Después de pasar por Medinaceli y de visitar a Dragó en Castilfrío y a Ruiz Vega en La Rubia, no podíamos dejar de acercarnos cuando menos unas horas a la capital de la provincia antes de emprender el regreso.
Nuestra mañana en Soria nos sirvió para apreciar, aunque de forma inevitablemente comprimida, una pequeña muestra de esa personalidad que cautivó a escritores como Machado, Bécquer o Gerardo Diego.
La románica iglesia de Santo Domingo -cuyos orígenes se remontan al siglo XII aunque tiene posteriores reformas y elementos hasta del renacimiento- es uno de los más destacados monumentos sorianos, con un espectacular rosetón (el “horóscopo vidriado” del que hablaba Gerardo Diego en sus versos) que corona una bellísima portada. Apreciamos en el centro el pantocrátor (en este caso, Dios Padre con Jesús en brazos, algo que no es frecuente en la iconografía religiosa), junto con los cuatro evangelistas y José y María. En las arquivoltas, aparecen figuras relacionadas con el Apocalipsis y pequeñas representaciones de otras numerosas escenas bíblicas.
San Juan de Rabanera es otro destacable templo románico, de planta de cruz latina y con el ábside sobresaliendo exteriormente con forma semicircular.
La antigua colegiata de San Pedro (concatedral desde 1959), con su fachada plateresca, aunque data el siglo XVI, se edificó sobre una iglesia del siglo XII y conserva el primitivo claustro románico de ésta.
Nuestra Señora del Espino es una iglesia del siglo XVI, ubicada en el cerro del Castillo, dedicada a la patrona de Soria. Junto a ella se conserva el centenario olmo viejo y herido que reverdecía en primavera y a cuyo pie han colocado una placa recordando los versos machadianos. En el cercano cementerio soriano deben de estar los restos de su joven esposa Leonor a la que dedicó algunos de sus más célebres versos.
Si Santo Domingo es lo más destacado en la arquitectura religiosa, la arquitectura civil tiene en el Palacio de los Condes de Gómara uno de sus más representativos edificios, aunque no es más que una parte del proyecto inicial que nunca llegó a acometerse íntegramente. En la majestuosa fachada de lo que hoy es Audiencia Provincial, unos ángeles sostienen la inscripción que nos revela de cuándo data el edificio –se concluyó en 1592- y su autoría –el arquitecto fue Francisco López del Río-. Dos maceros flanquean el escudo nobiliario de quienes fueron sus propietarios. Sobre éste se aprecia una mujer en una ventana: dicen que pudiera ser un escarmiento de las infidelidades de la condesa, representándola encerrada.
También merece citarse otro palacio renacentista, el Los Ríos y Salcedo, del siglo XVI y que hoy alberga el Archivo Histórico Provincial.
En la zona que los sorianos llaman Herradores (hoy Plaza de Ramón Benito Aceña) vivieron los hermanos Bécquer, el escritor Gustavo Adolfo y el pintor Valeriano.
La calle Zapatería, salpicada de antiguas casas y palacios, nos lleva a la Plaza Mayor, donde está la Casa de los Doce Linajes (s. XVII), que es el actual Ayuntamiento. Cerca está la torre de Doña Urraca. En ese lateral de la plaza vemos el edificio de la Audiencia (hoy Centro Cultural) al que se refería Machado en su poema, efectivamente con su reloj y su campana:
¡Soria fría! La campana
de la Audiencia da la una.
Soria, ciudad castellana
¡tan bella! bajo la luna.
de la Audiencia da la una.
Soria, ciudad castellana
¡tan bella! bajo la luna.
No sé si en ese momento daba la una -en este caso, del mediodía-, pero nosotros decidimos que, en cualquier caso, era la hora de la caña y nos unimos a los sorianos que estaban ya disfrutando del aperitivo del sábado.
(Fotografías del autor).
7 comentarios:
Hola, Carlos, gracias por compartir e ilustrar de tan bonita forma tu viaje.
Salud♥s nicas.
Pero que buenas vacaciones te has pegao, jaja. Como debe de ser, pero te cunde mucho a tí el tiempo no?. Espero que no corras con el coche. Que no por corres más amanece más temprano.
Hola, Melba. Sigo todavía con la crónica de los viajes del pasado verano. Os aconsejo que no os perdáis el siguiente capítulo, que es nada menos que Florencia (Italia).
No fueron malas vacaciones, no, Pegasa :-) No me salió el viaje largo que pretendía, pero al final encadené un montón de pequeñas escapadas que fueron a cuál más interesante y divertida: Sepúlveda y las Hoces del Duratón, la provincia de Lleida, la provincia de Soria, la ciudad italiana de Florencia y una ruta por el Pirineo de Huesca. Aunque al irlo contando con detalle por capítulos parezca mucho, en realidad fueron únicamente dos semanas bien aprovechaditas, en plan maratoniano: el sábado 9 de agosto en Sepúlveda/Duratón, del lunes 11 al jueves 14 en Lérida, viernes 15 y sábado 16 por Soria (con una pasada nocturna hasta el domingo 17por Guadalajara), del lunes 18 al viernes 22 en Florencia y del mismo 22 (sin tiempo para deshacer y rehacer maleta) al domingo 24 en los Pirineos. A Lérida fui en AVE y a Florencia en avión, pero en los dos viajes que fueron con coche el conductor fue Carlitos C. que es de fiar, super prudente.
Oye
sólo un par de cosas;
me ha encantado ver Soria gracias a ti.
Tengo allí cerca una buena amiga a la que siempre prometo visitar , creo que gracias a lo que he visto y leído en este texto me animaré .
Muy bueno el blog.
He entrado a tarvés del de Bárbara y sólo quería decirte esto .
Saludos.
Mira que yo no soy de iglesias, ni de visitarlas por culto ni por admirarlas porque sí, pero me ha encantado el rosetón de la iglesia de Santo Domingo. Sin embargo, la palma se la lleva la plaza, me encantan las plazas...
¿Te documentas para escribir lo que aquí leemos o te lo sabes todo de memoria?
Es todo muy interesante, gracias por compartirlo.
Beso.
Reyes, bienvenida. Aquí no encontrarás textos de tanta calidad literaria como los de Bárbara, esto es más coloquial y de andar por casa, pero bueno, espero que haya cosas que te gusten. Yo no me atrevería a decir que conozco Soria, porque fue apenas un paseo por la ciudad, pero es una pequeña ciudad con encanto, tiene un punto atractivo.
La portada de Santo Domingo es impresionante, Tortugaboba. Las iglesias románicas en general a mí me suelen gustar, pero algunas sobresalen y ésta es uno de esos casos. Lo de documentarme o no, hay de todo. Normalmente me documento antes de ir, para planificar el viaje, seleccionar lo que voy a poder ver, etc. y luego ya cuento lo que he visto, lo que aprendí antes y lo que aprendí sobre la marcha. Otras veces -como ésta, que fue un paseo improvisado de una sola mañana- completo la información a posteriori. No es por repetirme y siento ser pesado, pero quedan todavía crónicas de viajes de verano y sobre todo queda Florencia, que son palabras mayores, ya veréis.
Me alegro, Samantha, de haber despertado esos gratos recuerdos.
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