El Hoyo de Pinares bajo la ocupación francesa

Artículo publicado en el Programa de Fiestas patronales San Miguel 2008
de El Hoyo de Pinares (Ávila) y en Diario de Ávila, 25.09.08.

1808. Hace doscientos años, los soldados franceses entran en España -envuelta en una grave crisis-, supuestamente para utilizar nuestro país como base en su ofensiva contra Portugal. La llegada de los ejércitos del país vecino es fruto de un pacto del emperador francés, Napoleón, con Godoy, el valido del rey español Carlos IV.

Pero las tropas napoleónicas no están de paso. Enseguida comienzan a ocupar, sin encontrar resistencia inicial, las principales ciudades españolas. La Familia Real, temerosa ya de las intenciones francesas, se refugia en el Palacio de Aranjuez y comienza a planear su marcha a Sevilla, con el propósito de embarcar desde ese puerto hacia las provincias españolas de América.
En Aranjuez se produce un motín popular contra Godoy, apoyado por el entonces príncipe de Asturias y futuro rey Fernando VII. Carlos IV se ve obligado a desposeer de poderes a su valido y a abdicar a favor de su hijo.

Las tropas francesas del general Murat consideran nula esa abdicación. Napoleón llama a padre e hijo a Bayona y, con el pretexto de mediar en el enfrentamiento dinástico entre ambos, fuerza la devolución de la corona por parte de Fernando a Carlos y la abdicación de éste a favor del hermano del propio emperador galo, Joseph Bonaparte, que es designado así nuevo rey de España.

Con José I en el trono español se intenta institucionalizar el dominio imperial sobre nuestro país. Se otorga una especie de Constitución impuesta, el Estatuto de Bayona.

El descontento ciudadano crece y, el 2 de mayo de 1808, estalla la insurrección popular contra las tropas francesas y comienza una prolongada lucha contra el invasor. Napoleón, que había conseguido una fácil ocupación del país, se veía enfrentado ahora a una tenaz guerra de guerrillas, una resistencia popular organizada en Juntas, que recibiría el apoyo del ejército inglés. Tras varias derrotas y complicaciones, en 1813 se firma el Tratado de Valençay, por el que se devuelve el trono español a Fernando VII y se inicia la retirada francesa.

Al cumplirse el bicentenario del levantamiento del pueblo español contra el invasor, que supuso una toma de conciencia nacional, se han realizado numerosos actos conmemorativos en nuestro país. Pero, ¿qué pasó en esos años en El Hoyo de Pinares?

Sabemos, con seguridad, que nuestro pueblo estuvo bajo dominio territorial de los ejércitos franceses y que su administración se organizó conforme a la legalidad dictada por José I, aunque con incursiones de la guerrilla. Pero no se conservan en el archivo municipal los documentos de esa época.

Sin embargo, hay un texto desconocido que encontré recientemente y que viene a aportarnos interesantísimos datos. En el año 1920 la revista La Lectura publicó un magnífico artículo, La guerra de la independencia en un rincón de las sierras centrales, escrito por Constancio Bernaldo de Quirós. El autor se hace eco de otro documento, un diario manuscrito que reflejaba cómo fue en nuestro pueblo la vida cotidiana bajo la ocupación francesa y la guerra contra el invasor.

Pedro Tomás Bernaldo de Quirós, natural de Las Navas del Marqués, es destinado como secretario a nuestra localidad. Aquí, entre marzo de 1812 y enero de 1813, va plasmando en un diario los acontecimientos que vive. Ese manuscrito lo conservaba entonces su bisnieto, Luis Alonso Bernaldo de Quirós, quien luego fuera alcalde de El Hoyo de Pinares en los años 30. Lamentablemente, no tenemos constancia de que haya llegado a nuestros días esa fuente privilegiada, pero parte de su contenido podemos conocerlo por el artículo periodístico que lo reseña con amplitud.

En enero de 1809, las tropas francesas, al mando del Mariscal Lefêbvre, habían entrado en la ciudad de Ávila, protagonizando todo tipo de saqueos, tropelías y destrucción.

En diciembre de 1809 se produce un levantamiento popular en Arévalo, que las tropas francesas reprimen con dureza. También fueron especialmente dramáticos los sucesos de Arenas de San Pedro.

En Ávila se constituyó en 1811 una Junta ambulante, que encabezaba la resistencia guerrillera contra el invasor.

La guarnición militar francesa en lo que hoy es nuestra comarca se estableció en El Tiemblo, donde los soldados napoleónicos también habían protagonizado, como en casi todas partes, fusilamientos, incendios y ultrajes.

El secretario de El Hoyo de Pinares tuvo que trasladarse en abril de 1812 a San Bartolomé de Pinares para ser notificado de la nueva organización administrativa decretada por el rey José Bonaparte.

España quedó dividida en ochenta prefecturas (Ávila y Segovia formaban una sola). La subprefectura de Ávila se organizaba en agrupaciones de pueblos, llamadas municipalidades, que contaban con dos regidores, un corregidor y diez vocales. La municipalidad en que la quedó encuadrada nuestro pueblo estaba formada por El Barraco (1 vocal), Cebreros (2), El Hoyo de Pinares (1), Las Navas del Marqués (2), San Bartolomé de Pinares (3), San Juan de la Nava (1), El Tiemblo (1), El Herradón de Pinares y Santa Cruz de Pinares (1), Navalperal de Pinares, Pelayos y Valdemaqueda (1). Obsérvese que había localidades que años más tarde pasarían a integrarse en la provincia de Madrid. Los dos regidores y el corregidor serían de San Bartolomé de Pinares, que quedó como capital comarcal.

El secretario del consistorio hoyanco tuvo que acompañar también al intendente provincial y al comisario de las tropas francesas de Castilla, en la recomposición de caminos, en su caso el tramo de El Tiemblo al puente del Burguillo.

En casi todos los municipios, el principal problema para la población era el mismo: tenían que contribuir obligatoriamente al avituallamiento de las tropas francesas y, a veces, al sostenimiento de las partidas guerrilleras, por lo que las humildes familias de nuestros pueblos sufrían una doble tributación imposible de asumir.

Pedro Tomás Bernaldo de Quirós, como secretario, era el encargado de recaudar, y a veces transportar, las raciones exigidas a los habitantes de El Hoyo de Pinares por la guarnición militar francesa de El Tiemblo. En su diario, relata las penalidades de la requisa matinal, con frecuencia infructuosa. Pasaba por las casas y los vecinos no podían ofrecer todo lo que exigían los soldados, por lo que a veces transcurrían varios días sin entregar esa contribución y temiendo en cualquier momento una represalia militar.

En abril de 1812, los franceses advierten a los hoyancos de que si no se pagan todos los atrasos, que ascendían a 150 raciones de pan, 400 raciones de legumbres y 120 de cebada, castigarían con dureza a la localidad. El 19 de abril, doscientos soldados franceses –de los seiscientos que hay en El Tiemblo- cumplen su amenaza. Llegan a El Hoyo de Pinares y saquean las casas de las familias, llevándose todas sus provisiones. En su diario, Pedro Tomás refleja que pidió que le dejasen un pedazo de pan para la sopa de su hijo, de apenas un año, que estaba gravemente enfermo, pero los franceses rechazaron su ruego. El pequeño murió cinco días más tarde.

Pero si las tropas francesas sangraban la modesta economía de los vecinos de nuestros pueblos, la resistencia frente al invasor también les exigía luego su contribución. La Junta Ambulante de Ávila mantenía un ejército paralelo al oficial y, en sus incursiones, reclutaba de manera forzosa en los pueblos a varones solteros de 16 a 45 años y a algunos casados, e imponía repartos vecinales de dinero.

El 26 de abril, las tropas francesas sorprenden en San Bartolomé de Pinares a las partidas encabezadas por Diego de la Fuente, alias Puchas, y Antonio Soblechero. Mueren cuatro guerrilleros, muchos resultan heridos, quince caen prisioneros y los franceses se apoderan, además, de medio centenar de caballerías.

El 11 de mayo, los franceses sorprenden también a partidas guerrilleras en el interior de El Hoyo de Pinares, provocando su dispersión.

El 16 de mayo unos doscientos soldados franceses que ocupaban Prado Capón, en Cebreros, mantienen un prolongado tiroteo durante toda la mañana contra la partida guerrillera encabezada por Fernando Garrido, apostada en el cerro de la Cruz de Serores.

Pedro Tomás anota cuidadosamente en su diario los precios de los alimentos básicos y los terribles incrementos provocados por la guerra. Por ejemplo, la fanega de trigo va pasando de costar 300 reales el 21 de marzo hasta nada menos que 444 reales el 14 de abril de 1812. El autor del diario narra como la harina se llegaba a hacer de centeno o de algarrobas.

La guerra, con los tributos impuestos por el invasor y por la resistencia y con la carestía de los alimentos, produjo un año de terrible hambre en la zona. Se comían a veces hierbas cocidas con sebo para sobrevivir. El 8 de abril, yendo desde El Hoyo de Pinares a Cebreros, Pedro se encuentra junto al puente de La Pizarra a un hombre, el tío Paulito, al que conocía por descender de su pueblo, Las Navas, medio muerto de hambre, porque llevaba cuatro días sin probar bocado.

Pedro Tomás Bernaldo de Quirós viajará en mayo desde El Hoyo de Pinares a Lisboa, en mula, acuciado por la necesidad. Y comienza un relato de esas jornadas que queda incompleto porque seguramente las circunstancias del viaje no le permitieron escribir cuanto quiso. En su itinerario, va siguiendo el curso de los ríos –el Becedas desemboca en el Cofio, éste en el Alberche y éste a su vez es afluente del Tajo, que llega precisamente hasta Lisboa, donde desemboca en el Atlántico-. Camina a menudo por la noche, para evitar el encuentro con las tropas francesas. En Portugal adquiere tejidos para luego revenderlos en Cebreros y poder así obtener algunos fondos para el sustento familiar.

Cuando regresa a España, un mes después, los franceses han abandonado El Tiemblo. El rey José está en retirada hacia el Norte, acosado por las derrotas militares, y son tiempos más esperanzadores para los vecinos de El Hoyo.

Pero la pesadilla no había acabado aún. En agosto, tropas francesas hacen una incursión y saquean por completo Las Navas del Marqués. La población huye atemorizada, refugiándose en los pueblos cercanos y en el monte.

Poco después, una guarnición militar francesa se instala en Robledo de Chavela y vuelve a exigir a los vecinos de El Hoyo de Pinares doscientas raciones diarias de carne, pan, vino, vinagre y aceite, así como setenta de forraje de ganado. Nuevamente la población se ve en serias dificultades para recaudar esa aportación impuesta y está temerosa de la represalia, pero los ejércitos ingleses ocupan hasta El Espinar y los franceses abandonan Robledo.

En El Escorial las tropas aliadas españolas, inglesas y portuguesas proclaman a Fernando VII como rey coincidiendo con las fiestas de San Lorenzo. En la festividad de la Virgen de Valsordo en Cebreros, el 15 de agosto de 1812, se celebra también lo que los habitantes de nuestra comarca consideran el final del dominio francés en la zona.

Pero en noviembre, los ejércitos del mariscal Soult vuelven a tomar parte de la meseta central y la ocupación francesa retorna así a nuestros pueblos. El 3 de diciembre de 1812, mil cuatrocientos soldados franceses, de camino hacia Toledo, se estacionan dos días en El Hoyo de Pinares y requisan ganado a los vecinos. El 6 de ese mismo mes, pasa, esta vez sin detenerse, otro regimiento desde Las Navas con dirección a Cebreros.

Enseguida los galos volvieron a establecer su guarnición en El Tiemblo. A finales de año, llega la orden de que El Hoyo tiene que contribuir con tres fanegas de harina de trigo, doscientos cuartillos de vino, doscientas raciones de legumbres y doscientas libras de carne diariamente, más otro impuesto extraordinario para crear los almacenes militares de treinta fanegas de trigo, cientos sesenta y dos de cebada y cinco mil reales en efectivo. Ahí el autor del diario, Pedro Tomás, abandona su relato, desolado y desmoralizado por el curso de una trágica guerra que está castigando duramente a la población. Quedaban todavía algunos meses hasta que las tropas francesas iniciasen su retirada definitiva.

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Bibliografía:
  • La guerra de la independencia en un rincón de las sierras centrales. Constancio Bernaldo de Quirós. Artículo en La Lectura. Revista de Ciencias y de Artes, enero 1920.
  • La ciudad de Ávila. Estudio histórico. José Belmonte Díaz. Caja de Ávila. Ávila, 1987.
  • San Bartolomé de Pinares. Memoria y prospectiva. Diego Martín Peñas, Alberto Sáez Gordo y Francisco Javier Luis Jiménez. Institución Gran Duque de Alba. Ávila, 1997.
  • El Tiemblo, villa de Ávila. Antonio Estrella Grande y Carlos Reviejo Hernández. Ayuntamiento de El Tiemblo. El Tiemblo (Ávila), 1991.
(Fotografía: Manuel Tabasco).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Carlos: No sabéis la suerte que tenéis los hoyancos amantes de la Historia por contar con esta cantidad de datos que ofreces. Y es que de los avatares de la guerra de la Independencia (a pesar de ser relativamente tan reciente) en la historiografía local apenas hay fuentes. Muy poquitas localidades españolas del tamaño de El Hoyo de Pinares saben hoy nada de lo que ocurrió en ellas durante el régimen ocupacionista-liberal napoleónico (1808-1814). Hoy se celebran congresos de historiadores a nivel provincial para intentar sacar a la luz y poner en orden las escasísimas fuentes. Así que... enhorabuena.
Otra cosa. Hace diez años programé una "expedición" con mi amiguete y compadre el farmacéutico e historiador Manolo Oses, de Málaga, a Sepúlveda, para estudiar los eremitorios rupestres y cualesquier otros vestigios de los desconocidísimos tiempos visigóticos (y por eso tan valiosos) que se guardan en aquella comarca, en las hoces del Duratón (ya sabes, porque viniste conmigo, que en los desfiladeros de Ardales, hay mucho paralelismo), pero al final no pudimos ir. Y ahora, al leerte y ver tus fotos, nos renace la ilusión.
Un fuerte abrazo de tu amigo, que te sigue y que te recomienda.

Carlos J. Galán dijo...

Paco, la verdad es que, como bien dices, en nuestro caso tampoco existía nada de nada de ese período, porque los archivos municipales de esa época no se conservan y apenas hay fuentes. Con ocasión de este bicentenario, pensé en escritir algo y la idea inicial era tirar de hemeroteca, a ver qué encontraba, si algún periódico de la época podía serme útil.
Y casualmente me topé ese fantástico artículo de los años veinte, en el que se hacía eco de ese valioso diario personal del secretario, escrito en 1812. Hablé con los descendientes de la persona que lo conservaba en los años veinte, el que se lo proporcionó al autor del artículo según éste, pero no saben nada de su existencia ni conservan ese manuscrito. Para ellos también fue una sorpresa todo esto.
El artículo, para situar al lector en la realidad "actual" del pueblo al que se hace referencia, nos proporciona también de paso algunos datos curiosos sobre cómo era El Hoyo de Pinares en los años veinte.

Lo de Sepulveda y el Duratón, ni lo dudes, anímate. Ahí tienes materia de la que a ti te gusta para aburrir.

Un fuerte abrazo.