Estuvimos allí

“Ya estás aquí de pie;
con esa forma tuya de enseñarnos,
dos pasos adelante y uno atrás
si es necesario.
Se trata de luchar
teniendo como alma la verdad.
Ya estás aquí de pie
para brindar tu ejemplo al compañero
que dijo alguna vez: no puedo más
y aquí me quedo.
Será fundamental
que todos defendamos la unidad.
Ya estás aquí de pie
semilla de una mañana victorioso,
cimiento de una patria elemental
donde hablen todos.
Se trata de arrancar,
nunca se regaló la libertad.”

-De Marcelino, canción de Víctor Manuel, 1976-


Estos últimos meses me han tenido absorbido por mil asuntos profesionales y personales y me han impedido encontrar tiempo para escribir en el blog, por lo que se me han escapado cuestiones de actualidad sobre las que hubiera merecido la pena reflexionar.

Pero, aunque quede ya un poco atrás la fecha de su fallecimiento, no pueden faltar en esta modesta Nota discordante al menos unas líneas de recuerdo y homenaje para alguien como Marcelino Camacho.

En la época del llamado sindicalismo vertical del franquismo, militantes del Partido Comunista en la clandestinidad, cristianos progresistas, falangistas auténticos y disidentes, socialistas de Tierno Galván… acabaron coincidiendo en la promoción de las Comisiones Obreras en distintos sectores. Consiguieron ser elegidos por sus compañeros como enlaces sindicales en la Organización Sindical oficialista, que monopolizaba entonces la representación de trabajadores y empresarios, pero desarrollaron paralelamente una acción y una estructura que, en la defensa de los trabajadores, desbordaba los enconsertados márgenes de la dictadura.

Aquellas CC.OO., que crecieron y fueron finalmente capitalizadas casi en exclusiva por el PCE, se legalizaron como sindicato en 1976, ya en la transición democrática. Antes, Marcelino Camacho, su líder, había sido encarcelado en varias ocasiones, una de ellas tras el célebre Proceso 1001. La frase que pronunció en una de sus salidas de prisión –“ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar”- acabó siendo un leitmotiv de su trayectoria de lucha.

A mí siempre me han impresionado estas personas cuya capacidad de sacrificio por aquello en lo que creen les ha llevado a perder lo más importante –su libertad, el limitado tiempo que a cada cual nos ha sido dado-.  Camacho pasó en total, intermitentemente, casi catorce años de su vida –piénselo bien,  nada menos que catorce largos años irrecuperables- entre rejas por defender lo que pensaba.

Y, sin embargo, hablaba de ello sin asomo de odio o de rencor, con generosidad y grandeza. Su discurso en el Congreso defendiendo, como diputado del PCE, la Ley de Amnistía, deberían leerlo todos los españoles, incluidos muchos de los que se dicen hoy sus correligionarios.

Una persona a la que conozco, Anna Papchenko, fue la autora de un interesante documental sobre el franquismo que se emitió en prime time por la televisión pública rusa, con gran aceptación y éxito de audiencia. Durante el proceso de su elaboración, entre varios amigos le sugerimos o proporcionamos contactos de posibles figuras con las que hablar. El novio de Anna, Miguel Ángel, me recordaba hace poco cómo fue la entrevista con Marcelino.

Tras haber sido diputado en el Congreso y, durante una década, dirigente del principal sindicato del país, todavía vivía humildemente en su piso de Carabanchel, donde residió prácticamente toda su vida, hasta que, por no tener ascensor el inmueble, CC.OO. le proporcionó ya en los últimos años una casa alquilada en Majadahonda.

En el pisito de Carabanchel les recibió Marcelino con su jersey rojo, tejido como era costumbre por su inseparable compañera, Josefina Samper, siempre pendiente de él y siempre entrañable y afectuosa con los visitantes.

Me cuenta Miguel Ángel que, aunque Marcelino ya estaba en la fase inicial de su alzheimer y a veces repetía episodios u olvidaba detalles, sin embargo les pudo contar una parte de su apasionante historia, estrechamente vinculada a la lucha sindicalista en España.

Josefina se sinceraba con Miguel Ángel y se emocionaba a ratos al ver así a Marcelino. Y él también se expresaba con tremendo cariño al hablar de su compañera.

El veterano sindicalista les mostró multitud de fotografías históricas y recuerdos y también algunos premios, como la Medalla al Mérito Constitucional (1988) o la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo (1995).

Les explicó, una vez más, didácticamente, su visión del sindicalismo, su tesis de la asignación de la plusvalía a los trabajadores, su defensa de la igualdad y la justicia...

Y no faltaron significativas anécdotas, como cuando, en una visita a la URSS, querían llevarle a ver fábricas para hablar con los obreros y pusieron a su disposición un ostentoso vehículo oficial y Marcelino se negó a subirse, hasta que no le proporcionaron un modesto turismo. Josefina asentía y se reía, “qué cabezón se puso hasta que no le trajeron otro coche”.

Recordaron los largos años de Marcelino en la cárcel de Carabanchel, a Josefina haciéndole llegar a veces fruta y comida, dando esquinazo a los dos policías de paisano que estaban bajo su casa... Decía que jamás estuvo por delitos de sangre ni nada parecido, sólo por motivos políticos, relacionados con su lucha sindical.

Sin coincidir con la ideología comunista de Marcelino Camacho, Miguel Ángel reconocía haber salido impresionado por su calidad humana, por su nobleza, por la entrega sincera y coherente a sus ideales. Me dijo que se despidieron todos de Marcelino y de Josefina en el descansillo, no con corteses saludos, sino con abrazos y besos “de los de corazón y de verdad”. Y me aseguraba: “salimos de allí los tres, el cámara, Anna y yo, con una sensación grata y positiva y, a la vez, con una mezcla de admiración y pena que nunca olvidaremos, estoy muy seguro de ello”.

Mientras tomábamos una cerveza, Carlos V. y yo estábamos comparando la altura moral de Marcelino Camacho con la mezquindad de algunos pseudosindicalistas actuales y salió la referencia a esta entrevista y aquellas impresiones que habíamos conocido tan de primera mano. Y los dos nos propusimos esa noche que, al margen de coincidencias o discrepancias ideológicas, el día en que muriera Marcelino iríamos juntos a su entierro.

Su muerte nos sorprendió a los dos fuera de Madrid por motivos profesionales y fue imposible cumplir nuestra promesa. Pero estoy seguro de que Carlos y yo estuvimos allí de corazón aquella lluviosa mañana en que se dijo adiós a un luchador ejemplar, a un hombre íntegro.

(Ilustración: retrato de Marcelino Camacho, obra de la pintora abulense Teresa Beltrán).

8 comentarios:

Fernando Solera dijo...

Tras leer tu sentido homenaje a Marcelino Camacho, no puedo evitar citar lo que acabo de ver en VEO7. Un sindicalista de USO estaba explicando la mafia que conforman los dos sindicatos mayoritarios de nuestro país. Como diría un castizo, para mear y no echar gota. Nada que ver con sindicalistas de la integridad de Marcelino Camacho.

Por cierto, Carlos, celebro que estés de vuelta, que te haces más de rogar que la primera novia, hijo mío ;-)

Melba Reyes A. dijo...


Es una pena saber de la muerte de alguien tan íntegro y ejemplar. Sin embargo, qué reconfortante saber que se les recuerda, como en tu caso, lo que me hace pensar y esperar que aún queden o surjan algunos Marcelinos Camachos.

Saludos nicas.

ESPERANZA dijo...

Coincido contigo en la integridad de Marcelino Camacho, se echan de menos espíritus límpios y almas nobles como la suya en nuestro panorama sindical.

Un abrazo,

Anónimo dijo...

Pues para que veas Carlos, que lo importante no son las ideologías, sino las personas.

Lo que queda en la vida, en tu recuento, es la autenticidad, tú forma de sentir y expresar, por encima de todo y respetando todo.

A mí como me llega más la parte emocional, pues es con esto con lo que me quedo.

Y ni que decir tiene la importancia de un abrazo..., qué mejor nos iría si lo practicáramos más.

Bienvenido de nuevo.

Finisterre dijo...

Yo también me enteré de la muerte de Camacho lejos de Madrid. Y lo supe porque, entre medias de la locura de trabajo que me colapsaba la vida durante esos días, tuve un minuto para leer las noticias en un diario.com.

Era tarde, muy tarde, pero aún compartía trabajo con un par de compañeras.

Leí, volví a leer, me froté los ojos agotados y me di cuenta de que lo que leía era lo escrito -y lo que había pasado-; se había muerto Marcelino Camacho.

Solté para mí: "No me jodas, se ha muerto Marcelino Camacho".

...silencio...

"¿Pero vosotras sabéis quién es Marcelino Camacho?"

Dos compañeras y amigas, mucho más jóvenes que yo, casi contestaron al tiempo: "el del fútbol...".

No me lo podía creer; o sí.

No pude estar en su entierro pero brindé por él y también le dediqué esa jornada de interminable trabajo.

Pero no sólo a Marcelino; a todos los trabajadores y a todas las trabajadoras -como mis jóvenes compañeras- que día a día se levantan, sufren y luchan por un mundo menos injusto, por una sociedad más digna y porque, pase lo que pase, la integridad y la honestidad sigan siendo estandartes en nuestra vida.

Marcelino, va por ti.

Carlos J. Galán dijo...

Desde luego la comparación de personas de la talla de Marcelino Camacho y Nicolás Redondo con sus sucesores es desoladora, Fernando.

Ojalá que hubiera dirigentes íntegros y honrados como él, Melba.

Cierto, Esperanza. Incluso en otros panoramas que no son el sindical.

Las dos cosas, Anónimo/a, en determinados ámbitos yo creo que son importantes las ideas y también las personas que las defienden.

Lo firmo, Finisterre.

anabel dijo...

El dia que murio Marcelino no me extraño su marcha ,era su hora....pero muchos dias ..estuve reflexionando sobre la perdida de una persona autentica,coherente,luchadora incansable...sencillo y humilde.
Inseparable josefina,a su lado ...pero ... en la sombra..sonriente....cariñosa........
Siempre ,siempre juntos.....
Pobre Marcelino.luchador incansable ,traicionado por "los suyos",,mejor dicho,por quienes tenian que aprender,y mantener una filosofia de justicia,integridad,honradez,dignidad, .....el ,sin cansarse ,rico en dignidad,defensor incansable de los debiles,......
Le gustaba desayunar miel (no digo la marca),nunca quiso enriquecerse ,ni dormir en hoteles mientras una casa de un compañero le recibiese.Acudio , donde le reclamaban,y te transmitia tanta fortaleza,sencillez y cariño....que resaltaba aun mas su grandeza ,y siento que en estos momentos no tengamos ...un MARCELINO Y UNA jOSEFINA.
Les conoci en el año 1991..en una entrevista -debate en radio(3 )
El estaba esperando su entrevista,pero en silencio ,estaba en el aire,y al oir que en el debate intentaban atacarme sin razon........salto ..indignado y entro en nuestro debate participando en lo que yo defendia ,y que despues de muchos años de lucha he conseguido no solo demostrar , tambien logros importantes para la salud laboral de los profesionales sanitarios europeos.
Despues de aquel dia mantuvimos una amistad y encuentros enriquecedores.
Nunca tuvo mansiones ...solo una casita para el verano ,de aquellas pequeñitas de ferroviarios.....
Su padre ,era ferroviario...
Me sentia muy a gusto hablando con estas dos personas.
Al margen de creencias,ideas,colores..existen personas que ..son muy parecidas,ya que el motor de su vida es el mismo :el amor
Ghandi,....Teresa de Calcuta...Marcelino Camacho....y no olvidemos ...su inseparable compañera.
Si he nombrado ,personas muy ,muy ,muy parecidas...conozco otras...pero no son famosas.
Yo no pude ir a su entierro.....estaba muy lejos .
Pero estoy segura de que muchos o algunos que pudieron y fueron ...no tenian que haber ido .

Carlos J. Galán dijo...

Muchísimas gracias, Anabel, por este testimonio tan interesa y tan de primera mano, que nos confirma esos valores de honradez y coherencia de Marcelino Camacho, admirables al margen de ideologías. Saludos.