Costa Rica (y V). Playa Tambor

En la última fase del viaje, partimos en barco hacia Playa Tambor y en la travesía vimos muchas aves, como este pelícano:


En el barco, entabló conmigo amable e interesante conversación un californiano que reivindicaba con naturalidad y sentido común lo que debería ser la hispanidad: me hubiera gustado que le escucharan algunos de mis compatriotas.

Como decía al comenzar la serie, yo me uní a un viaje ya programado por amigos. Si hubiera dependido de mi gusto individual, hubiera preferido otras opciones en lugar de Playa Tambor, pero se trataba de combinar los intereses de todos (hay que recordar, por ejemplo, que con nosotros viajaba una niña) y la última etapa estaba diseñada para disfrutar de playa y descanso. En esta zona, Barceló ha levantado uno de sus macrohoteles de todo incluido, así que se trataba de colocarse la pulserita y aprovechar los servicios del complejo.

Cuando se construyó el hotel Tambor Beach, justamente al lado de la playa (algo que a mí siempre me ha parecido una barbaridad aquí y en todas partes) los grupos ecologistas locales denunciaron que Barceló había drenado un manglar y que había retirado arena del lecho de un río, provocando erosión. La cadena hotelera española fue multada con 14.000 dólares, una cifra insignificante para el volumen de la inversión, y el proyecto se redujo en parte sobre lo previsto, pero su ejecución continuó adelante. Los ecologistas consideraron que había connivencia entre Barceló y el propio gobierno costarricense. Posteriormente, se han producido más denuncias por contaminación de ríos con aguas residuales.

Cuando se levantan complejos de este tipo en medio de una naturaleza virgen, invadiéndola en parte, la propia naturaleza que rodea al hotel acaba asomándose por dónde puede. Así, miren este garró (una especie de iguana):



O por ejemplo, esta ardilla, que se dedicó una mañana a robar la fruta a los bañistas:


O los animales que, por la noche, acudían a las inmediaciones del hotel atraidos por los restos de comida (algo igualmente perjudicial, puesto que les hace cambiar sus hábitos, les hace ingerir productos químicos no naturales, etc.). A este mapache ni le gusté yo ni le gustó nada el flash de la cámara, cuando le fotografié en la oscuridad comiéndose una patata frita:


Aunque masificado, como suele ser común en este tipo de complejos, el hotel estaba muy bien en cuanto a instalaciones, no cabe duda. Y el servicio del personal costarricense a mí me pareció atento e impecable. Simplemente que no es el modelo de desarrollo por el que apuesto ni es el modelo de ocio que más me gusta.

Tocaron, por tanto, días tranquilos, de periódico o libro, piscina, mar, cervecita… Yo me di incluso a la relajación y me obsequié con un masaje tropical que me dejó nuevo.

Aunque, eso sí, nos apuntamos también a todas las actividades posibles. Por ejemplo, a montar en quad.

En ese paseo, en el que yo iba de paquete y en el que Clara demostró su pericia en la conducción por terrenos más que complicados, nos encontramos también algunos monos en los árboles:


De las actividades del hotel, lo que más me gustó –para sorpresa mía en primer lugar, que nunca la había probado- fue la moto acuática. Ya tengo alternativa propia durante las largas sesiones de baños y sol cuando comparta viaje con aficionados a la playa.

En la tarde del 31 de diciembre, justamente cuando en España se recibía al nuevo año y se tomaban las uvas, nosotros estábamos disfrutando de un fantástico paseo a caballo por una playa del Pacífico. Para mí no hay color.

Lo compartí con algunos amigos, mientras les felicitaba el año y, en vez de alegrarse, no sé por qué recibí algunos insultos y noté un poquito de resquemor, como dicen en Los Serrano. Y es que la envidia no es buena… :-)


Mira que, como conté en otra ocasión, yo viajo para huir un poco de las navidades, pero el hotel montó un belén viviente para ambientar.


Y por la noche una fiesta para recibir al nuevo año, con su suelta de globos, su baile, su cuenta atrás a la americana y todo eso, aunque a diferencia de lo que pasa en las películas no me tocó justamente al lado ninguna chica guapa a quien besar.

El año que se iba había sido particularmente duro llevándose a Ángel, a Isabel, a Ana… y yo no estaba muy de humor. Si me escapo de la Nochevieja española no es porque me apetezca mucho integrarme tampoco en la Nochevieja tica. Pero me pareció que no tenía escapatoria. En fin, si no puedes vencer a tu enemigo únete a él, así que al final me rendí y participé. Siempre hay algo que agradecer y algo que celebrar. Por ejemplo, más de 25 años de amistad:


Fue una estancia grata, en un país fantástico y con una compañía sensacional. Cuando regresábamos, unos días más tarde, el mar y el cielo nos obsequiaban con esta imagen de despedida:

(Fotografías del autor, de Mario Marín y de Clara Montero).

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuanto disfrutaras cuando te dejes ser un pequeño burgues con ideales, algunos incluso llevados a la practica (es tu entorno real)y puedas dejar de ser mitad monje, mitad soldado.
Animo todo llega

Anónimo dijo...

con masajes y a lo loco

Anónimo dijo...

Ya no sé muy bien lo que soy, Ferenczi, estoy buscándome. Pero el caso es que ahora viajo, eso sí. Y lo disfruto.

No sé si a lo loco -moderadamente siempre- pero con masajes, anónimo. Había que probarlo. Y repetiré en cuanto tenga ocasión.