Florencia (III)

Además de la Galería de los Uffizi, que es el museo florentino por excelencia, otro de los más atractivos centros de arte de la ciudad es la Galería de la Academia, con una exposición permanente de instrumentos musicales antiguos y una interesante muestra de pintura y escultura.

En el apartado pictórico, alberga una amplia colección de pintura religiosa, que va desde el siglo XII hasta el XIX, desde tablas medievales embellecidas con pan de oro hasta pinturas renacentistas, incluyendo también una curiosa colección de iconos rusos.

En cuanto a lo más destacable en esculturas, en la Sala del Coloso encontramos El Rapto de las Sabinas, de Juan de Bolonia, una obra de grandes dimensiones que representa tres figuras entrelazadas en espiral, como formando una sola. No tiene, por tanto, un frontal y una parte trasera, sino que instintivamente obliga al espectador a girar alrededor de ella para poder apreciarla.


También están en este museo los cuatro Esclavos de Miguel Ángel, interesantes esculturas que finalmente no se utilizaron en el mausoleo romano del papa Julio II al que iban destinadas, y que fueron donadas por su autor a Cosme de Médicis. La técnica del inacabado que aplica el autor transmite la sensación del esfuerzo de las figuras humanas por liberarse de la materia.

Pero la estrella absoluta de la Galería de la Academia es, qué duda cabe, el David de Miguel Ángel...

Qué puede decirse. Impresionante. Yo no soy (no sé si después del viaje a Florencia debería decir no era) muy aficionado a la escultura, me inclinaba más por la pintura. Y uno llega allí, además, con la sensación de que ya no va a sorprenderle esta obra, después de haberla visto centenares de veces en fotografías y tras haber contemplado su réplica en la Plaza de la Signoria… Pero es inevitable quedarse cautivado ante una de las esculturas más conocidas y admiradas de la historia. Cómo no fijar la atención en la expresividad de los ojos o en la fortaleza y tensión de las manos, incluso con el detalle de las venas…


La Ópera del Duomo quería una representación de David –el pastor de rebaño que sería luego proclamado Rey de Israel-, inicialmente para ubicarla en la catedral. El bloque de mármol de Carrara que ofrecía era muy estrecho y llevaba abandonado a la intemperie en el patio de obras del Duomo más de cuatro décadas. Otros escultores declinaron el encargo precisamente por esa circunstancia. Miguel Ángel Buonarotti, con 26 años y un talento ya excepcional, aceptó el reto que se le planteó y, de aquel mármol rechazado por otros, consiguió obtener una de las obras maestras más reconocidas de todos los tiempos.

Pero, además, como me explicaba más tarde Renatta, una amiga a la que conocí en Florencia, otros artistas modelaban primero bocetos en barro del mismo tamaño que tendría la obra definitiva y luego ellos o sus discípulos trasladaban la figura al material definitivo, trabajando además por todos los lados para evitar errores de cálculo o perspectiva. No así Miguel Ángel, que al parecer sólo utilizó un pequeño boceto y que empleó una técnica sustractiva hasta obtener, de aquel estrecho y dificultoso bloque, la obra pretendida.

El David, de más de cuatro metros de altura, no fue finalmente colocado en el Duomo, sino en la entrada del Palacio de la Signoria en 1504 y, en el período republicano, se convirtió en el símbolo de la ciudad y de sus libertades.

La escultura sufrió una rotura durante una revuelta popular –resultó golpeada con un mueble lanzado desde una ventana-, así que, después de ser reparado en época de Cosme I –aún se aprecian las marcas- las autoridades decidieron su traslado a un emplazamiento interior y fue cuando se colocó la actual réplica en la plaza. Téngase en cuenta que en 1873 no existían, claro está, los modernos camiones y grúas, así que, para llevarlo al lucernario en el que se exhibe, se construyó expresamente una vía con raíles y se transportó cuidadosamente en una vagoneta.

Frente a la tradicional iconografía del David muchacho, Miguel Ángel lo concibe como un hombre fuerte. Y si lo habitual era representarlo después de la victoria sobre Goliat, incluso con la cabeza del gigantón filisteo cortada, aquí parece que está en los momentos previos. David se nos muestra con una pierna adelantada, con la honda preparada sobre el hombro y mirando a lo lejos para divisar y recibir a su adversario. La cabeza y las manos están sobredimensionadas respecto al cuerpo, quizá teniendo en cuenta que la figura se iba a contemplar desde abajo y de esa forma el escultor consigue reforzar la sensación de vigor y de tensión.


(Ilustraciones: Cristo de la Piedad, de Andrea del Sarto; El Rapto de las Sabinas, de Gianbologna; Esclavo despertando, de Miguel Ángel; y David, de Miguel Ángel, vista general y detalle de la cara y de la mano derecha).

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola! Carlos, como te dije en Florencia (I), el "David" puede emocionar a cualquier. Yo cuando le ví dije: Madre mía! sólo falta que corran sangre por sus venas.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Pues sí, Anónima, la que describes es la sensación que casi todo el mundo tiene al verlo.
Y es curioso, como digo, que aunque hayas visto ya la réplica que hay en la Pza. Signoria, el original te sorprende. Además, está en un emplazamiento en el que se puede contemplar muy bien y sin agobios. La escultura, tiene multitud de detalles que llaman la atención, pero por ejemplo los dos que he resaltado y reproducido -la mirada y las manos- son impresionantes. Un abrazo.

Francisco Acedo dijo...

Cuántos recuerdos, Carlos, cuántos recuerdos viendo mi adorada Florencia, una de las ciudades que más me han marcado y en la que han pasado algunos de los mejores momentos de mi vida. Espero ir en los próximos meses...
Sobre los Premios Max te diré que ya han salido los finalistas. Yo no he pasado, pero el estar entre los nominados ya ha sido un orgullo. Ahora me toca votar, que es cosa más difícil. Se celebran en marzo (el día no lo recuerdo) y este año es en las Palmas. Un abrazo fuerte.

Anónimo dijo...

Acabo de apuntar en mi libreta de asuntos pendientes: "visitar Florencia".
un gran reportaje, carlos.

Mª Rosa Rodríguez Palomar dijo...

Estupendas entradas que, después de leídas, no sé si echar a correr a comprar un billete para Florencia, o cerrar los ojos y descubrir que "conozco" ya mucho de esa ciudad, tan sólo por la descripción que haces.

Un beso, Carlos.

gemmacan dijo...

Tema pendiente en mi vida: Viaje a Florencia (entre otros).
Espero el momento idóneo para ir, segura completamente de caer en las redes del síndrome de Stendhal.

Anónimo dijo...

No sé que entrada me gusta más si Florencia I, Florencia II, Florencia III, o la que tengo en mi mente. Gracias por acercarnos a que conozcamos esta preciosa ciudad. Aún no se donde me voy a ir de vacaciones, pero esta me la apunto para cuando tenga las cosas más claras.
Un besito.

Anónimo dijo...

Pues de nuevo enhorabuena por la nominación, Francis. Y sabía yo que Florencia te traería buenos recuerdos, aunque mi crónica sea un primer acercamiento elemental y tú seas todo un experto. Un abrazo.

Te gustará, Niu. Todavía quedan un par de entregas de mis andanzas por la ciudad. Hsata el momento nunca había escrito más de un post sobre una sola, pero ésta daba para mucho, era extenso lo que tenía que contar.

Me alegro, Shikilla, que te haya gustado el reportajillo. Si tienes oportunidad, no dudes en ir a conocerla. Un beso.

Bienvenida, Inga. Del síndrome de Stendhal haré mención en la quinta y última entrada de la serie. Ya recomendaba yo en el primer post, ir con calma, para no saturarse, pero Stendhal no me hizo ningún caso el muy imprudente y mira...

Ya tienes unas cuantas apuntadas y vas con retraso, Sil... Pero ya sabes que a veces no importa el destino, sino el viaje. Así que, hagas lo que hagas en estas minivacaciones que vas a tener ahora, y vayas donde vayas, tómate unos días que de verdad sean para ti y no para estar como siempre al servicio de los demás, que hagas algo que te apetezca y te haga disfrutar y que te consigas evadir y recargar las pilas. Besos.

Anónimo dijo...

Hoooola, de verdad que hiciste que me transportara a Florencia y llenarme de nostalgia. Cuanto quisiera regresar pronto y con mas tiempo para disfrutarla.Es increible como una ciudad se te queda impregnada en el alma. Gracias por hacerme revivir los momentos en que estuve en un sueño.
Te quedó exelente el reportaje felicitaciones.
Besos.

Carlos J. Galán dijo...

¡Renatta! ¿Qué tal? Bienvenida, guapa. Verás que más o menos me aprendí tu clase particular sobre el David de Miguel Ángel... y que la cito en el post. Me alegro de haberte hecho revivir buenos recuerdos de la ciudad. Besos.