El surrealismo habita entre nosotros


Una vez le contaba a Henar, en un comentario en su blog, mi teoría sobre los taxis. Yo, como usuario de los mismos, estoy convencido de que el comportamiento de ciertos taxistas forma parte de un experimento psicológico o sociológico colectivo al que nos someten. Seguramente nos graban para estudiar después nuestras reacciones ante situaciones esperpénticas. No tiene otra explicación.

Podría escribir un libro entero con historias del taxi. La última fue hace unos días, cuando un taxista madrileño, que empezó la carrera hablándome del entierro de Leopoldo Calvo Sotelo, fue enlazando unas cosas con otras y terminó con la pretensión de contarme ¡¡¡su mili!!! Apasionante. Todo esto sin que yo le diera el menor pie ni mostrara el más remoto interés, más bien todo lo contrario:

- … Y entonces cogíamos el cetme… Usted sabe lo que es un cetme, ¿no?
- Pues no.

Y el tipo me lo quería explicar. A punto estuve de bajarme. Porque faltaba poco para llegar a destino, que si no… Yo fui objetor de conciencia para ahorrarme la experiencia, así que como para tener que aguantar que me cuenten los demás la suya. Y encima a éste tener que pagarle luego.

Ahora bien, mi récord personal y muy difícilmente superable lo tiene el taxista paranoico. Estábamos al lado de casa de mi prima Marisol y yo paré un taxi para marcharme a la mía. Cuando se detuvo, ella, que tiene una especie de sexto sentido, torció el gesto y dijo:

- Éste no.
- ¿Por qué? –pregunté casi subiéndome.
- No sé, espera a otro.

A mí me dio corte ya y me subí. Pero cuando terminé el recorrido no pude por menos que enviar un mensaje a Marisol confirmándole que su intuición había funcionado una vez más.

- Vamos a ir por esa otra calle, porque aquí se forma un poco de follón con la gente saliendo del bingo. Esto todo es cosa del gobierno.
- ¿¿¿???
- Sí, del gobierno. En este país no se habían casi legalizado los partidos cuando ya se legalizó el juego. Y es que al Estado le interesa que haya ludópatas…

Qué capacidad de enlazar temas sin parar. De ahí aquel taxista pasó sin solución de continuidad a las tragaperras, a la droga, a Tierno Galván, a la alcaldía de Madrid en general, a la policía municipal, a los accidentes que no son accidentes, a los espías…, todo ello enmarcado en una especie de teoría conspiratoria universal.

- … Y no le digo a usted nada lo del spray.
- ¿Qué es lo del spray?
- A veces a usted le paran el coche en la carretera, ¿no? La policía, ¿no? Y le piden la documentación. Ellos hacen como que la comprueban y le dejan seguir y aparentemente no ha pasado nada. Y vaya si ha pasado. Al bajar usted la ventanilla, el policía le echa a usted un spray, que se queda dentro del coche. Esa sustancia a usted le duerme y usted se sale de la carretera y se mata. Cuando le encuentren llamarán a su mujer y le dirán “tuvo un accidente, se durmió y se salió de la carretera” y de eso nada, es el spray. No se nota nada, es sólo un "fllifff" ligero en cuanto usted abre la ventanilla. Y ya se le han cargado y parece un accidente.
- Y eso sabe usted que es así, ¿no?
- Sí, eso es así.
- Ya.

Ayer precisamente (no recuerdo a cuento de qué me acordé) le estaba contando esta historia a Virginia, tomando un café en una terraza en su plaza favorita, Olavide. Y al instante comprobé que el surrealismo no sólo vive en los taxis. Justo en ese momento aparecen tres señores mayores, vestidos con un mono naranja en el que se leía un contundente lema: “Las atrapamos”.

Nos empezamos a reír mientras nos mirábamos alucinados. Los tres personajes, pertrechados con equipos muy parecidos a los de Los Cazafantasmas, deambulaban por toda la plaza buscando no sé muy bien qué con sus supuestos detectores.

- Y estos ¿qué es lo que atrapan? ¿ratas?
- Quizá cucarachas.
- Pero, ¿en la calle?... Será para hacerse publicidad y llamar la atención. ¿Tú ves desde ahí la web que pone en los uniformes?
- No, no la veo. Ay, Carlos, qué punto. Cómo suena eso: "las atrapamos"... Jajajaja. Míralos, no tienen desperdicio... Han entrado en ese locutorio.
- Lo que viene siendo la discreción. Todo el mundo pensará ahora que esta mujer tiene una plaga en su locutorio… Ya salen los tres. Fíjate, el de las gafas de culo de vaso está pasando su detector por los árboles.
- Si, yo creo que están un poco perdidos, no saben ya ni lo que buscan. Mira, ése lleva un bote de cristal grande. Sea lo que sea, lo que piensa atrapar es de buen tamaño, ¿eh? Jajajaja.

Vir, que es periodista y más observadora, describiría mucho mejor que yo y con más detalle la escena, pero les aseguro que, mientras todo el mundo en la plaza alucinaba y no dejaba de observar a aquellos tres intépidos atrapadores, yo estaba dedicándome a buscar dónde diablos podía estar instalada la cámara oculta.

(Fotografía: Taxi en Madrid, de Vogart, de la galería de imágenes Flickr).

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajajajaja. Me ha encantado, Carlos. La verdad es que los viajes en taxi pueden ser de lo más surrealista. Y lo de los 'atrapadores' es genial. Como se suele decir "la ficción imita a la realidad".

H dijo...

Me troncho!! En mi familia han trascendido tanto mis aventuras con los taxis que, cuando me ven mis primos pequeños, es lo primero que me preguntan. A mi hermano le pasa lo mismo, pero con el metro.

Si te veo esta noche, recuérdame que te enseñe la tarjeta del taxista polaco-doble oficial de Zapatero.

Y lo de los buscadores de metal, uno de los amigos frikis de mi hermano está en una asociación de buscadores de esos (de los que pensaba que sólo existían en Gandía), y por lo visto quedan, y hacen batidas en la montaña y esas cosas. Pero yo quiero un final para tu historia... ¿qué han atrapado? ¿No sería, quizá, alguna acción de marketing viral?

Besos y fantástico post!!

Henar

pd: ¿qué tiene de malo maquillarse en el taxi?

Carlos J. Galán dijo...

Ya te digo, Fernando. Yo creo que me plantearé lo del libro sobre los viajes en taxi. Al paranoico del spray no le quita nadie su podio, pero hay unas cuantas historias más...

Claro que ese libro tendría que escribirlo al alimón con Henar...
Henarcita, lo tuyo con los taxis tiene tela. Me partía releyendo tu post del taxista que terminó leyéndote a Herman Hesse y la comparación que haces con la afición a Faulkner de "Amanece que no es poco"...
Bueno, al final me costó pero ya ves que sí conseguí venir a Madrid hoy. Y ha estado genial la noche.
La tarjeta que decías del taxista-doble de Zapatero efectivamente no tenía desperdicio, un puntazo.
Lo de los "atrapadores" sí pensé que fuera una especie de performance publicitaria, pero no he conseguido encontrales en internet. Le diré a Vir, que vive por la zona, que esté al loro si vuelve a verlos.
¿Y cómo que qué tiene de malo maquillarse? Mira que se esfuerza el propio taxista en explicártelo y hacer pedagogía y tú erre que erre: que su taxi no es un salón de belleza... :-).
Hablamos. Un beso.

Anónimo dijo...

Hola Carlos.
Como taxista de Madrid he de decirte que me parece lógico que en un habitáculo tan pequeño como es un vehículo se desarrollen todo tipo de experiencias anecdóticas de diversa índole.
Vosotros lo veis como usuarios y nosotros a través del retrovisor.
Taxistas los hay de lo más variopinto, te lo aseguro.Lo que si tengo claro de esta profesión, es que, en una inmensa mayoría, se compone de grandes y esforzados profesionales.Por cierto, ¿sabías que uno de los primeros gremios en organizarse como Sindicato dependiente de las C.O.N.S. fue el de taxistas de Madrid?. Retomando estos días la lectura de la magnífica obra de Arnaud Imatz "José Antonio, entre odio y amor" me llamó la atención este hecho, y la verdad me sentí un poco orgulloso de ello. Como ves, taxistas los hay hasta "auténticos".
Un saludo muy cordial.
José Gabriel Rescalvo Casas
azulpepo@rescalvo.jazztel.es

Carlos J. Galán dijo...

Sí, José Gabriel, seguro que si los taxistas escribieran las historias que viven con los viajeros entonces no sería un libro, sería una enciclopedia. El surrealismo puede viajar en el asiento de delante como fue el caso... o en el de detrás en otras muchas ocasiones, qué duda cabe.
Que la mayoría de los taxistas serán personas correctas y esforzados profesionales, seguro. Eso sí, ya sabes que os toca cargar con una cruz corporativa de mala fama, y lo mejor es llevarlo con humor. Si te consuela el mal de muchos, no te cuento la imagen que tiene la gente sobre mi gremio. No sé si hay chistes de taxistas, pero de abogados se puede empezar y no parar.
Me gusta el guiño "auténtico". En efecto, muy bueno el libro de Imatz que ya comenté aquí y buen tipo el autor. A ver si en alguna ocasión el taxi que tomo es el tuyo...
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Sólo tienes que pararme...
En cualquier caso, mi correo es:

azulpepo@rescalvo.jazztel.es

Un saludo.
José Gabriel.

Anónimo dijo...

Estas cosas te pasan por no hacer caso a la gente....

En la historia del taxista rarito te falta añadir algo de extrema importancia: El spray que "los malvados" te metían por la ventanilla tenía el mismo olor que el perfume que tú llevaras..........así nadie lo podía notar.....era un spray inteligente, que tú llevabas en ese momento Chanel, pues el spray olía a Chanel, que llevabas colonia Nenuco, pues olía a Nenuco.................¡estaba todo pensado!

Anónimo dijo...

Es verdad!!!! Jajajajajaja, se me había olvidado el detalle del olor de la colonia. La historia era paranoica a tope.

Carlos J. Galán dijo...

A los atrapadores les localizamos luego... http://www.lanotadiscordante.com/2008/05/localizados-los-atrapadores.html