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Sepúlveda

Como he hecho ya en varias ocasiones en los últimos años, las vacaciones de verano las empecé con un itinerario en piragua por el Parque Nacional de las Hoces del Duratón. Se trata de un recorrido por aguas mansas, en un paraje fascinante, donde el río discurre entre las escarpadas paredes de un cañón y rodeado de una de las mayores colonias de buitre leonado del continente europeo. Me sirve para divertirme, relajarme y, después de un mes de intenso trabajo, cambiar el chip al iniciar unos días de descanso. Pero esta escapada no la cuento otra vez, porque ya la detallé en una entrada publicada en el blog el verano pasado.

Lo que pasa es que ni mis acompañantes (los que cada año se apuntan) ni yo somos gente sana. Si acaso hubiéramos perdido casualmente alguna caloría con la piragua, la recuperamos a continuación con creces en la posterior comida, porque el riquísimo cordero asado es plato típico en la zona y una tentación demasiado fuerte.


Si el año pasado por la tarde me acerqué a conocer -con César, Teresa, Carlos y Miguel- la villa medieval de Pedraza, visita de la que también hice en su día reseña, este año volví a Sepúlveda, donde ya había estado varias veces, porque es la localidad familiar de mi buen amigo Javier Onrubia, autor de varios libros de contenido histórico.

En esta ocasión a las piraguas nos apuntamos Noelia, Ricardo, Marisol y yo. Directamente al cordero asado se añadieron -sin siquiera disimular remando un rato antes- Gonzalo, Alfonso y Miriam. O sea, una excursión de primos con sus parejas. El plato estrella de esta población, en horno de leña y acompañado sencillamente de ensalada y vino, lo disfrutamos en El Figón Zute el Mayor-Tinín, toda una institución.

Sepúlveda fue repoblada por el Conde castellano Fernán González el año 940, en plenas contiendas religiosas en la península, aunque se consolida su repoblación en 1076, cuando el rey Alfonso VI le otorga su fuero.


El conjunto urbano de Sepúlveda, con numerosas casas blasonadas, fue declarado monumento nacional en 1951, por su valor histórico-artístico.

La estampa más característica de la plaza mayor de Sepúlveda es el torreón del castillo de Fernán González, casi milenario, culminado por una espadaña neoclásica, con campanas y con una cruz con veleta. Pero, adosado a ese cubo central de los restos del castillo, se alza un edificio blasonado del siglo XVIII, con balconada y un reloj en la fachada.


Entre las construcciones religiosas destaca la iglesia del Salvador, románica, del siglo XI, con una torre separada del templo y comunicada por un pasadizo.
El Santuario de la Virgen de la Peña, patrona de la localidad, se alza sobre una de las hoces del río Duratón. Es un templo románico del siglo XII con planta idéntica a la del Salvador, pero con un pórtico posterior, del siglo XVI.

En el casco urbano también encontramos otras interesantes muestras del románico, como la iglesia de los Santos Justo y Pastor, la de San Bartolomé y la de Santiago.

Se conservan algunos tramos de la muralla de Sepúlveda y varios arcos de acceso.

También esta villa segoviana cuenta con palacios nobiliarios, como el del Conde de Sepúlveda, la Casa de las Conchas o el Palacio del Moro.

Pero, sobre todo, lo que prima es la belleza del conjunto, porque, más allá de edificios o monumentos concretos de indudable interés, el visitante puede caminar por esta localidad encontrándose a cada paso callejas y rincones repletos de encanto.


(Fotografía del Duratón: J. Ricardo Sánchez. Fotografías de Sepúlveda del autor, de una visita anterior en 2004).

Piragua en las Hoces del Duratón

Otra sugerencia de escapada muy atractiva: el Parque Natural de las Hoces del Duratón, situado en la zona Oeste de Segovia, a poco más de una hora desde Madrid.

En las inmediaciones de Sepúlveda y Sebulcor, el curso del río Duratón horadó un área de roca caliza, dando origen a esta brecha serpenteante a lo largo de unos 27 kilómetros. En algunas zonas, las escarpadas paredes superan los cien metros de altura, formando un paisaje de singular belleza.

Entre la variada fauna que habita el parque natural, destacan las aves (alimoches, águilas reales, halcón peregrino, cernícalo, etc.) y, muy especialmente, el buitre leonado, que tiene aquí una de sus mayores colonias.

En las hoces hay una prolongada tradición de asentamientos eremíticos. Entre ellos, sobresale el caso de tres hermanos, que llegarían a ser santos: Frutos, Engracia y Valentín, ricos herederos en el siglo VII de la fortuna familiar, que decidieron entregarla a los pobres y marcharon como ermitaños a las orillas del río Duratón, dedicándose por separado a una vida de soledad, oración y penitencia. A San Frutos le atribuye la tradición varios hechos milagrosos durante la invasión musulmana. La ermita que hoy se conserva bajo su advocación agrupa un primitivo cenobio benedictino, al que se añade a partir de 1093 la iglesia en sí, con los ábsides laterales, y que es una de las construcciones románicas más antiguas.

El convento o monasterio franciscano de Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz se alzaba en lo alto de una de las curvas del cañón. La Reina Isabel la Católica contribuyó a su reedificación y consta que Felipe II también lo visitó y dio limosna. Hoy se conservan sus ruinas, con algunos muros en pie.

Hay una parte del cañón en la que está permitida la navegación con piragua. Varias empresas, como Hoces del Duratón S.L. o Naturaltur, ofrecen el servicio de rutas, facilitando equipamiento y monitor. Son aguas mansas y no hay que tener ningún conocimiento especial para atreverse con esta actividad: baste decir que hasta yo he navegado varias veces en piragua de dos plazas o en kayak individual por el Duratón; no hay prueba más concluyente de que está al alcance de cualquiera :-).


En el recorrido en estas embarcaciones se tiene la oportunidad de discurrir por el río, en medio de las hoces, contemplar desde abajo la ermita de San Frutos y los restos del Monasterio de la Hoz y ver muy de cerca los buitres, que anidan en las paredes y que continuamente sobrevuelan el río. Una experiencia espectacular y recomendable.

(Fotografías del autor, excepto la vista panorámica de las hoces, imagen de la web de la Junta de Castilla y León).