Algunos días me gusta ser abogado...

Definitivamente, mi despiste no tiene remedio. Hace algunos días, de camino a los Juzgados de lo Social de Madrid, al cambiar el semáforo en la calle Hernani y cruzar el paso de cebra, por mirar para otro lado casi me topé con una mujer que venía de frente. Al alzar la vista, de pronto me encontré con una cara que me resultaba muy familiar y que me miraba seria pero sin decir nada. Dos tipos trajeados, a ambos lados, también me observaron fijamente… Al cabo de unos segundos, caí: era la Vicepresidenta del Gobierno, con sus escoltas. Volví la mirada hacia atrás y lo confirmé viéndola caminar por la calle General Moscardó. Cuando llegué a la puerta del Juzgado, la gente estaba haciendo esos comentarios tan típicos de “¿la has visto?”, “pues no vale nada, ¿eh?”, y cosas así, me temo que sin referirse a su capacidad política que es lo que de verdad debería importarnos. Pero en realidad no es de esta anécdota de lo que iba a hablar, sino de algunas sensaciones a la salida del juicio al que acudía.

Cuando tengo juicio, salvo raras excepciones suelo estar de buen humor. ¿Será una patología propia de la deformación profesional? Porque no sé si los cirujanos se levantan contentos el día que tienen operaciones, o los directores de banco se despiertan más alegres cuando van a firmar una hipoteca, o los arquitectos el día que les toca visita para ejercer dirección de obra…

Hay aspectos de mi labor profesional que me resultan -por decirlo con el lenguaje político más avanzado- un auténtico coñazo. Y otros que me gustan mucho. Hay algunas habilidades profesionales en las que simplemente me defiendo (no voy a decir cuáles, tampoco es cuestión de dar pistas a posibles rivales) y otras labores que creo que se me dan particularmente bien. Pero si hay algo en lo que confluyen las dos cosas –algo que me gusta y algo que pienso que hago bien- son los juicios orales. Quizá el hecho de que me gusten tenga que ver precisamente con esa creencia de tener habilidad para los mismos, porque posiblemente esto hace que me sienta seguro.

Me gusta rastrear y encontrar argumentos jurídicos para defender la postura de quien me ha confiado sus intereses. Y disfruto luego exponiéndolos en juicio. Me gusta plantear estrategias procesales y ver como un juicio fácil efectivamente se concreta bien. Y me gusta mucho más aún el reto de comprobar cómo un asunto a priori complicado se puede acabar enfocando de manera que se haga un papel digno o se acrecienten las posibilidades de tener algún éxito.

Generalmente, nuestra profesión es muy ingrata. Si ganamos un juicio, el cliente percibe que ha ganado porque tenía razón él y no ve mérito en la actuación del abogado. Si lo perdemos, el cliente considera que lo ha perdido por culpa del abogado. O sea, que aunque yo lo disfrute personalmente, el cliente, por mucho que le expliques la situación, no siempre es verdaderamente consciente de la labor que has realizado.

Pero hay ocasiones, pocas, en que sientes que tu defendido puede sentir como cierto lo que aparece en la columna derecha del blog, la frase de Las Partidas de Alfonso X el Sabio: que tú has expuesto sus razones para que, por no saber expresarse, por nerviosismo a la hora de hablar ante un tribunal o, sobre todo, por no saber de leyes, no pierda el derecho que le pueda asistir.

Cuando estás dando forma y apoyatura jurídica a la postura de tu cliente y ves que éste se siente identificado, cuando percibe que tú estás expresando en forma legal lo que él piensa de una forma llana, que estás defendiendo profesionalmente sus intereses, sientes una especial satisfacción.

Ese día –el que me encontré a la Vice-, en el alegato final del juicio laboral que tenía, notaba al mirar de reojillo que mi cliente iba cambiando la cara, que incluso asentía él solo. El hombre lo había pasado mal durante meses y tenía, justificadamente, la sensación de ser víctima de una situación injusta. Y por fin se sentía reivindicado. Se identificaba visiblemente con lo que yo estaba exponiendo, porque tal vez era lo mismo que él pensaba pero que quizá no hubiese acertado a expresar de esa manera. Por primera vez en muchos meses, a la salida le vi crecido y sonriente.

Y en esos casos me alegro especialmente. Supongo que hay en ello una parte de vanidad, sin duda. Pero también tiene que ver con la satisfacción de poder sentir en algún momento que tu trabajo es útil para una persona que ha confiado en ti.

(Ilustración: Ante la justicia, de Blanca Helga de Miguel Rubio, procedente del banco de imágenes gratuitas del ISFTIC del Ministerio de Educación).

Ps.- Poco antes de publicar esta entrada, me llega por fax la sentencia del juicio y son buenas noticias -para nosotros, para la parte contraria no-. Parece que esa exposición de conclusiones que a mi defendido le gustó también convenció a la juez. No sólo desestima íntegramente la demanda interpuesta contra mi cliente, sino que hace algo inusual pero que yo le había pedido expresamente: impone una multa a la otra parte, por temeridad y mala fe.

13 comentarios:

TortugaBoba dijo...

Soy la prime (no la vice).
Te he oído y visto hablar sólo por utub y se te ve a gusto y con gran desenvoltura a la hora de exponer lo que quieres expresar. Hablas rápido y eso hace haya que estar pendiente de lo que dices, cosa curiosa. Si hablases más lento, ¿perderías audiencia?
En cualquier caso, deja una tarjeta de visita, tus móviles (ah no, que se te pilla antes por el blog) y demás. Que a mí me has captado como posible clienta.
Yo aún no sé qué se me da bien, sé lo que me gusta simplemente.
Beso ♣

Anónimo dijo...

Pues enhorabuena por ese juicio, Carlos, aunque lamento que te tuvieras que cruzar con la vicepresidenta. ¿Te encuentras bien?

TortugaBoba dijo...

Jajaj, Fernando, me ha hecho reír tu preocupación por Carlos :)
¡Beso!

maria gemma dijo...

Cuando una persona tiene que ir a un juicio y con la verdad por delante... el que su abogado lo exprese, tal y como el haría... si supiese... es gratificante (conexión cliente - abogado)... y si encima el juez le da la razón... mas gratificante (la justicia funciona)...

¿Como se siente un abogado cuando sabe que esta defendiendo a un culpable?... no veas malas intenciones en esta pregunta... ya se que todo el mundo tiene derecho a un abogado... y que uno es inocente hasta que se demuestre lo contrario…

Pero no hay constancia... o al menos no la conozco... de como se sienten los abogados en esta situación... como personas... ¿Cómo se lleva?... ¿Cómo se olvida?...

Pongo por caso… un violador… que queda libre por un defecto de forma… que el abogado ha demostrado… y tiempo después… tras haber cometido otra violación… es detenido y encerrado… porque se hizo bien el trabajo…

No veas mala intención… se que la justicia es complicada… y hay muchos factores que la alteran… pero quisiera saber como os afecta… como personas… ¿Podéis negaros a defender a un culpable?...


Un abrazo

Samantha Keyela dijo...

Pues a mí lo primero que se me ha ocurrido es eso del anuncio donde decían algo como "hay días que me encanta ser mujer". Y es hay días -bastantes - en que el ejercicio profesional me da dolor de ovarios, aunque lo mío no sea debido a la toga, que no suelo usar.

Bárbara dijo...

Así es que eres abogado... Cuánta razón en lo que dices, con los juicios pasa como con el fútbol, qué bien jugamos si gana nuestro equipo, qué mal jugaron si pierde.
Qué bien que en este caso, lo hicimos bien y ganamos. Enhorabuena, y cuidado con esos tropezones...

PEGASA dijo...

Y no quiere decir que no lo hagas igual en todos los casos, aunque pierdas o ganes. No creo que lo hagas con mas o menos interés en ninguno de tus casos, simplemente todo depende de las circunstancias que te llevan. Quién te iba a decir a ti que después de darte el susto con el posible choque con la Vice... te ibas a poner el mundo por montera y te lo ibas a comer a todos sin pan ni na' de na', a palo seco, vamos.
Pero si que es una verdad fehaciente que cuando se hace lo que a uno le gusta más se trabaja de otra forma, porque no se ve como un trabajo sino como aquello que nos hace sonrerir. Un beso y también enhorabuena por el premio que te ha dado Mª Gemma.

Anónimo dijo...

Uf, Tortu, se me da mejor hablar en juicios que en la tele. No sé cuál viste, pero en los Youtube creo que salgo casi tartamudeando y en uno en particular (en La 2 de TVE) me lo hicieron repetir dos veces porque me pasaba de minutaje para su reportaje, con lo cual al final corría mucho al hablar. En los juicios yo creo que hablo algo más pausado y utilizo ciertos recursos para llamar la atención del juez en cosas concretas que me interesa resaltar.

Jajajaja, Fernando, menos mal que no me llegué a chocar y que ella al final me esquivó.

María Gemma, lo que preguntas es lo que siempre nos pregunta todo el mundo a los abogados. Verás, yo no me lo planteo mucho en esos términos. Para empezar, llevo poco penal y casi siempre por compromiso. En la carrera me gustaba mucho el Derecho Penal(hasta saqué Matrícula de Honor, aunque si está Blanca por ahí leyéndome hará alguna coña al respecto, en relación con la profesora) pero en la práctica muy poquito. Y con el Civil y el Laboral me pasó lo contrario: en la carrera me gustaban más bien poco y en la práctica es lo que más me gusta ejercer. En Civil yo no tengo problema en defender a nadie. Creo que el derecho a defensa es sagrado, creo que las cosas no suelen ser blanco o negro y creo que mi misión es defender el punto de vista de mi cliente lo mejor que sepa y pueda. El que tenga que demostrar en el juicio lo contrario que yo, pues que espabile y que haga bien su tarea, que yo haré la mía y que el juez decida de forma imparcial. Yo como abogado no tengo que juzgar a mi cliente. Puedo estar defendiendo sin remordimiento alguno a un señor que debe un alquiler sin pensar pobrecito el casero que no cobra o, al contrario, defender al casero y pedir el desahucio sin pensar pobrecita familia que se va a quedar en la calle. Incluso en esto de la dialéctica pienso que el buen abogado es el que es capaz de defender una cosa y la contraria con la misma brillantez. Yo puedo intentar que la empresa despida a un trabajador que el empresario considera que no le interesa mantener e intentar hacerlo de la forma mejor para la empresa y con el menor coste posible, pero puedo también defender el caso contrario, al trabajador que cree que no es justo irse sin más y que quiere sacar la máxima indemnización posible a la empresa. Cada cliente suele estar convencido de que lo que busca es justo. Pero mi función social como abogado no consiste en cuestionarme si lo es o no; esa función la tiene atribuida el juez, que decidirá con esa perspectiva más independiente y objetiva. Mi misión consiste en plantearme cómo defender de la mejor manera posible la pretensión de mi cliente, que es quien me ha encomendado luchar por sus intereses, no por el interés general o por un sentido de justicia objetiva, en el que además no siempre es tan fácil determinar quién tiene razón o cuánta parte de razón tiene cada uno. Claro está, nunca me encuentro en situación de defender a un asesino, un violador, etc., que quizá sea más duro. Sólo una vez me ofrecieron representar a una persona acusada de abusos sexuales y no lo acepté, le envié a un penalista. Pero ya te digo que creo firmemente en el derecho de defensa y si alguien quiere que un violador o un asesino no quede en la calle, pues que no miren al abogado del mismo, que cumple su misión posibilitando así un proceso contradictorio y con las debidas garantías, sino que miren a la policía, al fiscal, a la acusación... que tienen que hacer bien su trabajo, recabar pruebas y presentarlas en juicio, porque la condena se tiene que fundamentar lógicamente en pruebas y no en sospechas o en convicciones puramente morales, que daría lugar a muchos errores judiciales e injusticias.

Samantha, lo de que esto sólo me pasa a días, ya es una confesión significativa. Porque lo contrario me pasa muchos días más, que termino hasta las napias de todo. Hay gente vocacional enamorada permanentemente de su trabajo. Yo sólo intento hacer bien mi oficio, pero tengo claro que yo no soy mi profesión, que mi profesión no es mi vida.

Pues sí, Bárbara, picapleitos, que le vamos a hacer, una profesión con malísima imagen social y centenares de chistes. Procuraré no ir tan distraido por la calle, pero no creo que lo consiga a estas alturas...

Toda la razón, Pegasa. Yo aplico siempre el oficio y procuro hacerlo lo mejor que sé y puedo. Unas veces las propias circunstancias objetivas del caso impiden que ganes -hay lo que hay y unas veces se gana y otras se pierde-. Otras veces hay sentencias que son muy cantosas, pero son los jueces quienes deciden... Yo creo que mi porcentaje de éxito es medio/alto, pero porque soy prudente y procuro no animar a clientes a meter pleitos kamikazes por el mero hecho de obtener ingresos. Generalmente, el cliente está advertido de sus posibilidades -dentro de que no siempre es absolutamente previsible- antes de embarcarse y si se embarca lo hace con conocimiento de causa.

maria gemma dijo...

Carlos gracias por contestarme... solo sentía curiosidad por como, os sentías como personas... ya que tenéis que ver y oír de todo...

Lo he entendido... tengo una amiga abogada... y la verdad hablamos de todo... menos de trabajo, son muchas horas dedicadas a ello, para que, cuando nos juntamos, hablemos de lo mismo... una vez al año se va una semana de retiro... en silencio... se dedica mas a lo penal... hace guardias de abogado de oficio...

Ya se que la justicia no es una maquina perfecta... influyen muchos agentes y según como haga cada uno su trabajo... se decanta a uno u otro lado... la balanza...

Difícil profesión la de abogado... que como tu dices cuando se gana... gana el cliente y cuando se pierde lo hace el abogado...

Un abrazo

Anónimo dijo...

El placer que proporciona lo bien hecho... sí, dan ganas de que ese momento -o lo que de él resulte- no termine. Me voy corriendo a youtube :-D
Besossssss.

Virginia dijo...

Me alegra saber que estás bien y que no descansas en tu ánimo de contar las pinceladas de tu vida que se te antojan curiosas.
Un beso
Vir

Anónimo dijo...

Gracias a ti, M. Gemma. Vaya chapa que te metí en el comentario anterior, pero es que la pregunta no es sencilla...

Es verdad, Ana: hay una satisfacción personal cuando sientes que has hecho bien tu trabajo, pero además es doble satisfacción si lo percibe así su destinatario (que no siempre ocurre). Mis tartamudeos ante la tele, aparte de en Youtube, los tenéis en el post sobre la primera votación por internet:

http://carlosjaviergalan.blogspot.com/2008/04/5-aniversario-de-la-primera-votacin-por.html

Vir, veo que ya has aprendido a hacer comentarios :-) Con la sobrecarga de curro de estos días se nos acumulan los cafés, los momentos y las conversaciones pendientes, mi niña. Te llamo a la vuelta del viaje. Un beso.

Y a todos, que me marcho a Estambul en un ratito. A la vuelta seguimos hablando y, cuando termine de contar los viajes que quedan del verano -Florencia y Pirineo de Huesca-, ya le tocará el turno a éste también... Un abrazo.

Anónimo dijo...

Saludos a tod@s y en especial a Carlos desde La calle de en medio.

http://www.lacoctelera.com/lacalledeenmedio