Me notifican una sentencia y el juez que la dicta accede a
lo que, según él, yo he peticionado. Hasta ese momento estaba convencido de no
haber peticionado nada, sino de haberlo pedido.
En otra ocasión, en un juicio laboral, se discutía si el
trabajador había ficcionado una dolencia. A mí, la verdad, me pareció que la
había fingido.
Al leer determinadas actas, uno siente deseos de recordarle
a su redactor que una transacción se alcanza cuando ambas partes transigen, no
cuando transaccionan.
Cómo se echa de menos, también en los juzgados, a Lázaro
Carreter y su Dardo en la palabra. La tendencia a inventar nuevos verbos, a
partir de sustantivos que ya están relacionados con un verbo preexistente,
parece imparable. No sólo en nuestro ámbito, sino en otros muchos: los
bancarios, por ejemplo, en vez de abrir cuentas las aperturan y en lugar de
cubrir riesgos los coberturan.
Algunas de estas creativas formas verbales (peticionar o
transaccionar) han acabado siendo aceptadas por la Real Academia Española aunque
por fortuna otras muchas (recepcionar, ficcionar, coberturar, aperturar…)
siguen sin estar por ahora en el diccionario.
Se aduce a menudo, en pro de su reconocimiento, ciertas
diferencias de connotación. Por ejemplo, recepcionar implicaría, frente a
recibir, aceptación y conformidad. Pero creo que esos matices se perciben
por el contexto y se deducen del predicado de la frase. Todos
entendemos sin dificultad que hay connotaciones muy distintas entre recibir la
visita de alguien en tu casa y recibir un insulto, aunque el verbo sea
coincidente. La diferencia entre romperse un brazo y romper relaciones
diplomáticas se capta perfectamente sin necesidad de inventar un nuevo verbo (¿rupturar
relaciones diplomáticas? ¿roturarse un brazo?).
Me temo que, por este camino, en nuestro ámbito terminaremos
particionando herencias o -¿por qué no?- se juicionarán los casos. Pero en otros aspectos de la vida, se
podrán lecturar libros, operacionar enfermos u opcionar entre varias
posibilidades. El campo para estos innovadores de la lengua es inmenso.