Restos del naufragio

"Y la ternura, leve como el agua y la harina.Y la palabra apenas comenzada en los labios.
Ése fue mi destino y en él viajó mi anhelo, y en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio! "
-Pablo Neruda-

Sabía que tenía que haberse dado media vuelta en lugar de embarcarse. Que era muy probable ese desenlace. Se lo repitió en voz alta muchas veces, pero no logró tener poder de persuasión consigo mismo. Sólo podía pensar en el momento… Y quién podía resistirse a mirar la luna llena desde la pequeña barca.

Ahora, nadaba casi sin ganas, pero finalmente alcanzó la orilla.

Solo, tumbado, cansado, sin levantar apenas la cabeza, dirigió una mirada rápida a su alrededor. Hizo mentalmente recuento. Las pérdidas eran importantes.

Esa sonrisa que le hacía más felices los días. La telepatía que al principio les sorprendía y luego tantas veces les hizo reír. Dos páginas en internet siempre abiertas en paralelo, los juegos y los comentarios cruzados. Los guiños que sólo ellos entendían, a cualquier hora del día o de la noche. La mirada perdida. La ilusión casi adolescente. Esperar un mensaje ansiosamente. Dos cafés con hielo. Las conversaciones prolongadas. Ponerse al día: tantos años sin conocerse y parecía que las piezas encajaban como si cada uno hubiera estado siempre ahí, en la vida del otro. La forma tan particular de correr el tiempo, que nunca era normal cuando estaban juntos. Aquellas palabras escuchadas de ella, aquellas palabras pronunciadas por él. El deseo imperioso de abrazarla. Recorrerla y amarla lentamente como ya no ocurriría. Esos viajes que nunca harían juntos, esos rincones que no serían ya comunes. La fuerza que le daba saber que ella estaba cerca para afrontar, alegre, la vida con más ganas… No quiso seguir haciendo inventario. Definitivamente, las pérdidas eran importantes. Para ambos.

Pensó también en lo que se había salvado del naufragio, en lo que quedaba. Sólo tendría que encontrar tiempo y ánimo para ponerlo en orden.

Ahora, debía sacar fuerzas para volver a empezar. Y para reinventar su vida, porque no quería sencillamente regresar sin más a algo que ya sentía, irremediablemente, como pasado.

Se sorprendió a sí mismo riendo, al recordar alguna ocurrencia de ella. Luego notó que el corazón le dolía y no se contuvo. Por una sola vez, no para instalarse en la tristeza, sino para soltar lo que llevaba dentro y pasar página a continuación. Porque los hombres sí lloran y, si no, peor para ellos.

Ese dolor que ahora le punzaba le recordaba que estaba vivo. Que durante apenas unos meses había vuelto a sentirse feliz y apasionadamente vivo. Tenía que darse más oportunidades -a sí mismo y a los demás- para que esto no fuera excepcional.

Se acordaba siempre de la frase. La decían en un capítulo de Ally McBeal: si miras hacia atrás y hay un tiempo en el que no has reído y no has llorado, es que ese tiempo no ha merecido la pena.

(Fotografía: Patera en la playa, de Chodaboy, de la galería de imágenes Creative Commons de Flickr).

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Qué bonito!!,solo por esto ya merece la pena el dolor y el amor.

TortugaBoba dijo...

Vaya, qué coincidencia, antes de leerte yo "he llorado" en mi blog.
Precioso relato.

Anónimo dijo...

Ferenczi, qué jodío, con lo duro que estás ya no sé cuando lo dices en serio y cuando ironizas... Yo prefiero escribir de cosas divertidas, la verdad...
No sabes qué bien me vino la charlita del viernes, fue un revulsivo.

Tortugaboba, tu último post agrupa el fondo de los dos últimos míos: la crónica de un concierto y el relato de un sentimiento.

Anónimo dijo...

fue en serio, lo emocional encauzado hacia lo creativo suele ser bello por verdadero, hacia el regodeo feo por manipulador.
Lamento trasmitir dureza pues no lo pretendo y si claridad si nos es posible. Un abrazo

Anónimo dijo...

Que precioso relato, Carlos, además de escribir bien se nota que has puesto corazón.

Anónimo dijo...

Gracias j.p. por el comentario, me alegro de que te haya gustado este pequeño relato.