Budapest

A veces visitas sitios de los que ya tenías una idea previa –que puede verse confirmada o no- , pero en ocasiones vas a lugares de los que no tienes ni repajolera idea de lo que te vas a encontrar. Éste era el caso. ¿Qué cosas conocía yo relacionadas con Hungría antes de ir allí? Bien pocas. Hago inventario: el cine de los húngaros (unos señores que, en mi infancia, allá por la prehistoria, llegaban de vez en cuando al pueblo, cuando no había cine de verano, con un rudimentario cine ambulante y proyectaban al aire libre películas en blanco y negro -de las que yo recuerdo vivamente la primera versión de King Kong-, sesiones a las que el público acudía llevando su propia silla y luego daba una propina cuando pasaban el cesto en el intermedio), algunos compositores húngaros célebres (fundamentalmente Franz Liszt y Béla Bartók), y que durante décadas fue una nación escondida tras el telón de acero... Poco más hubiera sabido detallar. Éstos eran mis vastos conocimientos sobre Hungría...

La historia de su país sonaba triste cuando la contaba Bori, una húngara de preciosos ojos (que a mí era inevitable que me cayera bien, pero de la que las malas lenguas decían que tenía muy mala leche; en fin, seguramente calumnias ;-) motivadas por la envidia…). Todo era una sucesión casi ininterrumpida de derrotas y dominaciones: sometidos a los turcos, sometidos al imperio de los Habsburgo, sometidos a la dominación nazi de los alemanes, sometidos a la dominación comunista de los soviéticos… A pesar de la melancolía, en el relato había ese puntito de orgullo por su identidad que los habitantes de todos los países (menos los del nuestro) parecen tener.

La actual capital, Budapest, surge en el siglo XIX como resultado de la unión de tres ciudades: Óbuda, Buda y Pest. Todavía la actual urbe tiene dos zonas claramente diferenciadas: Buda, la más antigua, y Pest, separadas por el río Danubio. A grandes rasgos, aunque esto seguramente es una simplificación, Buda parece más señorial y tranquila, Pest algo más moderna y bulliciosa. Bori bromeaba diciendo que los habitantes de la ciudad se dividían en dos grupos: “los que viven en Buda y los que quieren vivir en Buda”.

La comunicación entre las dos áreas de la ciudad se hace por varios puentes. El más antiguo y famoso es el de las Cadenas, uno de los iconos de Budapest, flanqueado por sus leones de piedra. Pero también hay otros, como el dedicado a la emperatriz Isabel –la célebre Sissi de las novelas y películas-, el Puente de la Libertad o el Puente Margarita.

En el centro del Danubio se halla Isla Margarita, una porción de unas 80 hectáreas que es algo así como el pulmón verde de la ciudad.

En Buda destaca en una colina el barrio del Castillo. Allí se alza la iglesia consagrada a Nuestra Señora de la Asunción, más conocida como la iglesia de Matías –por este rey húngaro-. Construida inicialmente en estilo románico en el siglo XIII, fue escenario de acontecimientos históricos y bodas reales. Transformada en mezquita en el siglo XVI bajo la dominación turca, se restauró en el XIX con su aspecto actual, ya gótico, pero con algunas mezcolanzas. Aunque el exterior es hermoso (si bien lo encontramos deslucido por los andamios, supongo que por alguna limpieza o restauración), me pareció sin embargo más impresionante el interior, decorado con vistosos frescos y vidrieras.

Junto a la iglesia está, por uno de los lados, la columna de la Trinidad, que preside la plaza del mismo nombre y, por otra parte, el Bastión de los Pescadores, una construcción del siglo XX pero que imita los antiguos castillos y constituye un privilegiado mirador de la ciudad. Allí encontramos una estatua ecuestre del rey húngaro San Esteban.

Por el barrio puede callejearse, deleitándonos con el entorno, entre casas góticas y rincones con encanto. Nos topamos con algunos puntos de interés, como la iglesia calvinista, el Museo de Historia de la Música, el antiguo Parlamento, restos del barrio judío medieval… Y, para los golosos -o simplemente para los curiosos- la pastelería Ruszwurm, con decoración del siglo XIX.

En el sector de Buda está también la actual sede de la Presidencia de la República, así como el antiguo Palacio Real, hoy sede de la Galería Nacional húngara, y cuya silueta contemplada desde el otro lado del Danubio es también uno de las estampas más representativas de Budapest.

Cruzando a Pest, cerca del puente de las Cadenas está el palacio renacentista de la Academia de Ciencias, en la plaza de Roosevelt. En la plaza Vörösmarty y varias calles cercanas se concentra la animación peatonal. Allí está el célebre Café-Pastelería Gerbeaud, también del siglo XIX, con su terracita… en fin, una tentación irresistible.

El Vigadó, hoy centro cultural y comercial, es un ejemplo de la llamada arquitectura romántica húngara.

La sinagoga de la ciudad, con una colorista fachada, alberga un museo de arte y cultura judía.

El Café Nueva York está ubicado en la planta baja de un edificio del siglo XIX que es también un lujoso hotel. Tradicionalmente era lugar de cita de la intelectualidad. Hoy es otro de los puntos que suelen atraer a los visitantes, por su suntuosa decoración interior.

En la Plaza de los Héroes, está la tumba del soldado desconocido y, por tanto, es lugar tradicional de celebraciones, ofrendas y homenajes. Alberga un conjunto monumental, con dos columnatas en forma semicircular, que cobijan estatuas de reyes y héroes húngaros. En el centro, se levanta una columna de 36 m. de altura, coronada por la imagen del arcángel San Gabriel y debajo aparecen las estatuas de los caudillos de las siete tribus que dieron origen a Hungría.

A los lados de la plaza hay dos edificios neoclásicos. Uno, dedicado a exposiciones temporales. El otro, el Museo de las Artes, que en sus amplias salas incluye una interesante colección de pintura española (con obras de Velázquez, Goya, El Greco, Murillo, Alonso Cano, Zurbarán…).

En la avenida Andrássy –declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad- se suceden edificios monumentales. Entre ellos, el Teatro Nacional de la Ópeca –sufragado por el emperador Francisco José, con la condición de que no fuera más grande que la Ópera de Viena-.

Uno de los monumentos más característicos de Pest es la Basílica de San Esteban, un espectacular edificio neorrenacentista, aunque con un interior algo desangelado para lo que es usual en este tipo de basílicas.

La construcción más llamativa de la ciudad, sin duda, es el Parlamento. Un edificio neogótico, construido junto al Danubio, que, con sus pináculos, estatuas y ventanales, coronados por una gran cúpula central, resulta sólo comparable en majestuosidad al londinense de Westminster. Fue una lástima la coincidencia de que, durante nuestra visita, parte de la fachada se encontrara cubierta con andamios, lo que desluce un poco la imagen inferior vista desde la otra orilla del río, pero qué le vamos a hacer, son cosas inevitables para un adecuado mantenimiento de maravillas como ésta.

Budapest cuenta con un Metro no muy grande que, sin embargo, fue uno de los primeros del mundo (1896) y el primero de Europa tras los antecedentes del suburbano londinense.

Es comentario general –en las guías, en foros de viajes… y uno lo comprueba bien pronto en persona- que, en el sector servicios, no es sobresaliente la simpatía de los húngaros. Primero te preguntas si habrás dejado poca propina, si no habrás sido correcto en algo, si te está tocando siempre el borde en cada establecimiento… Poco a poco, una vez que descubres que no tienen nada contra ti, sino que es su forma de ser, acabas acostumbrándote. Y aprendes a no depender de su sonrisa y amabilidad para, a pesar de todo, disfrutar de la ciudad al máximo.

(Fotografías del autor y de Marisol Nieto)

9 comentarios:

Leodegundia dijo...

Muy bueno tu artículo, es mas ágil que el que yo escribí y en el tú dejaste un comentario que agradezco y se ve que tus fotos son mucho más recientes que las que yo puse.
Un saludo

Anónimo dijo...

Muy buen articulo,bastante interesante y completo. gracias por tu comentario en mi saludos

Anónimo dijo...

Excelente artículo. No tengo la suerte de conocerlo pero me has dejado con ganas de ir. A ver las próximas vacaciones.

Un abrazo

Anónimo dijo...

¡Qué bonito Budapest! ¡Cómo me gustaría viajar! ¡Qué envidia me das Carlitos! Desde pequeña he querido ir a Suiza o a los países nórdicos, pero todavía no he tenido oportunidad. Llevo varios años queriendo ir a Asturias y en principio este verano ya estaba decidida a superar "mi miedo a las alturas" y hacernos un viajecito, por el norte, pero el destino es, a veces, tan cruel que no pudo ser. Otra vez será. Lo que si llegué a conocer fue un bonito pueblo y con gente maravillosa como es Medina del Campo (Valladolid). Así que, como lo haces tan bien, si alguna vez te apetece, podías complacerme y escribir un artículo sobre Suiza. Si no has visitado este país, no importa Asturias tambien me vale que ahí seguro que si has estado. Besitos.

Carlos J. Galán dijo...

Gracias, Leodegundia y Vilortiz por la visita y los comentarios.
Labana, Silvia, ni lo dudéis, animaros a ir. Pero... el viaje fue por las ciudades imperiales y os digo que, en mi opinión, fue in crescendo, así que si Budapest está bien, no os digo nada las otras dos. Claro está, en mi visión subjetiva. Quedan dos crónicas, una sobre una maravilla -Viena- y otra sobre una ciudad de la que me dejó completamente cautivado casi cada rincón -Praga-.

Herrero dijo...

Ya he publicado las fotos: http://www.jorgeherrero.es/2006/12/18/viajes/vacaciones-en-budapest-viena-y-praga.htm
A ver si encuentro tiempo para los comentarios

itutu dijo...

No es por dar envidia, pero este verano voy a Budapest y me gustaria que alguien me informara sobre el horario del cambio de guardia en la tumba al soldado desconocido ya que me han dicho que es "singular".

Jesús Antuárez dijo...

Excelente articulo, estuve en Budapest en julio de 2008. una ciudad muy hermosa pero con una calor muy sofocante. no tiene desperdicios, si desean adquirir souvenires vayan directamente al mercado principal de la ciudad. muy limpio y mas seguro y alli pueden cambiar su moneda por la moneda oficial hungara. ojo en la citadella que hay unos tipos queriendo hacerle trampas a los turistas con un jueguito de cartas.

suerte y gracias a Carlos por sus comentarios

Carlos J. Galán dijo...

A mí me gustó la ciudad, tenía mucho encanto. Yo no recuerdo que nos hiciera un calor excesivo, a pesar de ser agosto, tuvimos suerte (o yo tengo poca memoria, que también puede ser). Muchas gracias, Jesús, por pasar por aquí y por los consejos prácticos que dejas para otros posibles visitantes.