodríguez, Castrelito, en El Hoyo de Pinares, donde salió a hombros este torero gallego.

En 1929, encontramos en La Libertad la reseña de que “en Hoyo de Pinares se celebró la novillada de feria, con ganado de Siro Martín, que cumplió. Justino Mayor, único espada, tuvo un gran éxito”. Creo que se trataba de un diestro de Renera (Guadalajara) que había comenzado anunciándose como Saleri III.

El año en que se había proclamado la II República, 1931, El Imparcial refleja así la feria hoyanca: “Con mucha animación se han celebrado las dos novilladas de feria, en las que se lidiaron cornúpetos de García Resina. El diestro Finito, único espada, triunfó rotundamente ambas tardes, y cada una le fueron concedidas dos orejas entre grandes ovaciones”.

En 1933, La Libertad reseña en su apartado “Otras novilladas”: “En Hoyo de Pinares, ganado de Alonso, bravo. Amadeo Serrano, regular la primera tarde y bien la segunda. Cortó orejas. El banderillero Reverte resultó con una cornada en el cuello, de pronóstico reservado”, si bien, por fortuna, no se repitió la tragedia de años atrás.


Un siglo después de las primeras crónicas periodísticas que hemos citado, la Feria taurina de San Miguel no faltará a su cita anual. Sin perjuicio de la austeridad a la que los tiempos y la situación obligan, El Hoyo de Pinares está procurando mantener e incluso incrementar el prestigio de una modesta pero muy digna feria. Sus festejos ofrecen ocasión, a nombres ya contrastados en novilladas sin picadores, de encontrarse con destacados encastes de la ganadería española, e ir así dando pasos en su difícil empeño de llegar a ser matadores de toros. No por casualidad, la feria hoyanca ha pasado a formar parte del certamen nacional El camino hacia el toreo. Las interesantes Jornadas Taurinas previas y el galardón Piña de Oro al mejor novillero son acertadas iniciativas que contribuyen a dar mayor realce a esta feria local.

(Ilustraciones:
- Novillada en la Plaza de España. Fotografía propiedad de Lucila Galán. Publicada en el libro El Hoyo de Pinares: Imágenes del Ayer, de Carlos Javier Galán
- Portada de la revista La Lidia, 20 noviembre 1916
- Portada del diario Heraldo de Madrid, 1 de octubre de 1916
- Tendidos de la Plaza de España en tarde de toros. Fotografía propiedad de Sebastián Gallego. Publicada en el libro El Hoyo de Pinares: Imágenes del Ayer, de Carlos Javier Galán)

Un médico en El Hoyo de Pinares del siglo XIX

Artículo publicado en el Programa de Fiestas San Miguel 2012 de El Hoyo de Pinares.
D. Máximo García López publicó en 1847 una especie de memorias en dos tomos, bajo el título Diario de un Médico.

Contenían el relato, casi novelado, de su azarosa historia profesional, que hasta entonces se había desarrollado sobre todo en las provincias de Toledo y Ciudad Real, en el convulso marco histórico de la primera guerra carlista. Pero si lo traemos aquí es porque el primer destino del joven licenciado en medicina fue precisamente El Hoyo de Pinares, donde prestó servicios durante dos años, entre 1832 y 1834, una experiencia a la que dedica casi un centenar de páginas de su obra. 

EL HOYO EN 1832

Leyendo su Diario, podemos saber que el nuevo médico titular fue recibido con un banquete en casa del alcalde y su esposa, con la presencia de la corporación municipal y del escribano (lo que hoy llamaríamos secretario). La comida, cabrito asado, era servida por el alguacil del concejo, apodado tío Fuelles.  El recién llegado traza un interesante y curioso retrato de cómo era entonces nuestro pueblo (lo transcribo con ortografía actualizada):

“Hoyo de Pinares es de unos 250 vecinos [un concepto entonces similar a “cabezas de familia”], pertenece a la provincia de Ávila y al Juzgado de Cebreros, del que dista una legua. Tiene una parroquia con la advocación de San Miguel.

Está situado este pueblo propiamente en un hoyo cercado de elevadas sierras, donde se crían muchos pinos de diferentes clases, y sin duda de aquí deriva su nombre.

Su figura es casi la de un triángulo imperfecto: está dividido en tres secciones o pueblecitos por las cortaduras que hacen dos arroyos que descienden de lo alto de las montañas, formando unas cascadas tan sorprendentes, naturales y hermosas que recrean agradablemente cuando las lluvias las hacen correr.

Luego que estos pasan el pueblo, se juntan y, recogiendo las aguas de diferentes puntos, llegan a veces a formar un arroyo respetable que después desemboca en el río Alberche.

Para el tránsito de los vecinos de unos puntos a otros del mismo, tiene construidos tres puentes, dos bastante sólidos, espaciosos y labrados, y otro endeble para el arroyo más pequeño, que frecuentemente tienen que estar reparando. Tiene tres plazas, la principal, recién construida, la antigua que era más bien un corralón para los ganados y carretas, y la plazuela del Sol que está inmediata a la iglesia, al Sur de ella.

En uno de sus extremos hay dos grandes álamos negros, cuyos gruesos y carcomidos troncos manifiestan la antigüedad de su plantación.

A su sombra se guarecen en  tiempo de verano los mozalbetes y curiosos para ver entrar en la iglesia a las serranas, mientras el sacristán tañe las horas enteras las campanas dando tiempo a que el pueblo se reúna a ver la única misa del arciprestazgo que en todo lo más del año suele celebrarse.
Las casas de piedra, con poca luz y ventilación, dan un aspecto tétrico y sombrío a las calles que, como ya se ha dicho, son desiguales, sucias y mal empedradas. Se crían buenos pastos en las praderas señaladas para ellos, pero se esconden entre sus verdes yerbas muchas víboras que a veces hacen mortal su mordedura.

Con estos pastos se alimentan infinidad de ganados, particularmente el cabrío y lanar fino y ordinario, que dan excelentes leches y lanas.


Las aguas, delgadas y frías. Frutas excelentes. Se coge poco trigo, bastante centeno, y la industria principal consiste en el cultivo del lino y en la recolección de piñones, que es de propiedad general, no siéndolo así las maderas, que pertenecen a los propios.

No se consume otra carne que la de cabra. Se coge poca aceituna. Para el alumbrado usan las teas o rajas de pino.

Los ganados vacuno y el de cerda andas sueltos por las calles, circunstancia de motiva la suciedad e inmundicia que ya hemos referido.

Los naturales son sencillos y dóciles, hallándose la propiedad muy distribuida, así es que rara vez se ha visto impetrar la caridad pública a ningún vecino.”
 


El médico se instala en la localidad junto con su esposa y su hija, y toma a su servicio a una mujer del pueblo, la tía Gorriona, quien le irá aconsejando sobre cómo adaptarse a la peculiar idiosincrasia local.

El facultativo sustituye a D. Prudencio, al que, según la Gorriona, un malentendido relacionado con el arreglo de una boda (se negociaba el importe de la dote) le costó sufrir maledicencias y terminar perdiendo injustamente su plaza.

UN MÉDICO RURAL DEL SIGLO XIX

D. Máximo va narrando diversos casos de su ejercicio profesional en la villa. Por ejemplo, cuando tuvo que atender al tío Purgatorio, que había sufrido un síncope por falta de alimentación. O en otra ocasión, cuando es llamado por un chiquillo “descalzo, en mangas de camisa, con unos calzoncillos de paño con mil remiendos y por tirante un pedazo de orillo”, para que atienda a su madre, la tía Torcida, supuestamente por un cólico. Lo que le aquejaba resultó ser realmente… una borrachera.

Uno de los episodios a los que más atención presta el Diario es la agonía de un veterano de guerra, víctima de una grave dolencia pulmonar, y que, con 54 años de edad, narra su desventura al médico que le asiste en sus  últimos días. Pero creo que la historia de este excombatiente hoyanco bien merece que le dediquemos en otra ocasión un artículo específico.

Una tarea ingrata para D. Máximo, y que le ocasionó algún disgusto, era decidir quiénes estaban exentos para el servicio de soldados, pues se movía entre intensas presiones y una preocupante inseguridad jurídica.

El médico tendrá que enfrentarse a enfermedades que en su mayoría eran fruto de la insalubridad en las condiciones de vida. En el verano eran frecuentes las “fiebres intermitentes”, “con intensidad tal que muchos sucumben a impulsos de su malignidad”. “Una atmósfera viciada por la descomposición de los vegetales, en contacto con las aguas de los arroyos (…) ha de desarrollar efectos nocivos y, con ellos, producir fiebres epidémicas”. Igualmente “por aquel tiempo se desarrollaba en algunos pueblos de la provincia, y particularmente en Cebreros, una enfermedad grave de carácter contagioso que hacía infinidad de víctimas”. La enfermedad, que él considera fiebre tifoidea, también atacaba a quienes atendían a los enfermos y nuestro protagonista tendrá que asistir a sus colegas de San Bartolomé de Pinares y de Navalperal, afectados por la dolencia. Finalmente, la epidemia llega a El Hoyo, donde resultan una “infinidad” los “invadidos” por la misma. 

El médico detalla que “no había en el pueblo botica, distaba ésta una legua” (seguramente estaría en Cebreros) y, como es obvio, con la dificultad de desplazamiento propia de la época. “Mientras van y vienen por la medicina, ¿cuántos peligros puede haber corrido el enfermo?”, se preguntaba. Explica también que el sistema de pago en la farmacia era mediante una iguala fija. Esto, en casos de pandemia, le planteaba un problema: si recetaba mucho, era la ruina del farmacéutico; si recetaba poco, era un peligro para los pacientes. Pero tenía que atenerse a su deber moral, como hizo el boticario al “despachar las medicinas que los igualados necesitaren”, aunque cree que este tipo de contratos “debieran estar proscritos”.

Por si fuera poco, el galeno padecía los reiterados impagos del Ayuntamiento y, aunque su ama le aconseja que sea insistente en su reclamación, al médico le incomoda la situación: “Me es tan repugnante andar todos los días molestando, que prefiero vivir en la indigencia a esa humillación servil con que parece que se recrean los concejales”. Critica en su texto el reparto del coste médico que el consistorio hace entre la población: “Lo mismo cargan al infeliz jornalero que al vecino más acomodado”, lo que a sus ojos supone una evidente injusticia.

D. Máximo sufre la precariedad sanitaria de la época: “Para probar hasta dónde llega el abandono de la salud pública en los pueblos y la poca estima que en algunos tienen los instrumentos y cosas necesarias para corregir enfermedades repentinas, como cólicos, apoplejías, etc., baste saber a nuestros lectores que en esta población de más de 250 vecinos no había siquiera una lavativa… y más de cuatro veces, si por fortuna no la hubiera tenido el facultativo, hubieran perecido los enfermos. A petición e instancias mías logré que el Ayuntamiento se hiciera con una y, como ‘jeringa de la Villa’, andaba tan necesario instrumento de una parte a otra todo el día”. 

El médico tenía también que luchar contra la superchería. Así, conocerá un día a la Saludadora, una mujer forastera que aseguraba tener el poder de prevenir la rabia. Se la encontró en la Corredera, con “sus pelos blancos y desgreñados, su cara arrugada y morena y un tumor voluminoso que pendía de la parte anterior de su cuello”. Llevaba un rosario de Jerusalén y ofreció al médico sus servicios. Dijo que ella tenía la marca de una cruz de Caravaca en el paladar y que eso indicaba su capacidad para proteger a los demás de la rabia. Afirmaba poseer “documentos y certificaciones y cuanto usted quiera del prior de los monjes jerónimos del monasterio de Guisando”. Y, delante de él, paró a un joven que pasaba e hizo una demostración de su ritual, lo que provocó que el médico, de vuelta a casa, se lamentara de “la estupidez e ignorancia con que las clases pobres sostienen esas rancias preocupaciones” pensando que son las carencias educativas la fuente de la que “manan tantos absurdos y patrañas, tanta ignorancia y superstición”.

Pronto sabrá también de la ingenua confianza de la gente en un curandero de Las Navas, a través de una mujer que acompaña a su esposo enfermo: “Venimos a que vea usted a mi marido, a quien hoy ha dado una fuerte calentura y un frío tan extraordinario que por poco se muere. La ‘tía Calva’ nos ha dicho que debe ir a Las Navas del Marqués a que le cure ‘el Brujo’ porque, de lo contrario, nunca se pondrá bueno”. Ante la sorpresa del doctor, le explica que es “un hombre que hace milagros con sus letanías y oraciones, pero tan raro que algunas veces, como no le regalen bien, no quiere curarlos”. Y acaba ofreciendo más detalles: “En cierta ocasión fui yo con una vecina, le pidió una liga y un poco de pelo de junto a la oreja izquierda y lo quemó todo, con una mezcla de sebo de lobo y huesos de muerto, hizo un ungüento y empezó a darle tantas frotaciones por todo el vientre que en poco se puso buena”. El médico se indigna: “No pude continuar oyendo tanta estupidez y fanatismo”. Y, tras reprenderla, prescribe un medicamento para el paciente: “Tome usted esta receta, vaya a la botica, que con ella le darán una medicina que no dejará de producir más alivio que las oscuras frases y ridículas ceremonias de un impostor que vive y explota su mina a costa de la credulidad de los ignorantes, abusando de nuestra paciencia y de la tolerancia de las autoridades”. 

LA FIESTA DE SAN SEBASTIÁN

Una curiosidad histórica local que reflejan las páginas del Diario de un Médico es la celebración de la festividad de San Sebastián, a la que fue invitado por la Corporación. Ese año se aprovechó también la solemne ocasión como acción de gracias por el fin de la epidemia de fiebre tifoidea.

En esa fecha hoy se celebra la tradición de la Vaquilla, relacionada con los quintos. Pero el 20 de enero de 1834, el programa festivo incluía una misa solemne con sermón, una procesión y –lo más desconocido para nosotros- una representación de origen medieval que rememoraba las luchas de moros y cristianos.

Cada comparsa era dirigida por un anciano y salían delante de la procesión de San Sebastián, cuya imagen aún se conserva hoy en uno de los retablos del templo parroquial. Una iba con ropajes de moros y bailaba al compás de unos palos. La otra, vestida “a la antigua española”, danzaba al son de dulzaina y tamboril.

La comparsa mora representaba “a veces batallas a campo descubierto y otras, formando con sus cuerpos improvisados castillos, desafiaban con sus palos y acciones el valor de los cristianos. Éstos, que veían el desafío, imitaban otros iguales y, admitiendo el reto de los moros, se introducían entre sus filas y, dando palos y más palos unos y otros sin perder el menor sonido, hacían una visualidad curiosa y entretenida, a la par de agradable y entusiasmadora. Esta escena guerrera duraba mientras la procesión hacia alto en alguno de los puntos señalados al efecto y después, aparentando ser vencidos los moros, marchaban en precipitada fuga a su primitivo puesto. Los españoles, como dueños del campo, expresaban con sus alegres movimientos el triunfo obtenido sobre sus enemigos y por delante de la imagen seguían haciendo sus evoluciones”.

“Nunca había visto a las serranas más aseadas, peripuestas y limpias que en aquel día”, escribe el médico. “Animación, solaz y alegría presentaba aquella villa en tan solemne fiesta. Los males y sustos sufridos con la epidemia se olvidaron, el frío de la estación no impresionaba a sus naturales, sólo regocijo y baile se veía por doquier en sus semblantes”. 

Terminada la procesión, “los danzantes, después de acompañar al señor cura y Ayuntamiento a sus casas, marcharon con los mayordomos del santo a tomar el refrigerio de costumbre”. 

Por la tarde, se celebraban nuevas danzas en la plazuela del Sol, pero ahora ya también con participación femenina.

El tamborilero cantaba una letra que suponemos que hacía referencia a Alfonso VII, que reinó en Castilla y en León en el siglo XII y fue coronado como Imperator totius Hispaniae:

Al Rey D. Alfonso,
al Rey mi Señor
la España le aclama
por Emperador.


Se trata de un monarca muy vinculado a la ciudad de Ávila, a la que otorgó uno de los títulos que aún hoy aparecen en su escudo, por haberle protegido durante su minoría de edad.

Pero el médico no salió de su asombro al escuchar que esta canción de evocación histórica se mezclaba de pronto con otra malévola coplilla, al parecer dedicada a un vecino que se había casado con una chica embarazada: 
Tú te la llevarás,
Periquito, la Bartola
tú te la llevarás
pero no está sola… 


SU MARCHA

El médico no guardará un buen recuerdo de El Hoyo de Pinares. Al exceso de trabajo, las carencias en el ejercicio profesional, los impagos de honorarios municipales y los problemas de salud, se unió la desgraciada muerte de su hija. Toda la familia había enfermado en distintos momentos, pero la pequeña -“nuestra única y apasionada hija que con sus caricias mitigaba los eternos disgustos”- falleció víctima de una “fiebre gástrica fulminante”, lo que fue para sus padres “el último golpe y más sensible para poner a prueba nuestro sufrimiento”.

Cuando el matrimonio sanó de sus dolencias, consiguió otro destino y abandonó nuestro pueblo en junio de 1834. “Después de un viaje penoso, con caballerías cargadas de muebles, que se rompían a cada paso por los áridos y espesos montes de El Hoyo, Cebreros, Cadalso, etc.”, D. Máximo García López llegará, junto con su esposa, a la localidad de Carmena (Toledo), para tomar posesión de su nueva plaza.

(Ilustraciones: dibujo procedente de la obra original; fotografía de un dintel de una vieja casa de El Hoyo de Pinares, de Manuel Tabasco; y cubierta original del libro)