Pedraza, villa medieval

Desde hace tiempo, tantas personas cercanas me habían hablado de la peculiar estampa de Pedraza, que tenía muchas ganas de visitarla. Como además queda a tiro de piedra de Madrid, no había excusa, así que por fin este verano lo programé con unos amigos, aprovechando la excursión a las cercanas Hoces del Duratón que ya he comentado.


Hace ya años, cuando nosotros éramos unos críos, mis padres y varios tíos míos habían visitado también Pedraza. Uno de ellos, Fausto, grabó en su castillo y sus calles con un viejo (bueno, viejo ahora, entonces era lo más puntero) tomavistas de super ocho, filmación que luego visionamos en el pueblo todos los primos con recogijo. Querían conocer la localidad por su indudable belleza, pero también por motivos familiares. Uno de los apellidos de mi familia paterna es el De Pedraza, que ellos atribuían, y es verosímil, a que algunos de nuestros ascendientes provenían de esa villa. De Pedraza era el segundo apellido de mi abuela, o sea, el cuarto de mi padre y ya el séptimo mío. Una de las anécdotas que recuerdo es que mi tío Domingo decía haber localizado, supongo que en algún blasón esculpido en la villa, el escudo familiar. Cuando le preguntamos qué representaba, el orgullo de nuestra estirpe se vino estrepitosamente abajo: nos dijo que parecía un burro al lado de un árbol. Raúl, uno de mis primos, bromeó: “¿Un burro? ¡Pues vaya escudo familiar que tenemos! A ver si el árbol va a ser un alcornoque...”. Ahora he comprobado, por curiosidad, que lo que hay al pie del árbol no es un burro, sino un lobo. Aunque en el relieve en piedra es posible que apenas se diferenciase, las descripciones heráldicas no dejan lugar a dudas: “en plata, un árbol de sinople terrasado de lo mismo y un lobo de sable al pie del tronco”.

Bueno, anécdotas familiares aparte, lo que de verdad interesa: la peculiaridad de esta villa de la provincia de Segovia es que ha conservado su estructura medieval y buena parte de sus edificaciones de esa época, configurando un casco urbano ciertamente llamativo.


Pedraza había sido municipio señorial desde el siglo XIV. Fruto de ello son tanto su castillo como las numerosas casas con escudos nobiliarios. Pero, como en el siglo XIX desaparecen los últimos restos de esa herencia feudal que eran los señoríos, y a la vez existe también un declive en la actividad ganadera, de la que vivía la mayor parte de los habitantes llanos de Pedraza, la villa entra en clara decadencia, sufriendo un intenso proceso de despoblación.

Paradójicamente, esa crisis es lo que revitalizará más adelante a Pedraza, porque permite que su casco urbano, que se había conservado bien, apenas evolucione y no sufra las consecuencias del desarrollismo, tan nefastas en otras localidades.

Desde finales de los años sesenta, las viejas casas semirruinosas son adquiridas, a bajo precio, por familias que las restauran como segunda residencia, por lo que Pedraza conoce un renacer que se intensificará en la década de los ochenta, aunque supongo que ya no a bajo precio.

Cuando se toma conciencia del potencial cultural, histórico y turístico que posee una arquitectura y un entramado urbano tan singular como el de Pedraza, se comienzan a adoptar medidas de protección urbanística y de promoción de la localidad, y esta villa segoviana comienza a verse reconocida y a ser premiada en España e incluso en Europa.

Paseando por sus calles, admirando sus monumentos, no extraña en absoluto que Pedraza haya sido el escenario elegido, ya desde los años 20, para rodar no pocas películas de cine, series de televisión y spots publicitarios.

Para proteger ese patrimonio histórico-artístico de Pedraza, se constituyó hace unos quince años la Fundación Villa de Pedraza, con objeto de conseguir mayor coordinación interadministrativa y de recabar el apoyo de la iniciativa privada.

Esta Fundación está acometiendo restauraciones y en los últimos años ha organizado varias actividades culturales, entre ellas el concurso de relatos y, sobre todo, los populares Conciertos de las Velas, que se celebran los dos primeros sábados del mes de julio. Son conciertos de música clásica que se desarrollan en el Patio de Armas del Castillo o en la Plaza, mientras toda Pedraza está iluminada sólo por la luz de miles de velas.

Pero también otros eventos atraen visitantes, como las fiestas patronales en septiembre o los certámenes de dulzaina en verano.

Fue una visita fugaz -espero que no la última- a esta villa que podría ser cuna de alguno de mis antepasados y que, sobre todo, es un lugar que merece la pena conocer y saborear caminando por sus calles.

(Fotografías del autor)

3 comentarios:

Jose Antonio Díaz dijo...

Hola Carlos Javier:

Lástima que sólo pude estar un par de horas deambulando por esta Villa de Pedraza. Curiosa la historia que cuentas. Tendré que acercarme de nuevo, con más tiempo y a ser posible en Julio, para escuchar y "ver" alguno de esos conciertos de los que hablas.

Abrazos desde El Temple
Pepe Díaz

Carlos J. Galán dijo...

Mi visita también fue bastante fugaz. Me gustaría repetir, pasear con más calma y si es posible comer o cenar allí. Y en alguna ocasión hacer alguna foto a la iglesia, que no fue posible por culpa de los andamiajes.
Nos leemos. Un abrazo.

Paula dijo...

Hola Carlos Javier! Realmente la Villa es preciosa. Caminando por sus calles uno no puede sino pensar en todas las generaciones que la habitaron. Veo que te tocó mejor clima que cuando estuve yo (invierno, mucho no se podía pedir), y te sugiero si podés algún día, visitar Pedraza de noche. Fui dos veces, una de día, a visitar el castillo y demás, y otra de noche a hacer fotos.
Es realmente impresionante.

Saludos desde Argentina, y gracias por pasar por mi blog!