Antes de comenzar con el relato de los viajes veraniegos, tenía pendiente contar una escapadita que hicimos a Labastida (Álava) allá por marzo y de la que aún no había publicado nada. Al final, va a tener razón mi hermana con su teoría del pan de ayer que me estuvo repitiendo precisamente allí…
Pero, de camino a la Rioja Alavesa, nos detuvimos antes en tierras burgalesas, visitando primero la histórica villa de Lerma y asistiendo más tarde, ya al atardecer, a la oración y el canto de los monjes de Silos.
Aunque con orígenes que se remontan a período prerromano, Lerma alcanza su apogeo cuando Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, Duque de Lerma y valido del rey Felipe III, decidió establecer allí su propia corte, alejada de la capitalidad oficial fijada en Valladolid, considerando que la capacidad y el interés del monarca por los asuntos de gobierno eran más bien escasos.
Durante las dos décadas en las que el Duque de Lerma ejerció el poder político en el imperio español, la villa se vio engrandecida con construcciones civiles y religiosas y se convirtió en un importante centro para la vida política e incluso cultural y recreativa del país.
De Lerma son también otros personajes históricos relevantes, como Hernando de Lerma –quien fuera gobernador de la provincia argentina de Tucumán en el siglo XVI- o Jerónimo Merino –el cura que se convirtió en uno de los cabecillas guerrilleros de la resistencia contra la invasión francesa en el siglo XIX-.
Entre los puntos de interés de esta histórica ciudad castellana, está el monumental palacio del Duque de Lerma, hoy utilizado como Parador de Turismo. Se construyó en los primeros años del siglo XVII en estilo herreriano y preside una amplia Plaza Mayor porticada.
En la plaza nos topamos esa tarde con una tienda tradicional castellana verdaderamente peculiar e indefinible. Con decir que compramos en ella una cuchara de madera, una cántara de cristal y una camisa de lino cuello cura, se pueden hacer una idea de lo que podía encontrarse en la misma...
La antigua Colegiata de San Pedro responde al intento de dotar a la villa de un templo de grandes dimensiones, también en estilo herreriano y con abundante decoración interior barroca.
La iglesia estaba unida al palacio ducal por un pasadizo, que ha sido recientemente recuperado y se ha convertido en visitable.
Un vistoso conjunto monumental lo constituye la Plaza de Santa Clara, en cuyo centro reposan los restos del Cura Merino. Una arcada de piedra se abre como mirador sobre el río Arlanza. En la zona están los monasterios de Santa Teresa y de Santa Clara, donde compramos algunos dulces.
Hay varios conventos, de los cuales tuvimos ocasión de visitar brevemente el de San Blas, también ordenado levantar por el Duque y que parece ser que está igualmente unido al palacio por un pasadizo. El interior contiene algunas tallas de interés.
Hay en la villa algunas zonas urbanas de la Edad Media bien conservadas, con casas de la época, un puente medieval y el arco de la cárcel.
Tras este recorrido, salimos de Lerma con intención de acercarnos a Silos a escuchar el canto de los monjes benedictinos.
El viejo Monasterio de Santo Domingo de Silos, con una parte medieval y otra parte barroca, alberga una inmensa tradición religiosa y cultural entre sus muros. Su imponente claustro románico ofrece riqueza arquitectónica y artística en cada capitel y, en el centro del mismo, se alza el célebre ciprés -plantado a finales del siglo XIX- que cantara en su poema Gerardo Diego.
No llegamos a la visita del claustro –ya estaba cerrado- pero sí a vivir la sensación especial –de recogimiento, de paz…- que supone escuchar cantar vísperas a los monjes.
(Fotografías del autor, excepto el ciprés de Silos que es de la web de la Comunidad Benedictina)
Lerma y Silos
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6 comentarios:
Geniales lugares, preciosas fotos. Que envidia, es un viaje ideal.
Yo en realidad no lo conozco en profundidad, tocayo. Como comento en el texto, lo visité de paso, fue una parada mientras íbamos hacia otro destino. Pero Lerma es una villa muy interesante desde el punto de vista histórico y monumental y lo de escuchar el gregoriano a los monjes de Silos al atardecer es una gozada, es como si te evadieras del mundo un ratito. Bienvenido y un cordial saludo.
Jajaja, así que tú también caiste con la camisa cuello cura en la tienda en cuestión... Peculiar el establecimiento y todo un personaje el que lo atendía.
¡Ay, que momentos!!! Habrá que convencer a estas chicas para que nos vuelvan a invitar pronto a disfrutar de su compañía en aquellos lares... y en estos.
Besos a Lucía, Maricarmen, Ana, Bea, Javi... A Isa y a Txati las besaré en persona.
En el siguiente post está lo de Labastida, a lo que te refieres. Pues sí, cuñao, habrá que repetirlo, que buenos ratos. Pero antes tendremos que invitarlas a que vengan por Madrid, Ávila, etc. e intentar estar a la altura de lo buenos anfitriones que fueron todos, que no es fácil. Además, Inma y Justo se llevaron a Rodrigo a este viaje -porque Inma estaba ya embarazadísima- así que también tienen que devolverle al peque visita ahora que ya ha nacido.
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